CURIOSIDADES
Por qué los molestos mosquitos nos pican más en los tobillos
Hay una explicación científica sobre el motivo por el que estos molestos insectos eligen ciertas partes de nuestro cuerpo, y no, no es por tener la sangre dulce
Los mosquitos son unos de los insectos que más pican y sin duda, uno de los que más molestos nos resultan.
Aunque a la mayoría de nosotros no nos alarman demasiado, hay que hacer lo posible para mantener a raya a bichos e insectos (con sprays, velas, y mosquiteras) ya que traen consigo enfermedades como el Lyme, el virus del Zika, o la malaria, entre otras.
Según la doctora Pilar Cots Marfil, especialista en alergología del complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo, “hay personas que sienten que tienen un imán para atraer a los mosquitos y ahora se ha demostrado que quizás tienen razón”.
Las investigaciones sobre el comportamiento de los mosquitos han determinado qué ayuda a los insectos a detectar señales químicas volátiles a distancia.
No ha sido fácil identificar los factores que les ayudan a ‘acechar’ a su víctima y les empujan a dar vueltas alrededor nuestro en busca de un lugar para aterrizar y picar.
Pero ahora un artículo reciente publicado en Science ha conseguido dar con los fundamentos genéticos y moleculares que guían y empujan a los mosquitos a realizar esas exasperantes maniobras de proximidad mientras se preparan para posarse y picar a sus víctimas.
“No hay mayor reclamo para los mosquitos hembra (los únicos que pican) que un cuerpo rebosante de sangre tibia”, explica en The Conversation, el catedrático Manuel Peinado Lorca, del Departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad de Alcalá, e investigador del Instituto Franklin de Estudios Norteamericanos.
“Los insectos hematófagos detectan y se aproximan a objetos cuya temperatura corresponde aproximadamente a la de un vertebrado de sangre caliente. La búsqueda depende de la detección de señales emitidas como el dióxido de carbono (CO?), los olores y el calor corporal”, añade el experto.
Un radar infalible
El dióxido de carbono (CO?) que desprendemos al respirar, sumado al calor corporal que emanamos, son los radares utilizados por los mosquitos para localizar a sus presas.
De hecho, la capacidad de percibir la temperatura es un sentido fundamental para los insectos.
Al parecer, los mosquitos cuentan con unos receptores para detectar el CO? y los olores de las víctimas, y gracias a ese mecanismo de localización térmica de sangre caliente dan con su presa.
Y resulta que de entre todos los olores que podemos llegar a desprender, “el sudor es su preferido”, afirma la Dra. Cots, “sobre todo el olor de pies, que se ha asociado con picaduras en esa zona”.
Al sudar, se emite más ácido láctico, una sustancia muy atractiva para los mosquitos y que es fácil de detectar a metros de distancia.
Detectan el calor
Para estudiar el comportamiento de los mosquitos y estimular su apetito, el grupo de investigadores los mantuvo bajo iluminación artificial y, para imitar los estímulos que habrían encontrado al aire libre, utilizaron varias señales sensoriales: el calor de un disco de metal calentado, bocanadas de dióxido de carbono, y el ‘atractivo’ aroma humano que emanan los calcetines sin lavar.
Los mosquitos criados en laboratorio respondieron a esos estímulos.
No así los que se habían modificado genéticamente para que dejaran de expresar un termostato molecular, el IR21a, situado en las antenas (el mismo receptor que ayuda a las moscas de la fruta a detectar y migrar hacia temperaturas más frías para evitar el sobrecalentamiento). Al bloquear este termostato, se mermó su capacidad de detectar calor y fueron más remisos a buscar sangre humana.
Los resultados demostraron que las emanaciones de CO? procedentes de la respiración son suficiente para que los insectos puedan localizar objetivos situados hasta una distancia de unos cincuenta metros.
Luego, si las emanaciones provienen de un grupo de personas, los mosquitos cuentan con otros recursos que les ayudan a escoger a las víctimas más ‘apetitosas’.
Los investigadores descubrieron que el olor corporal está relacionado con las colonias de microrganismos que convierten el sudor en ácidos orgánicos volátiles como el láctico.
De manera que cuando están a un palmo de distancia, entran en funcionamiento sus sensores térmicos de corto alcance allanando el camino hacia el trozo de piel que se les antoje más sabroso.
¿Por qué siempre me pican a mí?
Pero el olor corporal no es el único factor que interviene en este proceso de discriminación.
Los científicos también observaron otros motivos o razones por las que los mosquitos escogen a un tipo determinado de personas:
Les atrae mucho más el tipo de sangre 0 que el A.
Los consumidores habituales de alcohol -especialmente cerveza- tienen más riesgo de ser picados.
La ropa oscura aumenta el riesgo de picaduras.
Los colores más atrayentes para los mosquitos son el negro y el rojo.
Los que menos: el verde y el amarillo.
Los cambios hormonales en mujeres embarazadas originan un tipo de sudor que les resulta irresistible.
Además, hay condicionantes externos que favorecen las picaduras de los mosquitos, como señala la Dra. Cots, quien apunta que “cualquier actividad física al aire libre aumenta las posibilidades de picaduras, especialmente al atardecer”.
No obstante, también pueden hacerlo a plena luz del día, sobre todo, en lugares con mucha vegetación como parques, bosques, pantanos, piscinas y en el campo en general.
Sus campos de aterrizaje preferidos
En cuanto a las zonas en las que nos pican, los mosquitos suelen decantarse por las zonas con gran concentración sudorípara, y los tobillos actúan como ‘chimeneas’ por la que suben las emanaciones volátiles de los pies.
Este hedor es un auténtico imán para los moquitos ya que la presencia de ciertos tipos de bacterias se concentran en los pies y en los tobillos, lo que los hacen más atractivos ante ellos.
Y ojo, que no tiene que ver con la higiene.
Por muy limpio que seamos, nuestra piel presenta siempre una población permanente de microorganismos en su superficie.
De hecho a los mosquitos también les atrae el perfume y la colonia.
En la zona plantar se concentran 250.000 glándulas sudoríparas, una cantidad que supera a la de cualquier otra parte accesible de nuestro cuerpo.
Las palmas de las manos (las chimeneas serían los antebrazos) y la región frontal de la cara (en este caso por la emanación de las orejas) son otros dos de los campos de aterrizaje preferidos por los mosquitos..
Martes, 10 de marzo de 2020
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