MESSI INGRESO EN EL ST
Barcelona y Real Madrid empataron y el finalista se define en el Bernabéu
Barcelona y Real Madrid empataron 1-1 en el Camp Nou, en el partido de ida de las semifinales de la Copa del Rey , el primero de los tres clásicos del fútbol español que se disputarán en las próximas semanas, incluido el cruce por la Liga. Lucas Vázquez adelantó al equipo visitante a los 6 minutos y lo igualó el brasileño Malcom, a los 12 de la segunda etapa.
Es un festín para 92.008 espectadores -y miles que lo siguen por televisión en buena parte del mundo- más allá de que las firmas con nombre propio, las jerarquías individuales, no se agigantan en esta cita. La Copa del Rey es un torneo de relativa importancia. En Europa, la Champions League representa la monarquía de las competencias, mientras que la Liga de España se ofrece como una recompensa valiosa. El histórico torneo doméstico suele ser un elemento decorativo en las campañas de los más grandes, hasta que el destino los reencuentra.
Allí, entonces, Barcelona y Real Madrid disponen de las mejores formaciones y se sacan chispas. El empate en el Camp Nou -un entretenido espectáculo, aunque con el colmillo recortado-, en la primera semifinal, se ofrece sin el vuelo que exige esta clase de desafíos estelares. Lionel Messi, en esa sintonía, mientras se recupera de una contractura en el muslo izquierdo, jugó los últimos 30 minutos con un aire de melancolía.
Una versión desabrida, apartado de la clase que suele exhibir con el Madrid. Corre, trota, se queda estático, tira un caño. Recupera un balón, lo bajan y remata un tiro libre sin prepotencia, a la altura de los tobillos rivales. El genio, que entra por Coutinho a los 18 minutos de la segunda parte, cae en la trampa del contexto: los cracks se comprometen de a ratos, más tiempo con las medias bajas que en el concierto del silencio que ofrece el magnífico estadio; un teatro extraordinario a cielo abierto, con espectadores sentados, desmotivados de gritos y de emociones. Ni Suárez, ni Coutinho, sólo la templanza de Arthur. Ni Benzema, ni Vinicius ni Modric, apenas el criterio de Lucas Vázquez, el hombre que abre el marcador. Isco vive la siesta eterna con Santiago Solari: el conductor argentino prefiere la solidez, la practicidad, por sobre el vuelo esporádico de un fuera de serie.
Si bien fueron apenas siete partidos, resulta toda una curiosidad que la Pulga no le haya anotado al Madrid en el tradicional certamen español. En general, 39 partidos le marcó 26 tantos, divididos en partidos de Liga (18 goles en 24 partidos), de Supercopa de España (seis goles en seis partidos) y de Champions League (dos goles en dos partidos). De los 39 encuentros disputados ante Real Madrid, Barcelona con Messi ganó 17, igualó 10 y perdió 12. En el Camp Nou, la serie es pareja: 7-7-6, mientras que en el Santiago Bernabéu es mucho mejor: 10-3-6.
Un tiro en el travesaño y un par de mano a mano; vértigo y lucidez de vez en cuando: Messi se aburre en el banco de suplentes, se toma la cabeza con el gol del equipo blanco y no larga una botella de agua vacía. Festeja, al fin, el zurdazo de Malcom, lo que representa, de algún modo, el clásico del futuro. El brasileño, ex Corinthians, tiene 21 años y juega con la habilidad de los atrevidos. El partido cae en el embudo de la conformidad: Barcelona, casi siempre con el control, ya no arriesga tanto, porque los contraataques del equipo que dirige Solari suelen ser puñales. Bale se tropieza en sus pensamientos, antes de patear con el arco, casi, casi libre.
El otro choque será mañana, a las 17 de la Argentina, entre Betis y Valencia. El choque de planetas acaba en tablas y rápidamente los gigantes cambian de chip. Lo urgente es la liga local, en la que el equipo catalán está primero, con 50 puntos y Real Madrid lo acecha con 42, en el tercer lugar, pero corta una serie de cinco victorias en fila. Los blancos, en la mejor versión con Solari, espían el choque de los octavos de final de la Champions League -lo verdaderamente importante- con Ajax, previsto para el próximo 13. A Barcelona lo espera Lyon, el 19. La Copa del Rey, mientras, espera a un grande en la finalísima. Y qué mejor que dejar en el camino al adversario de todos los tiempos.
Jueves, 7 de febrero de 2019
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