ENTRE LA GRIETA Y EL MODELO TRUMP
Los consultores y encuestadores analizan la posible influencia del modelo Bolsonaro
El traslado del repertorio autoritario y violento no es automático, pero sí posible. Las diferentes prioridades argentinas y la posibilidad de un “trumpismo” autoritario pero proteccionista y proindutrial.
Los consultores, encuestadores y analistas de campañas electorales tienen visiones distintas sobre el impacto y la aplicación en la Argentina de lo ocurrido en Brasil. Una parte de los consultores sostiene que los temas de Jair Bolsonaro, corrupción y seguridad, no tendrán fuerte impacto en la Argentina porque aquí la temática gira alrededor de salarios, desempleo, inflación y producción. Otros consultores, en cambio, afirman que hay cierto parentesco entre la grieta brasileña y la argentina. Desde ese punto de vista consideran que “la ancha avenida del centro” no existió en el país vecino y –dicen– no existirá aquí. También argumentan que, con la exclusión de Lula, el PT tardó demasiado en lanzar a Fernando Haddad, es decir que la oposición debería considerar otro nivel de planificación y estrategia.
Raúl Timerman, del Grupo de Opinión Pública, es categórico: “La campaña en Brasil tuvo dos ejes. Dejar afuera a Lula y consignas vinculadas con ‘los corruptos están de aquel lado y yo garantizo la seguridad’. Con eso no se gana en la Argentina. Acá los temas son inflación, salarios, tarifas, el peligro de perder el trabajo, la posibilidad de conseguir trabajo, la amenaza de una reforma laboral que arrase, por ejemplo, con las indemnizaciones que son un resguardo, un capital del trabajador. Algún candidato, tipo Guillermo Moreno o Alfredo Olmedo puede ser que tome el camino de Bolsonaro, pero yo veo más bien campañas al estilo Donald Trump, centradas en defender el trabajo, defender la industria, frenar las importaciones. Por supuesto que el candidato oficialista irá por el tema de la corrupción kirchnerista, pero tiene que afrontar la idea de que con Cristina se vivía mejor aunque ahora –dirán– hay menos corrupción o, en realidad, hay una corrupción distinta. Por el momento difunden la realización de obras que, la verdad, están paradas”.
Hugo Haime, de Haime y Asociados, sostiene que “cada campaña requiere una estrategia propia. Una cosa es analizar las campañas del mundo, ganadoras y perdedoras, los avances tecnológicos, el whatsap, las redes, Facebook, la minería de datos. Otra cosa es copiar contenido. Cada candidato, cada fuerza política, tiene una visión, una propuesta, y se dirige a distintos electorados. El caso Bolsonaro, como el de Trump, son muy parecidos desde los liderazgos y el modo de hacer campaña. La pregunta es ¿sobre que será la lección de Argentina? Corrupción y valores republicanos versus valores nacionales y economía. Esa es una contradicción posible. Podría dar cuatro o cinco ejes contradictorios más, pero no creo que el eje de la elección sea más o menos mano dura, más o menos dureza con la inmigración, aceptación o rechazo de la diversidad de genero. En síntesis el caso Bolsonaro y el de Trump son para mirarlos, para reflexionar, pero el que quiera copiar se equivoca”.
Roberto Bacman, del Centro de Estudios de Opinión Pública, sostiene que lo ocurrido en Brasil debe ser mirado atentamente. Sugiere, por ejemplo, que en el caso brasileño, el reemplazo de Haddad por Lula fue tardío. “Desde el Lavajato nada fue igual en Brasil. Se instaló un nuevo clima de tensión. Bolsonaro estaba en el lugar justo. Esa tensión, salvando las distancias, se vive en nuestro país. Macri no es Bolsonaro, pero la sociedad está fuertemente segmentada ideológica y políticamente en la denominada grieta. Macri no le encuentra el rumbo a la economía, pero sí logró instalar fuerte la dicotomía. Al igual que Brasil, tiene un establishment que lo apoya: los medios hegemónicos, los sectores de la economía más favorecidos por la actual gestión y un importante sector del Poder Judicial. En el campo de la oposición, algo los une: el fuerte rechazo a lo que Cambiemos representa. En Brasil, sacar a Lula de la cancha fue un golpe maestro. La campaña de Haddad se llevó a cabo en muy poco tiempo, tan poco que no tuvo la capacidad de contener a los propios votantes de Lula. Ahí hay un desafío: no improvisar, trazar un plan estratégico para recuperar el poder; pensar alianzas; abrir mentes; realizar autocríticas necesarias y esperadas”.
