ARGENTINISMOS
Los argentinos, entre los más "besuqueiros" y "toquetones"
Mientras que en Arabia Saudita los miembros de una pareja no se acercan a menos de un metro, en Italia esa misma distancia se acepta con un completo extraño. Para hablar con un desconocido en Rumania lo más aconsejable es mantenerse a 140 centímetros. Pero en Argentina bastan 75. De hecho, somos el país donde se pone menor distancia física al saludar o conversar con una persona conocida o extraña, según las conclusiones de un estudio internacional publicado en la revista Journal of Cross-Cultural Psychology.
En el trabajo, dirigido por Agnieszka Sorokowska, de la Universidad de Wroclaw (Polonia), se entrevistó a casi 9 mil personas de 42 países para detectar a qué distancia toleran que esté una persona durante una conversación. La Argentina, con 77 cm, encabeza el ranking de naciones que aceptan mayor cercanía física con extraños. Como para alentar la fama internacional de "besuqueiros” y "toquetones”. La siguen Perú (80 cm), Bulgaria (81), Ucrania (86) y Eslovaquia (89). Del otro lado están los que más distancia ponen: Rumania (140 cm), Hungría (131), Arabia Saudita (127) y Turquía (122). Los argentinos también rankeamos alto en lo que respecta a personas cercanas, aunque los noruegos y los ucranianos nos superan.
Según las conclusiones del estudio Preferred Interpersonal Distances: A Global Comparison, la tolerancia a la distancia a la que se encuentra otra persona no sólo varía si se trata de un extraño, un conocido o una persona cercana. También está determinada parcialmente por el género, la edad y el clima, además de por las preferencias personales.
"La distancia que nos gusta mantener en situación de interacción personal no es universal. Este estudio mostró que hay diferencias importantes entre países. Por ejemplo, en interacción con extraños importa si el país es de clima frío o cálido. Los países fríos prefieren mantener mayor distancia entre extraños que los países cálidos”, explicó a Perfil Guillermo Macbeth, investigador del Conicet y quien coordinó la investigación en Argentina. La muestra en nuestro país abarcó a 201 voluntarios de entre 18 y 80 años, de las ciudades de Paraná y Buenos Aires.
Confianza. Además del clima, entran en juego las variables del género y la edad. El estudio mostró que las mujeres prefieren mayor distancia interpersonal que los hombres y que las personas mayores guardan más distancia que los jóvenes cuando están interactuando con conocidos y con íntimos. "Las personas más jóvenes suelen establecer contacto físico más cercano con otros, lo que podría explicarse por cambios en las normas sociales entre generaciones”.
¿Por qué Argentina lidera el ranking como el país que acepta mayor cercanía física? "No lo sabemos todavía”, señaló Eugenia Razumiejczyk, investigadora del Conicet e integrante del equipo de trabajo. "Lo que sí sabemos hasta el momento es que tiene que ver en parte con el clima subtropical. Lo sorprendente del caso es que los argentinos tenemos preferencia por la cercanía física tanto entre conocidos como entre extraños, en comparación con otros países”.
"Hay mucho beso en Buenos Aires, y a veces no sé si entiendo bien. Uno besa a casi todo el mundo, la mejilla derecha de uno pegada a la mejilla derecha de otro, cuando saluda y cuando se despide. (...) Ahora que lo pienso, a los argentinos les gusta acercarse más de lo que yo estoy acostumbrado. Por ejemplo, en las colas del supermercado he tenido que hacer a un lado a ancianas cuya cercanía no me deja ni firmar el recibo de la tarjeta de crédito”, escribía en 2007 el periodista Daniel Schweimler, por ese entonces corresponsal de la BBC en Buenos Aires.
Es que el beso en la mejilla y el abrazo, tan propios de los argentinos al saludar, no son comunes en otros países. Pero las personas aprenden rápidamente las reglas tácitas de la distancia social. "En parte, las costumbres argentinas son problemáticas en interacción con otras culturas. Sin embargo, esto ocurre con cualquier cultura. Por suerte, sabemos por otros estudios que las situaciones interculturales activan de manera espontánea procesos adaptativos. Antes de permitirnos actuar según nuestras propias costumbres, pareciera que primero observamos atentamente cómo se comportan otros para formarnos una idea de lo conveniente”, concluyó Macbeth.
Lunes, 11 de diciembre de 2017
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