HABLAN LAS VICTIMAS DE COSITORTO
Deudas, peleas familiares y aprietes de usureros
Ahorristas locales y hasta del extranjero que invirtieron en Generación Zoe cuentan sus padecimientos a horas de la primera declaración indagatoria del líder de la organización.
Leonardo Nelson Cositorto (52) declararó este lunes a las 9 de la mañana por primera vez ante la fiscal de Instrucción de Villa María, Juliana Companys, en un testimonio que tiene en vilo a ahorristas locales, de casi toda América Latina y hasta de los Estados Unidos. Para el miércoles lo esperan en Corrientes.
No es una exageración. A medida que pasan los días, los tentáculos del holding Generación Zoe siguen saliendo a la luz en los puntos más diversos: Colombia, México, Perú y ahora Bolivia se suman a la lista de países en los que Cositorto tiene cuentas pendientes. También lo miran con lupa desde Estados Unidos, donde habría unos 4.500 engañados de Nueva Jersey y Miami.
El coach será indagado por Companys en la causa que investiga una presunta “asociación ilícita y estafa” a ahorristas que fueron captados para que invirtieran millonarias sumas en pesos y dólares. La investigación ya suma 21 detenidos y tiene todavía a un prófugo, el ex juez Héctor Yrimia (63), que el jueves pasado negó haber participado, remarcó que solo fue una especie de asesor y denunció ser otro damnificado por la estafa. Todo desde Dubai.
Generación Zoe comenzó a operar hace cinco años. Se presentaba como una compañía de coaching, liderazgo y educación. Vendían ‘independencia financiera’ y los secretos para alcanzarla. Por la otra ventanilla, también ofrecían planes de inversiones.
Uno de los paquetes de inversión más famosos prometía retornos mensuales en moneda verde de un 7,5% mensual, una oferta muchísimo más generosa que la mejor de la inversiones del sistema tradicional. Era un esquema piramidal, donde los nuevos ingresantes eran (según la sospecha) quienes pagaban esos retornos.
El rendimiento exagerado, junto al ostentoso estilo de vida que Cositorto y varios de sus seguidores publicaban en redes sociales, hizo despertar las sospechas. A finales de 2021 distintos usuarios en Twitter e YouTube comenzaron a alertar sobre el inconsistente modelo de negocios.
A la par, la justicia de Villa María empezaba a investigar el accionar de la empresa en la localidad cordobesa, donde dejó un tendal de víctimas. No fue el único lugar. En las siguientes semanas se sumarían causas en Corrientes y Ciudad de Buenos Aires.
Cositorto estuvo prófugo durante más de dos meses, en los cuales denunciaba una campaña de difamación en su contra y pedía a sus seguidores nuevos pagos en dólares. Buscaba reflotar un esquema que se fue a pique cuando los ahorristas comenzaron a agolparse en las oficinas de Zoe para buscar su plata.
En el medio quedó una incalculable cantidad de damnificados que no conoce de clases sociales. Es que a las palabras del falso coach financiero le creyeron quienes invirtieron cientos de miles de dólares, pero también aquellos que le dejaron los pocos ahorros de una vida confiando en la promesa de una renta extraordinaria y, más siniestro aún, el augurio de una ‘independencia financiera’ que no fue tal. “Perdí 14.000 dólares” Sin trabajo desde octubre de 2019 y con una inflación que empezaba a galopar y amenazaba con pulverizar su indemnización, José Fernández (44) vio en Generación Zoe la chance de hacer una diferencia mientras pateaba las calles de la ciudad correntina de Goya en un intento por reinsertarse laboralmente. El hombre había trabajado toda la vida para Massalin Particulares, la tabacalera que hace casi tres años decidió bajar sus persianas en Corrientes para mudar toda su producción a Buenos Aires. “Trabajé ahí 22 años. La empresa pagó las indemnizaciones y al poco tiempo vino el cierre de todo por la pandemia de coronavirus. Fue imposible conseguir otro trabajo”, recuerda.
