INTIMIDAD
¿Qué es el flujo y por qué cambia?
El flujo vaginal es un elemento fundamental para la salud del aparato reproductor femenino, ¿qué es y cómo cambia?
El flujo vaginal, comúnmente llamado flujo sin más, es una parte básica de la salud corporal de cualquier mujer y, aunque a veces resulta incómodo, es fundamental para nuestro aparato genital y tenemos que saber qué es y cómo cuidarlo.
El flujo vaginal está compuesto por secreciones que provienen del cérvix uterino, del endometrio (capa interna del útero) y de las trompas de Falopio.
Tiene dos funciones básicas que son la de lubricación y la de humectación.
Básicamente existen 2 tipos de flujo vaginal: el fisiológico o normal y el patológico.
El flujo vaginal normal sufre cambios a lo largo del ciclo menstrual de la mujer en edad fértil, tanto en su volumen como en su consistencia, que vienen condicionados por el nivel de estrógenos circulantes en sangre y por la susceptibilidad de los tejidos a estos. También existen cambios según la etapa vital de la mujer. De esta forma durante el embarazo aumenta la secreción vaginal como mecanismo de protección frente a infecciones y como consecuencia del aumento de estrógenos en la sangre materna (es más abundante, líquido e inodoro). Por el contrario, durante la etapa de la post-menopausia y debido al déficit estrogénico, el flujo vaginal suele ser escaso o prácticamente inexistente. De igual forma durante el posparto suele haber una disminución del flujo vaginal que muchas veces responde también al cansancio y al estrés de la recién estrenada madre.
Para valorar la normalidad del flujo vaginal se valoran tanto la consistencia, como el color y olor de este. En condiciones normales, tras la menstruación el flujo es escaso. Cuando se acerca la ovulación el flujo se vuelve más abundante, cristalino y viscoso (debido al pico estrogénico fisiológico pre-ovulatorio). Tras ésta el flujo se vuelve más espeso y menos abundante.
El ph normal de la vagina es ácido (3,8 - 4) y esto mismo en sí constituye un mecanismo de defensa frente a las infecciones. Si el ph de la vagina cambia, disminuye la barrera de protección.
En ocasiones dicho flujo ve alteradas sus condiciones habituales de color, consistencia y olor. Esto suele suceder en el contexto de una vulvo-vaginitis, es decir una irritación en la vulva y/o vagina. Las vulvo-vaginitis pueden ser de origen infeccioso (las más frecuentes, producidas por gérmenes como las cándidas, las Tricomonas, las Clamidias y las Gardnerelas), pero también por cambios locales (de la flora vaginal) y/o irritativas o de contacto. El cuadro clínico característico incluye: prurito (picor) y/o escozor, leucorrea (aumento del flujo), disuria (escozor al orinar) y/o dispareunia (dolor en las relaciones sexuales).
En función del origen de la vulvo-vaginitis se optará por un tratamiento u otro. En ocasiones y ante determinados gérmenes de transmisión sexual habrá que realizar tratamientos antibióticos para evitar complicaciones mayores en los genitales internos.
Cabe recalcar que no es bueno el exceso de limpieza ni el uso frecuente de duchas vaginales, ya que estas condiciones pueden afectar la flora genital y consecuentemente aumentar el riesgo de infecciones.
Lunes, 15 de enero de 2018
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