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Santiago Almeida, el ex GH: "A mi hermana le preguntaría por qué decidió matarse"
A cinco años del suicidio de su hermana Valeria, el ex GH cuenta por primera vez cómo sufrió la tragedia. Se alejó del ambiente para estar junto a su madre, y ahora sueña volver. Presenta su nuevo trabajo, una banda de música. Pienso en Vale todos los días, afirma.
Fue un día como cualquier otro, hasta que recibí ese llamado… Fue una vecina la que me contó, yo no entendía nada. Mi hermana se había matado. Se mató. Pasó, fue como un cachetazo, me cambió la vida para siempre, a mí y a toda mi familia”. El que habla es Santiago Almeyda, uno de los tipos más carismáticos que pasaron por Gran Hermano, que se ganó un lugar en el ambiente a base de esfuerzo, trabajo y carisma. A fines de 2012, gracias a su porte de galán musculoso y su buena onda, ya era considerado actor de presencia fija en comedias, con temporadas y giras exitosas. Hasta que pasó lo que pasó con Valeria, su hermana mayor, de 40 años de edad. Y Santiago se corrió del sistema. Se quedó bien cerca de Lidia, su mamá de 74 años –“la angustia no se va a ir nunca, pero ella siguió, me demostró que es una guerrera”, dice Santi– y se puso a trabajar con su hermano mayor en gastronomía. Ya no tenía ánimo ni humor para ir a la tele, sonreír para las cámaras, participar en eventos y desfiles. Le dio la espalda al medio, y el medio se la dio a él. Cinco años después, vuelve. Armó una banda de cumbia pop que se llama Pura Fiesta, de esas que se presentan en vivo y levantan cualquier tipo de reunión. “Volví a divertirme, esto es lo mío”, cuenta entusiasmado. Está distinto, algo más flaco, quizá más serio, pero es el mismo pibe bonachón que la pelea desde hace 15 años buscando su lugarcito. –Decís que ese día cambió tu vida para siempre… –Sí, yo era un tipo que por mi personalidad estaba siempre arriba, metido en esta vorágine del ambiente, yendo de un lado para el otro… Pero esto fue un mazazo. Me pegó en la cabeza y me hizo caer, tenía que empezar de nuevo. –¿Eran muy unidos con tu hermana? –Muy unidos. Nos veíamos todos los días o día por medio. Hablábamos de todo, me venía a ver al teatro, estábamos súper conectados, por eso me sorprendió tanto la decisión que tomó, es el día de hoy que no lo entiendo. –¿Y qué pensás? –Creo que no hay una respuesta que te deje conforme. Cuando una persona sufre de una enfermedad como la depresión… Uno se pone en la piel, lo piensa. Con el tiempo lo vas asimilando. –¿Dejó alguna carta? –No, nada. –¿Dio señales? –No, yo entiendo que fue la depresión. En este caso no estaba sola, porque yo la acompañaba mucho. Pero bueno, parece que no fue lo que ella quería o esperaba. Yo nunca la dejé sola, nunca. –¿En algún momento sentiste culpa? –Al principio, sí. Tenía mucha bronca, le pegaba piñas a la pared y me preguntaba por qué no había estado más tiempo con ella. Se te pasan miles de cosas… Hasta que en algún momento entendés que nada hubiera sido suficiente. Y tenés que seguir. –Dejaste de trabajar, ¿en qué te cambió a nivel personal? –No le di más bola a verme bien, al gimnasio… Dejé esa parte superficial, creo que me pegó por ese lado. No hice terapia, podría haber hecho, eh… Me hubiera venido bien. Pero pasó el tiempo y lo postergué. –¿El medio cómo se portó? –Me llamó muy poca gente, es la verdad. Pero lo entiendo, eh… El medio es así, muy cruel. Yo también me alejé, dejé de llamar como llamaba antes. Pero después de un tiempo, cuando quise volver, hubo muchos que ni me conocían… Personas que trabajaron conmigo y que, cuando yo necesité una mano, me clavaron el visto. Ya está, me lo tomo con humor, cero rencor. –¿Cómo recordás a Vale? –Hoy me permito recordarla con alegría. Uno de a poquito se va sanando y vas recordando momentos lindos. Ahora me puedo reír, en ese momento no. ¿Qué le diría? Un montón de cosas, preguntarle por qué no se quedó conmigo, que yo la iba a cuidar… Pero bueno, ella tuvo sus motivos y seguramente debe estar bien. Que te falte una hermana es como que te falte una pierna, no te recuperás nunca de algo así… Ella era mi hermana, mi amiga, mi compañera. Era mayor que yo, pero yo la protegía mucho porque era muy frágil. –Sos muy creyente… –Yo soy súper creyente, pienso que ella debe estar mejor. Le rezo mucho, le hablo… Y siento que me debe estar cuidando como yo la cuidé a ella. No hay día que no la recuerde.
Lunes, 25 de diciembre de 2017
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