José está soltero y vive con sus padres, a quienes busca preservar. “Ellos no saben nada del dinero que perdí con Generación Zoe. Tengo miedo que los afecte”, admite. El hombre es uno de los primeros en denunciar a Leonardo Cositorto y sus laderos locales por estafa.
Fernández conoció el negocio a mediados del año pasado y entró en septiembre con una inversión inicial de 1.000 dólares. “Jonathan Vargas fue quien trajo la propuesta de Buenos Aires. Era muy atractivo tener un retorno de 7,5% mensual en dólares y al principio cumplieron con los pagos, aunque siempre buscaban que reinvirtieras todo el dinero. Para eso te ofrecían tasas aún más altas”, detalla.
El hombre, que no pierde las esperanzas de recuperar su dinero, sostuvo que “nos habían dicho que podíamos seguir nuestras inversiones a través de una billetera virtual pero sólo era una app. Entre el 1º y el 5 de cada mes debíamos decirles qué íbamos a hacer con el dinero. Esa inversión inicial que hice pude recuperarla toda y como parecía funcionar bien, me ofrecieron entrar en el negocio de los bots. Nos decían que era inteligencia artificial aplicada a las inversiones, que la máquina evaluaba las variables y decidía dónde era mejor colocar el dinero, ya sea en dólares, oro, criptomonedas”, cuenta Fernández.
En diciembre, José volvió a colocar su dinero en Generación Zoe, sin imaginar que apenas dos meses después la empresa dejaría de pagar. “Entre el capital y los intereses perdí 14.000 dólares”, confiesa.
“Todo esto fue devastador. Psicológicamente me destruyó. En los primeros tiempos casi no comía, me costaba conciliar el sueño. Llegué a perder quince kilos y ahora debo consumir pastillas para poder dormir”, asegura José. El hombre busca encontrar algún tipo de consuelo al revelar que otras personas nunca vieron las ganancias que les prometieron: “Tengo compañeros de seguridad en Massalin que se sumaron a Generación Zoe en los últimos meses y perdieron todo su dinero. Es gente que por suerte todavía está trabajando para la tabacalera”.
Para Fernández “Jonathan Vargas debería estar preso y no como denunciante en la causa en Goya, porque él estaba al frente de todo junto con los hermanos Nicolás y Javier Medina; y su medio hermano Lucas Camelino. Estos tres hombres fueron detenidos luego que desmontaran la oficina local de Zoe. Sospechó, pero igual cayó A Leonardo Martínez le daba bastante mala espina el negocio al que querían meterlo. “Es una pirámide”, le repetía a su conocida, que insistía con unas ganancias extraordinarias y en dólares. Del otro lado, su amiga no paraba de mostrarle capturas de transferencias, recibos, ingresos, de una comunidad que estaba en desarrollo y explotaba en Argentina. Un negocio en auge.
Le mostró una pantalla tan convincente que finalmente lo metió. Hoy, Martínez es quien encabeza la lucha de los desamparados por Generación Zoe en Bolivia, una plaza que estaba fuera del mapa hasta hace pocos días pero que, estiman, tendría cerca de 800 damnificados.
Martínez vive en La Paz. De 44 años, es licenciado en comercio exterior y estudiante de leyes. Junto con su mujer, decidieron entrar de a poquito en el esquema y con un capital pequeño que, en muy poco tiempo, se multiplicó. Leonardo Martínez invirtió en la filial de Zoe en Bolivia.
Leonardo Martínez invirtió en la filial de Zoe en Bolivia.
“Nos hablaban de la libertad financiera. Aquí en Bolivia el sueldo básico es de 2530 Bolivianos (368 dólares). Si haces una inversión de 1000 o 2000 dólares, el 7,5 de interés te da casi un salario”, le cuenta vía telefónica a Clarín.
