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¿Por qué tenemos muelas de juicio?
¿Por qué están ahí las muelas de juicio? ¿Para qué sirve el tercer molar? Un nuevo estudio publicado por Natura devela el enigma de las muelas de juicio, que representan el dolor (cuando aparecen) y la madurez (cuando nacen).
El estudio muestra que la reducción del tercer molar no es una característica única de los humanos modernos, sino que responde en realidad a mecanismos básicos de desarrollo que compartimos con la mayoría de mamíferos.
Según el modelo de “inhibición en cascada” propuesto por el grupo de Kathryn Kavanagh en 2007, en el momento en el que un diente se desarrolla emite señales de activación o de represión sobre sus “vecinos”. La proporción entre ambas señales determinará el tamaño de los dientes adyacentes. Dicho modelo se basaba en datos obtenidos de ensayos en ratones, pero aún no había podido ser aplicado en otros mamíferos. Hasta esta época.
Un estudio de Alistair Evans permitió extender la idea de la “inhibición en cascada” a la especie humana. En particular, los científicos señalan que el modelo podría explicar la reducción del tamaño del tercer molar desde los australopitecos hasta la actualidad. En ancestros como los ardipitecos o los propios australopitecos, las muelas del juicio presentan un tamaño considerable, ya que el resto de muelas también tienden a crecer más en esta zona de la boca.
La proporción varió con la aparición del género Homo. El tamaño de cada muela no se mantuvo constante, sino cambió en función del tamaño total de la dentadura. La disminución de las dimensiones de nuestra dentadura provocó a su vez una reducción del tercer molar, como consecuencia del mecanismo de inhibición en cascada. Es decir, no somos tan especiales como nos creíamos, a pesar de contar con un “estorbo” como las muelas del juicio.
El modelo de Kavanagh es tan sencillo como atractivo. Conociendo el tamaño de la dentadura y la especie a la que pertenece un homínido, los científicos pueden ahora inferir el tamaño de los dientes de leche y los molares permanentes de la parte posterior de la boca. Esta conclusión, que podría parecernos anecdótica, también puede servir en los estudios de la evolución humana.
Para demostrar esto, el equipo de Evans fue capaz de predecir la gran reducción en el tamaño del tercer molar en restos encontrados en la Sima de los Huesos de Atapuerca. Se trata de una prueba clara de que nuestra historia también está escrita en las muelas. Aunque sean tan fastidiosas como las del juicio.
Jueves, 12 de septiembre de 2019
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