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Mi hijo tiene neumonía: ¿es grave, doctor?
La neumonía es una inflamación de los pulmones ocasionada generalmente por virus y/o bacterias. Los gérmenes pueden llegar a los pulmones por diversas vías. Las más frecuentes son:
La inhalación de bacterias o virus que están en la nariz o garganta del niño. Por el aire, a través de las gotitas que producen las personas enfermas al toser o estornudar. Por compartir vasos, cubiertos, juguetes, otros utensilios o tocar pañuelos de un enfermo. Los síntomas pueden variar, como explicamos en la web Familia y Salud de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). Dependen de la edad, del germen que la ocasiona y de si el niño tiene otra enfermedad importante previa. Debe consultar al pediatra si su hijo, además de fiebre, tiene alguno de los siguientes signos:
La respiración es muy rápida. Respira con dificultad. No es que tenga la nariz tapada, le cuesta respirar porque no le entra bien el aire en los pulmones. Por eso se le oyen pitos en el pecho, se le hunden las costillas o cada vez que respira abre mucho los orificios de la nariz. Los niños con neumonía también pueden tener tos; aunque ésta no siempre se presenta desde el principio. Los niños mayores y adolescentes a veces notan dolor en el pecho. Otros síntomas de la neumonía pueden ser: escalofríos, cansancio, pérdida de apetito o vómitos.
La neumonía causada por virus afecta sobre todo a menores de 3 años y suele empezar de manera progresiva. Primero, como un simple catarro y poco a poco con otros síntomas como falta de apetito, vómitos o irritabilidad.
Hay algunas bacterias, como Mycoplasma y Chlamydia, que pueden causar neumonía sobre todo en niños mayores de 4-5 años y adolescentes. Igual que las víricas, los síntomas de este tipo de neumonías comienzan de forma progresiva, son más leves, y pueden cursar sin fiebre. La tos es más seca y es habitual que los niños presenten dolor de cabeza y muscular. Son las llamadas neumonías atípicas.
En cambio, la neumonía bacteriana típica empieza de manera brusca con fiebre alta, regular estado general y a veces dolor torácico. Está producida casi siempre por el neumococo. Suele afectar a niños más mayores que en el caso de las víricas, aunque pueden darse a cualquier edad. A veces la infección es mixta (virus y bacterias).
¿Qué puedo esperar en la consulta? El pediatra puede diagnosticar la neumonía con la información que usted aporte y la exploración del niño. A veces solicitará una radiografía de tórax para confirmar el diagnóstico, aunque ésta no siempre es necesaria. Hará una revisión de control en 24-48 horas o cuando lo considere necesario para ver la evolución. La mejoría se observa en 1-3 días. Es probable que la tos dure semanas. Puede que el pediatra mande el niño al hospital si lo considera necesario. Si la evolución es buena, no hay que hacer radiografía de control.
¿Cómo se trata la neumonía? La mayoría de los niños pueden tomar el tratamiento en su casa. Algunos necesitan ingresar en el hospital. Es el caso de los más pequeños, los que parece que están graves o los que tienen alguna enfermedad que se puede complicar.
En casa debe tener en cuenta:
Si tiene fiebre tomará paracetamol o ibuprofeno. Debe beber abundantes líquidos. Así estará bien hidratado. Pueden aliviarle los lavados nasales con suero fisiológico y aspirar las secreciones. No se recomienda usar medicinas para la tos, porque si quitamos la tos, el niño no será capaz de eliminar los mocos que produce la infección. No se recomiendan mucolíticos ni expectorantes puesto que pueden tener efectos secundarios graves. El pediatra le recomendará la toma de antibióticos si sospecha que la neumonía está causada por una bacteria. Los antibióticos no sirven si la neumonía está causada por virus. Estos niños sólo necesitan control. Siga siempre los consejos de su pediatra. Consulte si tiene alguna duda. No le dé otras medicinas a su hijo. Tampoco suprima el tratamiento que le han indicado. Acuda de nuevo si empeora o no observa ninguna mejoría en 24- 48 horas.
¿Cómo se puede prevenir la neumonía? Vacune a su hijo. Es la medida más eficaz para la prevención. Las vacunas disponibles protegen frente a bacterias y virus que pueden producir neumonías graves: neumococo, Haemophilus influenzae tipo b, tos ferina y sarampión. La vacuna antigripal se recomienda en niños de riesgo. Lactancia materna. Favorece las defensas del niño y previene las infecciones. No fumar. Evite el humo del tabaco. El tabaco aumenta el riesgo de infecciones respiratorias. El lavado de manos, tanto de los niños enfermos como de las personas de su entorno. Ventilar las habitaciones. No compartir utensilios. Todos estos consejos evitan la transmisión. Viejos mitos que hay que desterrar No existe el “principio de neumonía”. La neumonía está o no está. Los antibióticos no previenen la neumonía. No están indicados ante un catarro, que suele estar causado por virus. No todas las neumonías se tratan con antibióticos. En niños pequeños, la mayoría de las infecciones son víricas y no precisan tratamiento antibiótico. El pediatra decidirá si el pequeño tiene que tomar antibiótico. Ya sabemos que si se usan cuando no hacen falta, después puede que no hagan efecto cuando se necesitan. Hace muchos años la neumonía era una enfermedad muy peligrosa. Esto sigue pasando en los países en desarrollo. Sin embargo, en la actualidad, en países desarrollados, la mayoría de los niños se recuperan muy bien y podrán hacer una vida normal, sin ningún problema por haber tenido una neumonía.
Lunes, 25 de noviembre de 2019
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