Ese 7,5 mensual y en dólares que menciona es la renta que prometía Zoe y que se volvió caballito de batalla para captar nuevos inversores a lo largo del continente. Dice que cuando comenzó a ver que el dinero ingresaba y que los cursos de coaching que se ofrecían eran reales, bajó la guardia y se convenció de que podía ser real. Confió y aumentó su inversión.
“‘Siempre tener libertad financiera’, nos decían, y de esa manera se iba reclutando gente”, recuerda ahora, evocando las charlas que brindaban los referentes para captar nuevos miembros.
Eran presentaciones a todo nivel, con catering de primera calidad en los salones auditorios de los hoteles más caros de Santa Cruz, Cochabamba o La Paz. Allí aparecían los referentes de Zoe en Bolivia, que machacaban con la importancia de ser ‘financieramente libres’. ¿La clave? Los cursos de finanzas, trading o coaching que ofrecía la Academia Zoe Empowement a quienes pagaban entre 80 y 100 dólares por una beca anual.
Una vez adentro, las promociones para seguir sumando capital eran constantes. Llegaban a partir de grupos de WhatsApp, que reenviaban las ofertas que partían de Buenos Aires.
Martinez sumó a su mujer, que aportó gran parte de sus ahorros. En total pusieron 20.000 dólares. A fines de 2021 en redes sociales comenzaban a circular con más fuerza las voces que señalaban a Cositorto como un estafador. Martínez fue a consultar con los líderes regionales, quienes intentaron calmarlo y decirle que todo se trataba de rumores para desestabilizar a la empresa. Cositorto es investigado por estafa y asociación ilícita.
Cositorto es investigado por estafa y asociación ilícita.
“Mira, en Navidad compraron regalos y fueron a una comunidad para entregarlos. Uno piensa que no es una estafa porque le están haciendo el bien a las personas. Pero ahí te das cuenta que han jugado con la fe. Decían que Dios nos une, nos bendice”, cuenta con bronca.
A la par, desde Buenos Aires lanzaron la promoción del bot navideño, una inversión irresistible que ofrecía duplicar el capital en tres meses. Quien invertía 1500 dólares en diciembre, recibiría a cambio pagos de 1000 dólares en enero, febrero y marzo. Fue un boom. Según estiman, en Bolivia pasaron de tener 450 miembros a unos 800.
Hoy todos están reclamando poder recuperar algo de ese dinero perdido. Martinez cuenta historias de gente que puso hasta 35 mil dólares, con la promesa de un retorno sideral. Otros habían recurrido a prestamistas, para hacer una bicicleta que quedó trunca.
Pero lo que prima es la tristeza y la bronca. “Mucha gente está resignada, tiene fe de recuperar un 50 por ciento de lo que puso, al menos. Leonardo nos ha estafado a todos. Hemos sido incrédulos y ambiciosos. Tu ves un interés de un 7,5 o del 30 por ciento y quieres más”, dice masticando bronca. Todo empezó en una escuela El censo de 2018 dice que el municipio colombiano de Bucaramanga tiene una población de 581.130 habitantes. A nivel economía se encuentra entre las cinco más importantes del país. Y cuenta con una característica muy propia de distintas ciudades de Latinoamérica: en los últimos meses aparecieron cientos de vecinos estafados por Generación Zoe. “Aquí nos enteramos por el rector de una escuela”, dice Marta (45), una comerciante que perdió 2.350 dólares, y que prefiere no revelar su apellido. “Es un colegio grande que tiene desde jardín a secundaria. Empezaron los docentes, los no docentes, los pastores y miembros de la iglesia; el cuento se corrió tanto que se metieron los padres de los alumnos. La escuela entera se metió”. Pero hubo un momento, más temprano que tarde, en el que Zoe traspasó las paredes de la escuela, y se instaló en la ciudad. El marido de Marta es camionero. Ella tiene un comercio de velas. Juntos decidieron comenzar a invertir 500 dólares. Les representaría unos 37-38 dólares por mes. Fue en septiembre de 2021. “En un principio me pareció poquitico. Pero como teníamos a quién hacerle el reclamo, nos confiamos”, recuerda. Esa persona se llama Roger Ramírez, y es el rector de la escuela. Era el representante de Zoe en Bucaramanga. A pesar de que no existían oficinas físicas. Las más cercanas quedan en la ciudad de Pereira. Leonardo Cositorto y Maximiliano Batista.
