UN EDIFICIO HISTÓRICO
Piden la reparación de la “Capilla del Diablo” en Colonia Carolina
Se trata de una iglesia en honor a “Nuestra Señora del Buen Consejo” aunque es conocida popularmente por su otro nombre. Se trata de un edificio de más de 100 años. Al lugar las tradiciones orales le atribuyen milagros.
La centenaria iglesia de “Nuestra Señora del Buen Consejo” o popularmente conocida como “Capilla del Diablo” ubicada en la Municipalidad de Carolina, necesita una urgente reparación debido al estado de abandono en que se encuentra el edificio.
La “Capilla de Diablo” es un hito turístico de la localidad, es por esto que desde la Cámara de Diputados se analiza, en la Comisión de Energía, Obras, Transporte y Servicios Públicos, el proyecto presentado por el diputado José Fernández Affur.
En un único artículo se solicita al Poder Ejecutivo provincial que “arbitre los medios y destine los fondos necesarios para la restauración de la Capilla conocida como ‘Capilla del Diablo‘, construida en Colonia Carolina”.
El edificio de esta capilla se encuentra sobre la calle principal de la localidad de Carolina junto a la Plaza del Labrador. Su tamaño y apariencia externa es modesta, pero en su interior alberga la imagen de una Virgen tallada en madera hace más de 100 años, un retablo de quebracho con imágenes que asustaron a quienes lo observaron por primera vez, una campana traída de Italia y hasta unos representativos candelabros.
Se trata de la iglesia que don Lorenzo Tomasella junto a su familia y vecinos construyeron en Carolina para honrar a “Nuestra Señora del Buen Consejo” pero que ahora se conoce como “Capilla del Diablo”. Un lugar donde señalan hubo varios milagros y que ahora pretenden restaurar.
Tomasella la comenzó a construir el 25 de junio de 1904 y para 1909 estaba prevista la ceremonia inaugural pero como el sacerdote que debía se negó a concurrir su constructor la cerró.
Después de lo sucedido, durante varios años, el único que ingresaba al templo era don Lorenzo que trabajaba en el interior del templo pero nadie sabía precisamente qué hacía allí. Hasta que en el 1912 volvió a abrir sus puertas y su familia pudo observar que había realizado un retablo ‘con figuras que asustaron a sus propios hijos. Eso, sumado a que él respondía: “Ando arriando a los diablos que se escaparon del infierno”, cada vez que alguien le preguntaba qué hacía caminando con su chicote, terminó abonando la idea de que se trataba de la Capilla del Diablo.
Con el correr del tiempo y a través de la leyenda popular fue creciendo el mito de los milagros que se produjeron en el lugar, creciendo la cantidad de fieles que concurren allí.
Jueves, 17 de octubre de 2013
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