RELATO EN PRIMERA PERSONA DE UN OBRERO DESPEDIDO
Juan, el empleado de la fábrica que rezó un mes esperando el milagro
Llevó la imagen de una Virgen que tenía en su casa y le armó un pedestal. Con su fe movilizó a los compañeros. Trabajó 16 años en Massalin.
Juan Manuel Gamarra (44 años) es uno de los 220 empleados despedidos de la fábrica de Cigarrillos Massalin Particulares en Goya. Además es catequista, padre de tres hijos (Juan José, de 12 años; Luz, de 14, y Francisco, de 8) y casado con Mónica López. Aún no sale del shock por el cierre de la planta que más de 65 años hizo humo en Goya y fue el sostén de miles de familias de manera directa e indirecta. Ante la crisis Juan Manuel nunca perdió la fe, que lo sostuvo en medio de la agonía que padecieron casi 30 días los trabajadores, luego de aquel 21 de octubre cuando la empresa dio la noticia oficial de cierre. Pero una conciliación de Trabajo de la Nación, sumada a las gestiones oficiales, frenó tal decisión.
Desde ese día, Juan cargó en su auto la imagen de la Virgen de Fátima, que la tenía en su casa, la posó sobre una mesita frente a la planta, y todos los días dirigía el Rosario junto a los trabajadores y sus familias, implorando por el sostén de las fuentes laborales. Sin embargo no fue suficiente. La inminente noticia del cierre no tardó en llegar. “Nos sorprendió a todos, porque más allá de que la planta en el último año redujo el volumen de productividad por la caída de las ventas, la situación no era caótica como el cierre de la fábrica en Goya. Hasta ahora no salgo de mi asombro”, relató Juan Manuel, en un diálogo profundo con NORTE de Corrientes. En donde además contó sus comienzos en la fábrica y los pormenores de los días de agonía antes del cierre.
—¿Cómo ingresaste y hace cuánto trabajabas en Massalin?
—Hace 16 años que trabajaba, comencé como operario cargador de máquinas y luego pasé al auditorio de calidad del producto. Es decir, en el sector de control de calidad, donde se supervisan los cigarrillos antes de ser empacados. Llegué por medio de mi papá, él trabajaba en el área de producción de máquinas, pero se jubiló hace dos años. En la empresa siempre daban prioridad a los familiares de los empleados. Antes trabajaba en un instituto de computación.
—¿Cuál fue tu reacción ante la noticia del cierre?
—Todavía no caigo, no salgo de la sorpresa. No pensé nada todavía. Pero la semana que viene saldré a buscar trabajo de lo que sea; no puedo ser pretencioso, pero en Goya, Massalin era la industria tabacalera más importante, y no hay muchas opciones aquí, tengo que mantener mi familia. Si la tabacalera Sarandí viene a Goya y me convocan para trabajar seguro que aceptaré con gusto.
—¿La situación dentro de la fábrica daba como para que bajen las persianas?
—La noticia nos sorprendió a todos, porque más allá de que la planta en el último año redujo el volumen de productividad por la caída de las ventas, la situación no era caótica aquí adentro como para decidir el cierre de la fábrica en Goya. La empresa siempre cumplió, no tengo nada que cuestionarle. Pero me cuesta aceptar el cierre, porque estaba bien posicionada en Goya. Esperábamos una noticia diferente, confiábamos en las gestiones oficiales que venían haciendo el intendente, el Gobernador y los gremios. Pero los tiempos de la Justicia no son los tiempos del Gobierno.
—Desde tu lugar batallaste con tu rosario para evitar el cierre. ¿Por qué decidiste hacerlo?
—El primer día (el 21 de octubre pasado) cuando nos comunicaron que la fábrica se cerraba, no podía creer y pensé que algo tenía que hacer para que eso no ocurra. En mi casa tengo la imagen de la Virgen de Fátima y ese día llegue y le dije a mi señora: “Mónica, yo la llevo a la planta” y así fue. La subí en mi auto y la llevé a la fábrica, saqué una mesita en el frente y la puse allí y comenzamos a rezar el Rosario todos los días con los empleados, se sumaron sus familias y también la comunidad que nos acompañó. Soy muy creyente, me sostengo mucho en la fe, pero nunca me imaginé que iba a estar rezando en la puerta de la fábrica.
—¿Sentiste rencor o bronca contra los directivos por la decisión?
—No. Hay que conciliar a pesar de todo, hay que luchar por la unidad. Cuando la directora de Producción de Massalin en Argentina, Nadia Piskulic, y el apoderado de la planta, Leandro Maggic, nos comunicaron la noticia del cierre y el despido de los empleados, fue un momento triste y muy emotivo. Porque Nadia, cuando nos comenzó a dar la devolución a los empleados por nuestro trabajo se quebró en un llanto sin parar. Dijo que la fábrica no se cerraba por nuestro mal desempeño, al contrario, nos destacó a cada uno. Y pensé, es una persona como nosotros, que también está sufriendo. No habrá sido fácil la tarea que le encomendaron, de despedir a 220 trabajadores. Pude ver su lado humano y cuando se retiró pedí hablar con ella personalmente en su oficina y le regalé el rosario con el que todos los días rezábamos frente a la fábrica.
—¿Y ahora cómo sigue tu vida?
—Saldré a buscar trabajo como te dije. Uno de mis hijos padece una discapacidad motriz y soy el sostén de mi familia, ellos están en edad escolar y necesitan todo mi apoyo. Cuando trabajaba en la planta teníamos un buen pasar con mi sueldo. Pero ahora eso cambió.
Y seguiremos rezando el Rosario en la plaza San Martín para que Dios nos ayude aceptar la triste situación. s
Martes, 26 de noviembre de 2019
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