El sábado a la noche, mientras la viuda de Gabriel Tichellio se quebraba ante el Fiscal, en una verdulería del barrio Laguna Seca una vecina identificó a Miriam Beatriz J., de 32 años, alias “El Guilian”. No dudó en acusarla sobre lo ocurrido con el agente penitenciario. La mujer tenía evidencias: observó fotografías de esa mujer en la red social Facebook y por WhatsApp en las que ya la mencionaban como sospechosa de participar en el crimen. MJ sería quien pegó a Tichellio hasta matarlo.

A pesar de que el asesinato del agente penitenciario Gabriel Tichellio, de 32 años, habría sido premeditado, las dos personas sospechadas de cometerlo dejaron un “reguero” de evidencias comprometedoras. Pasaron sólo unas pocas horas desde el hallazgo del cadáver hasta que surgió la hipótesis de que su esposa, junto una amante de ella, tendrían mucho que ver. Y fue así. Ambas resultaron apresadas por la Policía bajo los cargos de homicidio calificado.

Salieron a la luz detalles asombrosos. El hombre murió adentro de su vivienda. Mientras dormía la siesta en la cama de su habitación, lo golpearon en varias ocasiones en la cabeza con un mazo. Nunca tuvo chances de defenderse.

El crimen se produjo, según la hipótesis policial, el jueves entre las 15 y las 16. Luego, a eso de las 21, lo cargaron a una camioneta Renault Kangoo para dejar el cadáver adentro del vehículo hallado abandonado alrededor de las 23:45 de ese día, en avenida Maipú casi las exvías del ferrocarril, en un tramo oscuro.

Ayer, a unos 50 metros del lugar en el que habían dado con la pick up, los detectives localizaron (entre la maleza, a 20 metros de la cinta asfáltica) el arma usada para cometer el asesinato: un mazo mediano, con manchas de sangre e, incluso, lo que serían restos de cabellos. En tanto, a 300 metros, en dirección al centro de la ciudad y sobre la banquina opuesta, dieron con la billetera de Tichellio, explicaron a época fuentes ligadas al caso.

Lorena E., de 31 años, concubina del agente, fue la primera en ser demorada el sábado a la noche, a las 20, en la esquina de la casa en la que vivía junto a su marido y sus tres hijos menores. Fue en Sánchez de Bustamante y Santiago Zibelman. Habían pasado unas pocas horas desde finalizada la ceremonia de despedida de los restos de la víctima, con sus familiares emocionalmente destruidos.

La esperaban efectivos de la Dirección de Investigación de Delitos Complejos (DIDC) y de la División Homicidios de la Dirección de Investigación Criminal (DIC), quienes tenían la presunción de que Lorena podría “quebrarse”, tal como ocurrió en una sede policial.

También el sábado, poco antes de las 21, en una verdulería del barrio Laguna Seca, una vecina identificó a Miriam Beatriz J., de 32 años, alias “El Guilian”, y la acusó frente a otras personas. La testigo había visto durante toda esa jornada fotografías de esa mujer en la red social Facebook y por WhatsApp en las que ya la mencionaban como sospechosa de participar en el crimen.

Ante el imprevisto, “El Guilian” caminó rumbo a la comisaría Octava y decidió “entregarse”. Luego la condujeron a la sede de la DIC y, de allí en más, aparentemente, comenzó a revelar información. En pocas palabras, habría admitido el delito.

Miriam, oriunda de la localidad de Empedrado, vivía en un inquilinato de capital y, se confirmó después, sería la autora material del asesinato del agente penitenciario.

Lorena y Miriam comenzaron en abril una relación sentimental a espaldas de Tichellio y, con uso de perfiles en Facebook, bajo otras identidades, mantenían comunicación fluida e intercambiaban frases de amor.

“Orgullosa de ser una pecadora, en un mundo de falsas santas”, posteó Lorena en una imagen con esa frase sobreimpresa, en la cuenta en la que decía llamarse “Lorenita Flores” y la que cerró anteanoche.

Ella y Gabriel eran asiduos concurrentes a un templo evangélico. Predicaban la palabra de Dios.
Sobre “El Guilian”, por su parte, trascendió que mantuvo varias parejas femeninas. Y que en Empedrado, en el año 2014, la investigaron por el suicidio de una novia. “Fue sospechada de inducirla a quitarse la vida”, expresó una fuente extrajudicial.

El viernes, cuando la noticia del asesinato generaba mucha conmoción y se vertían todo tipo de hipótesis, Lorena declaró ante los policías que su esposo salió el jueves a la siesta (dijo 15:30) en la camioneta en la que lo encontraron muerto. “Almorzamos, oramos y después se fue”, expresó.

Sin embargo, ese día, vecinos consultados por los efectivos que buscaban información en el barrio dieron con la primera evidencia importante. Tres de ellos coincidieron en afirmar que vieron la camioneta de Gabriel alejarse a la noche y no a la siesta. Es más, uno de ellos explicó verse sorprendido cuando el vehículo casi choca una alambrada.

Data de muerte
Los estudios forenses determinaron que el penitenciario falleció, estimativamente, 5 horas antes de que lo hallaran. Esto, sumado al testimonio de vecinos, llevó sospechar que el escenario del crimen sería nada menos que su casa.

Las heridas en la cabeza fueron del lado derecho del cráneo. Y, por sus características, se encontraba acostado de espaldas y sobre su lado izquierdo. Sufrió múltiples fracturas. “Fue una muerte muy violenta, con bastante de ensañamiento”, reveló una de las fuentes. La autora material sería Miriam, mientras Lorena se encontraba a media cuadra, en la plaza, con los niños.

Allanamiento
El sábado no pudo ser concretado el allanamiento a la casa alquilada en la que Lorena y Gabriel, junto a sus tres hijos, vivían en el barrio Nuevo. Tal procedimiento se produjo ayer. Efectivos de la DIC, de la DIDC, de Pericias Científicas y de la Fiscalía ingresaron al inmueble de planta alta.

Durante la inspección secuestraron diversos elementos para sumar a la causa, como ropa y un par de guantes. Parte de la casa habría sido “limpiada” tras el hecho. Pero, lo principal, apuntaba a determinar el escenario concreto del ataque mortal, una habitación en la que buscaron rastros hemáticos.

Lunes, 30 de julio de 2018