Facundo Nejamkis, de Opina Argentina, en cambio, piensa que cierta influencia se producirá en el país, aunque no tiene tiempo para consolidarse. “Probablemente asistamos a un renacer de candidatos que, al estilo de lo que fueron en su momento Luis Patti o Aldo Rico, introduzcan discursos antiinmigrantes, propuestas de mano dura, anti aborto y contra las minorías, van a tener un grado mayor de legitimidad y mayor espacio para ser escuchados. Esto ya se puede notar en el caso de algunas figuras cercanas a Cambiemos. Es posible que aquellos que intenten constituirse en tercera opción prueben con la formula que ha tenido éxito en el Brasil. Sin embargo, no se trata solo de adaptar ese discurso a las características de nuestro país, sino además encontrar los actores que lo puedan interpretar de manera creíble. Ese me parece es el punto mas complejo y difícil. No veo en el escenario actual un o una dirigente con esas características, mas aún pensando en la cercanía del proceso electoral 2019”.
Ricardo Rouvier, de Rouvier y Asociados, evalúa que habrá discursos, influencias, pero no un fenómeno Bolsonaro de lleno en la Argentina. “En principio creo que no es replicable en nuestro país. Si creo que hay una tendencia en la que afloran posiciones nacionalistas, y reaccionarias. Entiendo que algunos aspectos de esta nueva tendencia podrán tener lugar en el escenario electoral nacional, como una disposición a limitar las corrientes inmigratorias y la cuestión de la seguridad urbana. Aparecerán las propuestas de configurar un Estado más cerrado, más punitivo en la lucha contra la delincuencia. Estas líneas son emergentes de creencias prefijadas con anterioridad que no se expresaban frente a gobiernos progresistas. La irrupción exitosa de Bolsonaro y las corrientes mundiales ahora permitirán que dichas líneas puedan manifestarse”.
Analía Del Franco, de Del Franco consultores, piensa que habrá influencia en ciertos aspectos. “Por ejemplo, los evangelistas. Es verdad que todas las media noches los pastores evangelistas están en la pantalla de TV pero hoy se tornan más visibles, generan más atención y se los comienza a asociar con otros ámbitos.La propuesta ganadora en Brasil se centra en ‘cambio de valores’, en recuperar cierto ‘orden moral’ que tiende a ser atractiva en una coyuntura con altos niveles de inseguridad ciudadana que conlleva a pensar en desorden y desprotección. Este puede ser un ítem sensible para los argentinos.La lucha contra la corrupción de los políticos y la demonización de un partido también aplica localmente. De hecho gran parte de la motivación de voto Cambiemos 2015 se centró en esto, ratificado en 2017. No cabe duda que va a incidir pero a la argentina, tanto en contenido de propuestas como en el perfil de los políticos que las promuevan”.
Artemio López, de Equis, afirma que en Brasil se confirmó el modelo de sociedades polarizadas. “Se verificó lo que se viene verificando en toda la región y especialmente en las elecciones argentinas del año 2015 y 2017: los terceros espacios están siendo abolidos. En el caso brasileño como apuntó Ricardo Ismael, profesor de Ciencias Políticas de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro. ‘La desintegración del centro se llevó a varios candidatos débiles y moderados en un país muy dividido entre petistas y antipetistas, en el que en un sector impera un sentimiento de indignación hacia la clase política por las revelaciones de corrupción, y la gente vota con rabia, no de manera racional’ . Más allá del contenido moral, la polarización también esta surcada por determinaciones de clase: Jair Bolsonaro venció en el 97 por ciento de las ciudades más ricas y Fernando Haddad en el 98 por ciento de las pobres. En suma Brasil vuelve a mostrar que tras las experiencias populistas de la década anterior se consolidan sociedades polarizadas, ‘los de arriba y los de abajo’ y ya no hay lugar para la ‘ancha avenida del centro’. Hoy el que se corre al centro se cae del mapa. En suma: no es tiempo para moderados”.
Domingo, 4 de noviembre de 2018
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