Dos goyanos miembros del Proyecto Goya, Jorge Diaz Colodrero, ex-camarista y Ricardo Torre, arquitecto, explican en esta nota porqué la construcción de edificios en altura en pleno Casco de Goya, y en particular una torre de diez pisos frente a su plaza central, en el rincón más antiguo de la ciudad, nos afecta a todos los goyanos : el impacto ambiental es un impacto sobre todos nosotros, sobre nuestro patrimonio histórico y cultural, es decir, sobre nuestra identidad.

El ambiente somos nosotros. El ambiente nos rodea, nos circunda, nos contiene, nos complementa, nos incita, nos deprime. Somos, dentro de un ambiente: "Ser es estar adscrito a un contorno ineludible". (Ortega y Gasset).

Ese contorno nos integra, pasa a formar parte de nosotros, hasta físicamente, de él tomamos el aire, el agua, la tierra, el sol, la lluvia, los alimentos. Volvamos a Ortega y Gasset y su más célebre afirmación, que no era nueva, pero que fue redactada con tanta precisión y elegancia literaria que alcanzó justa difusión: "Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo."

La palabra circunstancia fue elegida por su significado de origen latino: "circum stantia", las cosas y las personas que están en nuestro próximo derredor. Soy en y dentro de un país, de un paisaje, soy paisano. ¿Que es un paisano sin su país, sin su paisaje? En francés dicen "depaysé", despaisado, fuera de su país, de su paisaje, desterrado, despojado de su natural contorno. Le ocurre al viajero, al inmigrante, al expatriado, al extranjero. ¿Se puede ser extranjero en su propia tierra? Si, si a la persona se la despoja de su contorno, del ambiente, tendrá cuatro opciones: Se adapta, emigra, enloquece o perece.

En el contorno le va la vida, porque es la prolongación de su ser, la función de la circunstancia. De allí que sea imperioso salvarla a ella para salvarse él, porque ella y él, como una pareja unida en el amor y la armonía, son una unidad indivisible. "El individuo es la pareja".

El amor trata de hacer de dos soledades "una sola soledad de dos en compañía". La soledad del hombre es una soledad de dos: El y su contorno. Sin el contorno no es él, es su mitad. Hasta para estar solo hay que contar con un paisaje. ¿Se comprende ahora, un poco más, por qué el ambiente somos nosotros? Y si se quebranta el ambiente estaremos perdidos. Si perdemos el oxígeno o el agua estaremos muertos.

Pero el ambiente no se limita al ámbito físico. Está impregnado de recuerdos, de valores, de amores, de odios, de resentimiento, de vida en fin. El derecho al ambiente es el derecho a la Vida. Es un derecho humano primordial, trasciende la individualidad, pertenece a la sociedad.
En este ambiente en que hemos vivido, quedó impresa la parte intangible de nuestra personalidad. En nuestra casa pasó nuestra infancia, nuestra juventud, allí están nuestros padres, nuestros hermanos, quizás abuelos y tíos que convivieron con nosotros. Compartieron nuestras alegrías y éxitos y sufrieron nuestros dolores, desengaños y fracasos.

Lo dice la canción: "no venga a tasarme el campo con ojos de forastero". El habitante de la ciudad provinciana, de tamaño pequeño o medio "siente" la ciudad como propia, convive con los vecinos, conoce sus peripecias, sus reputaciones, sus logros, sus fracasos. A veces hasta sus intenciones "Pueblo chico infierno grande", quizá también su pequeño cielo... o purgatorio, según haya sido su experiencia vital.

Nuestro ambiente, nosotros, estamos amenazados por un edificio en construcción, proyectado de diez plantas, frente a la plaza Mitre, nuestra antigua Plaza Libertad de 1806.