Leonardo Cositorto y Maximiliano Batista.
Durante los tres primeros meses no existió un solo problema. Marta cobró y todas las personas que habían invertido se mostraban contentas. Habían recibido el porcentaje prometido. La situación cambiaría cuando apareció la propuesta de reinvertir. Entusiasmados con lo que parecía ser un buen negocio pusieron en venta el Renault Clío que tenían: lo vendieron en 4 mil dólares. La mitad fue invertida en el comercio de velas de Marta y el resto en Zoe.
Por aquellos días Marta y varios inversores de Bucaramanga (muchos compartían un grupo de WhatsApp) se encontraron con los primeros malos comentarios sobre Leonardo Cositorto. Eran de supuestos estafados de Nicaragua. En Bucaramanga lo defendieron: “Eso es falso”, “¿por qué dicen eso? Si a la gente le va bien”, “le inventan cosas; es una persona inteligente que trabaja con el dinero de otros”, fueron algunos de los comentarios en el grupo.
Tan convencidos estaban que salieron a pedir créditos en bancos y financieras y prestamos a usureros informales vinculados a las mafias de la ciudad. Marta jura que un vecino se animó a invertir 95 mil dólares. Para febrero pasado, cuando debían cobrar lo del primer mes, los rumores de estafas crecían. Ya había denuncias en Villa María, Córdoba. Leyeron, también, que Cositorto era buscado por Interpol. “Oremos; que Dios nos ayude. Leonardo es muy bueno”, pidieron otros.
“Pero en febrero el señor vino a Colombia y le creímos. Estuvo cerca de nuestra ciudad. ‘Si estaría haciendo las cosas mal no estaría acá’, nos dijimos”, cuenta Marta, con indignación. Esta semana fue al instituto (siempre de Bucaramanga) en el que su hija hace un curso de maquillaje. Planteó su situación: contó lo de Zoe, lo del dinero invertido, lo de la estafa, que ya no podía pagar. La respuesta la sorprendió: “No, la súper entiendo. Mi hermano entró y perdimos todo”.
“No solo es no poder pagar la cuota del curso”, dice, y enumera: “Entré en depresión y debo hacerme cargo de mi responsabilidad con mi esposo. Iré a un banco a pedir un préstamo para devolverle su parte. Yo fui la que averiguó todo por internet y dije que era seguro. Me obsesioné con Zoe. Pensaba en la estafa apenas despertaba y hasta antes de dormir. Me volqué al trabajo y a leer la Biblia para olvidarme un poco. A veces no quiero ir al colegio de mi hija para no cruzarme con la persona que nos incentivó a entrar”.
Marta ya denunció a Cositorto en la Fiscalía local. Otros hicieron lo mismo, también, con el líder de Zoe en la ciudad. La idea de muchos es hacer denuncias colectivas. Como no cuentan con dinero, lo harán mediante abogados practicantes recién recibidos. Su situación es desesperante, pero no tanto como algunos casos que cuenta. Como el de la persona a la que le secuestraron a la hermana y le exigieron que se hiciera cargo de las inversiones que habían hecho por su recomendación. O como la de los que tuvieron que hipotecar su casa para devolver el dinero que le pidieron a los usureros. O los que viven amenazados por prestamistas informales vinculados a mafias.
Por último cierra con un mensaje. Aclara que no lo hizo “para volverse rica”, como acusan a los estafados. “Solo fue para encontrar una solución. Pero hay que ser realista. El dinero no se gana fácil”, remarca. Villa María, el origen Marcelo Peñaloza fue una de las primeras personas que no tuvo problemas en exponer lo que le había sucedido con su inversión en Generación Zoe.
