PERSONALIDAD
Personas arrogantes: sus 4 características típicas y cómo tratar con ellas
Cuando nos relacionamos con los demás, hay que entrar en una especie de juego de tensiones en el que se hay que hacer encajar la perspectiva de uno mismo, por un lado, y la de los demás, por el otro.
Las personas arrogantes son aquellas que fracasan a la hora de tener en cuenta la perspectiva de los demás, y esto se nota tanto en su vida social como en el malestar que causan en los demás. ¿Cómo reconocerlas?
Características de las personas arrogantes A la hora de detectar señales que nos ayuden a determinar si estamos o no frente a una persona arrogante, estos rasgos te pueden servir como orientación, si bien cada individuo es un mundo.
1. Tratan con menosprecio a quienes no están ahí Las personas arrogantes tienen una especial tendencia a quitar mérito a lo que hacen los demás, y a criticar. Esta es una manera de tratar de ganar “valor social” de manera relativamente fácil y sencilla, aunque también cruel y tramposa, pues el otro no está ahí para defenderse y el hecho de sacar a relucir sus supuestas imperfecciones crea la ilusión de que quien está hablando acerca de ellas no tiene esa clase de defectos.
2. No prestan atención a las opiniones ajenas Solo hay un caso en el que las personas especialmente arrogantes tengan en cuenta el modo en el que otros reaccionan ante lo que dicen: si se muestra un rechazo o un desacuerdo claro. Si no, lo más habitual es que reaccionen muy poco ante las opiniones y puntos de vista de los demás.
3. Alardean gratuitamente Otro tipo de comportamiento típico de las personas arrogantes consiste en apelar a sus méritos o privilegios con mucha facilidad, incluso si el curso de la conversación no lo requiere porque no se tratan temas relacionados con esos.
Esta es, en definitiva, otra de esas maneras en las que las personas con estas propensiones intentan darse importancia en su vida social. En casos extremos es posible incluso que se llegue a mentir claramente.
4. Se muestran crueles con los más tímidos Esta es una manera de crear una cierta territorialidad, mostrando a todos que no se tienen demasiados reparos a la hora de poner en una situación vulnerable a otra persona, o incluso humillarla, a veces sin ningún motivo claro. De esta manera se trata de establecer la idea de que lo mejor es tratar a esas personas arrogantes con deferencia. Se trata de una especia de chantaje: la importancia que se les da viene porque se impone este tipo de trato, no porque realmente se hayan ganado una posición de liderazgo o algo parecido.
¿Cómo tratarlas?
A la hora de interactuar con personas arrogantes, y dando por supuesto que tu objetivo no es implicarte en ellas para hacer que cambien a mejor (algo que requiere un tiempo, esfuerzo y preparación que no todos están dispuestos a poner sobre la mesa) sino hacer que el diálogo sea lo más fluido y lo menos accidentado posible, puedes seguir estos consejos.
1. No muestres sumisión Las personas arrogantes tienden a aprovecharse del modo en el que otros se someten a ellas, algo relativamente común a causa de la actitud altiva de las primeras. Hay quien, de manera automática, espontánea y semiinconsciente se deja llevar por esa dinámica de dominación que la persona arrogante impone en una conversación, y desde el punto de vista de la parte que “lidera” ese diálogo, esto hace que sea posible explotar esa situación en beneficio propio.
Por consiguiente, es importante hacerse respetar y expresarse de manera asertiva, sin renunciar a las propias opiniones e intereses, por mucho que eso implique llevar la contraria.
2. Evita los dramas Algo habitual de las personas arrogantes es crear un marco narrativo (es decir, un contexto comunicativo en el que interpretar ciertas cosas y no otras) en el que cualquier intento de llevarles la contraria sea visto como una salida de tono, una excentricidad. De esta manera, por ejemplo, al no tratarlas con deferencia o concediéndoles privilegios especiales, reaccionan como si hubiéramos dicho algo ridículo, incluso a veces con una pizca de paternalismo y condescendencia.
Ante esto, que incluso puede considerarse una forma de gaslighting, hay que mantenerse firmes. El criterio que uno mismo utiliza para relacionarse con los demás es tan válido como el de cualquier otro. Conviene hacer que el diálogo vuelva a su cauce normal, sin dar muestras de que se intentamos compensar un agravio.
3. Ve al grano Lo mejor para contrarrestar esa pseudo-importancia que se da a sí misma la otra persona, lo mejor es simplemente no concedérsela uno mismo. Trátala exactamente igual que a cualquier otra persona, pero sin mostrar sorpresa ante sus intentos de mostrarse contrariada de un modo dramático. Mantener una actitud neutral y educada pero asertiva siempre es bueno en estos casos.
Lunes, 15 de abril de 2019
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