La obra no cuenta con un Estudio de Impacto Ambiental previo, como lo exige la Ley General de ambiente. Y tampoco respeta el examen de una Propuesta de Declaratoria del Casco Histórico de Goya, presentada el 28 de julio en la Comisión Nacional de Monumentos (CNM). ¿Cómo podrían los miembros de la CNM declarar ese sitio "Lugar Histórico" si mientras se lo examina, se lo cambia?
Los futuros propietarios de los departamentos de este edificio, si no se modifica su diseño ni se reduce su altura, tendrán amplia vista de la ciudad, de los patios vecinos, de su intimidad, de su recogimiento. Los dueños de esos patios perderán su intimidad y la de sus familias. Muchos ojos podrán verlos, algunos oídos incluso podrán escuchar sus conversaciones, sus vidas no serán, en adelante, las mismas. Sentirán una com-presencia quizá no buscada, no querida, no tolerada, ya no tendrán privacidad.
El daño de altura, la polución de altura, la privación de la luz del sol, de la brisa, del viento, la incoherencia edilicia con la altura y la fisonomía de las viejas casonas patriarcales aledañas del Obispado, de la Biblioteca Sarmiento, de la casa de López Lecube : todo eso impacta nuestro ambiente.
Nos impacta a nosotros goyanos. Nos despoja de un bien comunitario, nos torna "despaisados". El lugar forma parte del patrimonio entrañable de la ciudad -no declarado aun en la CNM, pero presente y vivo. Allí nació Goya como comunidad medianamente ordenada, con su plaza, su capilla, la comandancia y el cementerio, infaltable para alojar a los muertos.
Esto fue en 1.806: "Delineáronse oficialmente el pueblo en 1.806 el cura de San Roque Benigno Martínez y el Juez del Puerto y Mojones, José Perugorría, en terreno cedido por Juan Fco. y Josefa Soto, existía ya entonces caserío formado en torno del "boliche" de Gregoria (doña Goya) verdadera fundadora. Mantilla" telegrama cursado desde Buenos Aires al presidente de la Sociedad Rivadavia de Goya (seguramente contestando su consulta) de fecha 8 de mayo de 1.907. Hace 206 años... el cura y el juez trazaron las primeras líneas de la ciudad según las Leyes de Indias.
Si hay algo que los arquitectos aprenden ya en la facultad es que un edificio no se implanta en la soledad absoluta sino en un espacio definido, en un entorno mediato e inmediato, al cual voy a impactar con esa nueva construcción.
El arquitecto y urbanista Gordon Cullen habla de esto muy claramente en su libro “El paisaje urbano”.
Las concentraciones humanas en forma de ciudades tienen sus ventajas y hacen que la gente prefiera vivir en comunidad y no en el aislamiento. Debemos considerar entonces el impacto visual que una ciudad produce en quienes residen en ella o en los que la visitan, ya que los edificios en su conjunto nos proporcionan mucho mayor placer visual que el que nos daría cada uno de ellos contemplado separadamente.
Dentro de este contexto podemos afirmar que existe un arte de la relación, del mismo modo que existe un arte de la arquitectura. Su finalidad no consiste solamente en estudiar todos los elementos que constituyen el conjunto (edificios, árboles, paisaje, tráfico, señales) y ensamblarlos, sino en darles a ellos su circunstancia, lo que constituye el auténtico ambiente.
Al mismo tiempo podemos afirmar que si una vez puestos en relación los elementos con los que contamos y planteados los objetivos a partir de quienes intervienen en su creación (arquitectos, ingenieros, urbanistas, jardineros, etc.), la ciudad nos parece deslucida, banal o insignificante, ésta no se habrá logrado plenamente.
Esto significa que debemos volver nuestras miradas a otros valores y a otras normas, debemos preocuparnos por la facultad de ver, porque es precisamente por medio de la vista que podemos formarnos una idea del conjunto.
La visión tiene la virtud también de evocar nuestros recuerdos, nuestras experiencias y el legado de nuestros antepasados.
¿Debemos, nos debemos, seremos hoy capaces como comunidad, de preservar el patrimonio histórico y cultural de Goya?


Martes, 13 de marzo de 2012