En algunos casos por vergüenza, en otros por temor, no son muchos los damnificados que se animan a dar a conocer su experiencia como víctimas de la estafa piramidal más explosiva de los últimos años en Argentina. “No tengo abogado porque la Fiscalía me dijo que no era necesario porque me van a seguir sacando plata y no saben cuánto van a poder recuperar del dinero invertido”, le confiesa a Clarín. Marcelo Peñaloza, uno de los damnificados de Generación Zoe en Villa María.
Marcelo Peñaloza, uno de los damnificados de Generación Zoe en Villa María.
“Alcancé a invertir 1.700 dólares y supuestamente, de todo lo que recauden cuando esto termine, van a ver si devuelven un porcentaje a los denunciantes. No aseguran un 100 por ciento pero puede ser un porcentaje”, dice.
Peñaloza, un chofer de micros interurbanos, le contó a este diario que más allá de la detención de Cositorto no hay muchas novedades. “Dicen que a algunos les están ofreciendo algún tipo de pago, pero no lo tengo claro en mi caso”, precisa y agrega: “Siguen insistiendo en que no fue una estafa, que se trata de una demora en los pagos, pero hasta hoy no hay plata. Si hay una oferta de parte de ellos, que empiecen a dar algo de lo invertido”. Entró él y metió a dos amigos Ariel Rey Baquero es un colombiano que cayó en las redes de Generación Zoe y ahora explora la posibilidad de demandar a Cositorto y sus laderos en Argentina para intentar recuperar los 14.000 dólares que colocó como inversión junto a dos amigos.
Desde la ciudad de Villavicencio, en el departamento Meta, cuenta que “en 2020 yo estaba buscando un curso de marketing digital y me encontré con un aviso de Camilo Fonseca León ofreciendo los servicios de coaching de Zoe. Me parecía algo interesante y decidí tomar el curso, pero al poco tiempo me ofrecen invertir 1.000 dólares para no tener que costear esa formación y, además, me generaba una ganancia del 7% mensual, algo que no existe acá porque el rendimiento que dan los bancos locales es menor al 6% anual”.
“Al poco tiempo veo que cada vez más gente empieza a ingresar y aparecen en escena (Maximiliano) Batista y Roger Ramírez. El año pasado lanzaron un bingo que consistía en sorteos de dinero en efectivo entre las personas que llevaran nuevos inversores: primero fue de 200.000 dólares, luego 1.000.000 y luego la cifra se elevó a 3.000.000”, revela Ariel.
El hombre sostiene que en un primer momento nada hacía sospechar algo raro. “Leonardo Cositorto decía que manejaba 168 traders, que estaba en el negocio de los jugadores de fútbol para el mercado de Tailandia, que negociaban la compra de dos minas de oro para respaldar la criptomoneda que iban a lanzar. Uno miraba y tenían empresas de venta de hamburguesas, de taxis aéreos, de mascotas…”, relata.
En agosto del año pasado, Generación Zoe lanzó un bot que prometía duplicar la inversión en sólo tres meses. “Decían que te pagaban a razón de 33% mensual y así fue. Después sacaron otro a 11 meses con un 30% de ganancia mensual. Eso llevó a que mucha gente vendiera sus autos y casas para entrar al negocio”, revela Ariel.
“En mi caso, con dos amigos invertimos 14.000 dólares que no pudimos recuperar. Como sólo yo figuro como inversor, decidí devolverles el capital invertido a mis amigos pese a que en su momento les dije que entraban bajo su absoluta responsabilidad. Pude reintegrarles porque no era mucho”, sostiene Rey Baquero.
“Sabemos que en Colombia hay muchísimas personas estafadas, pero aún no se conoce porque siguen recibiendo mensajes de Generación Zoe en los que les aseguran que cumplirán con los pagos. Creo que en un tiempo más se va a conocer realmente cuánta gente fue engañada”, cierra.
Informes: Nahuel Gallotta, Ernesto Azarkevich y Fernando Agüero.
Martes, 26 de abril de 2022
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