El 2013 fue un año yeta para el Boca de Bianchi: las malas fueron muchas más que las buenas. Ni da para brindar...

Ahora sí, ya está. Se acabó. Lo piensan Angelici, Bianchi, Riquelme y los millones de hinchas que sufrieron con el 2013, el año que empezó como un sueño y terminó siendo parecido a esas pesadillas tan espantosas que te terminan arruinando el día. Y la finalización no se trata simplemente de un reflejo de lo que marca el calendario: en realidad, se relaciona con la necesidad de dejar atrás lo que pasó, establecer pautas para que no se repita y esperar que lo que venga sea diametralmente opuesto.

Olé repasa las causas que convirtieron al año que se está yendo en uno difícilmente olvidable para todo el Mundo Boca.

“Se hace muy difícil formar un equipo cuando hay que cambiar los jugadores fecha a fecha”. Bianchi le puso palabras a las consecuencias de haber sumado 62 lesionados en el año, el karma principal del 2013 para todos aquellos que pisan regularmente las canchas de Casa Amarilla. El número resulta todavía más impactante cuando se traslada a las 49 semanas de trabajo que tuvo el plantel: fueron 1,2 bajas cada siete días. Que, tal como reflejó el Virrey, afectó los resultados deportivos.

El torneo Final (primero desde el regreso del entrenador) fue un papelón. Se salvó del último puesto con el empate conseguido contra Godoy Cruz de Mendoza en la última fecha. De otra forma, lo que fue motivo de cargadas a River en otro momento los hinchas lo hubiesen sufrido en carne propia. En ese semestre las derrotas dolorosas aparecieron una tras otra. Los que acumulaban meses y meses sin ganar de visitante daban lecciones de fútbol en la Bombonera. Algunas excursiones a otra provincias generaron que Bianchi tuviese que salir a pedir disculpas públicas: el 1-6 contra San Martín de San Juan no fue un resultado saca técnico sólo por los antecedentes que supo conseguir. En la segunda mitad, más allá de una mejora, el equipo nunca pudo estar a la altura de las expectativas. Con una sola competencia por delante y un campeón de 33 puntos, Boca desaprovechó las continuas chances de prenderse y vio la definición por televisión. El combo lo completan jugadores que se fueron ventilando miserias internas y que, encima, demostraron su potencial con otra camiseta puesta.

El consuelo, en menor medida, fue el renacimiento de la ilusión con la Copa Libertadores. Eliminar al que había sido el último campeón del Mundial de Clubes, dar la talla en Cuartos y volver a ver a un Riquelme que se agiganta cuando el resto se achica resultó esperanzador. El único momento sin puntos oscuros fue el triunfo en el clásico. Ganarle a River, en el Monumental, silenciando a todo el estadio, siempre es un motivo para festejar.


Lunes, 30 de diciembre de 2013