El príncipe heredero Mohammed bin Salman de Arabia Saudita, que reemplazó a Mohammed bin Nayef como el siguiente en la línea sucesoria para ser rey. Se cree que la transición fue más complicada de lo que trascendió públicamente. El presidente Donald J. Trump se reunió recientemente con Bin Salman. (Stephen Crowley/The New York Times)

AMAN, Jordania — Como el siguiente en la línea de sucesión para ser el rey de Arabia Saudita, Mohamed bin Nayef no estaba acostumbrado a que le dijeran qué hacer. Luego, una noche de junio, lo emplazaron a ir a un palacio en la Meca, lo retuvieron en contra de su voluntad y lo presionaron durante horas para que renunciara a su derecho al trono.

Al amanecer, había cedido y Arabia Saudita se despertó con la noticia de que tenía un nuevo príncipe heredero: el hijo del rey Mohamed bin Salman, de 31 años.

Los partidarios del joven príncipe han elogiado su ascenso como el empoderamiento sin problemas de un líder ambicioso. Sin embargo, desde que se le promovió el 21 de junio, han surgido indicios de que Mohamed bin Salman maquinó la destitución y que la transición fue más escabrosa de lo que se ha presentado públicamente, según funcionarios estadounidense anteriores y en funciones, así como allegados a la familia real.

Para fortalecer el apoyo al cambio repentino en la línea de sucesión, se les dijo a algunos príncipes séniores que Mohamed bin Nayef no era apto para ser el rey debido a un problema de drogadicción, según un allegado a la familia real.

La decisión de destituir a Mohamed bin Nayef y a algunos de sus colegas más cercanos difundió la inquietud entre los funcionarios de contraterrorismo en Estados Unidos, quienes vieron desaparecer a sus contactos sauditas a los que mayor confianza les tenían y han batallado para forjar nuevas relaciones.

Y la acumulación de tanto poder en un solo joven de la realeza, el príncipe Mohamad bin Salman, ha inquietado a la familia real, la que se ha guiado de tiempo atrás por el consenso y la deferencia hacia los mayores.

“Es posible que ahora tengas tal concentración de poder dentro de una rama y en un individuo, que también es más joven que muchos de sus primos e hijos de quienes fueron reyes, que puede empezar a crear una situación en la que la familia está desfasada”, explicó Kristian Coates Ulrichsen, un investigador sobre Oriente Próximo en el Instituto Baker de Políticas Públicas en la Universidad Rice, quien estudia la política en el golfo Pérsico.

La insularidad de la extensa familia real, extraordinariamente acaudalada, es bien conocida, lo que provoca, con frecuencia, que los diplomáticos, agentes de inteligencia y miembros de la propia familia tengan problemas para descifrar su dinámica interna.

Sin embargo, desde que “The New York Times” reportó el mes pasado que se había confinado a Mohamed bin Nayef a su palacio, funcionarios estadounidenses y allegados a miembros de la realeza han proporcionado versiones similares sobre cómo el sobrino presionó al príncipe mayor para que se hiciera a un lado. Todos hablaron a condición del anonimato para no arriesgar a sus contactos dentro del reino o ponerse ellos en peligro.

En respuesta a las preguntas de “The Times”, un alto funcionario saudita negó, en una declaración por escrito, que se hubiese presionado a Mohamed bin Nayef, y dijo que el Consejo de la Lealtad, un organismo de príncipes mayores, había aprobado el cambio en “beneficio de la nación”.

En la declaración se dice que Mohamed bin Nayef fue el primero en jurar lealtad al nuevo príncipe heredero y que había insistido en que se filmara y transmitiera ese momento. El ex príncipe heredero recibe visitas todos los días en su palacio en Yeda, y ha visitado al rey y al príncipe heredero en más de una ocasión, se dice en la declaración.

La rivalidad entre los príncipes comenzó en 2015, cuando el rey Salman ascendió al trono y confirió un tremendo poder a su hijo favorito.

A Mohamed bin Salman lo nombraron vice príncipe heredero, o segundo en la línea para convertirse en rey, así como ministro de Defensa; se le puso a cargo del poderoso consejo económico, y se le dio la supervisión del monopolio estatal del petróleo, la empresa Saudi Aramco.

Mohamed bin Salman elevó su perfil con visitas a China, Rusia y Estados Unidos, donde conoció a Mark Zuckerberg, el director ejecutivo de Facebook y cenó con el presidente Donald Trump en la Casa Blanca. También ha dirigido Vision 2030, un ambicioso plan para el futuro del reino que busca transformar la economía saudita y mejorar la vida de los ciudadanos.

Los partidarios de Mohamed bin Salman lo elogian por ser un visionario muy trabajador que abordó los desafíos del reino con rectitud extraordinaria. Sus programas, incluidos el incremento de oportunidades de entretenimiento dentro del reino hiperconservador, le han conseguido adeptos entre las dos terceras partes de sauditas que son menores de 30 años.

Sin embargo, sus críticos dicen que es temerario y está sediento de poder, que ha enredado al país en una guerra costosa y, hasta ahora, fallida en Yemen, en la que han muerto muchos civiles, así como en un pleito con Qatar. No hay una salida clara para ninguna de las dos cosas.

El príncipe ascendió a costa de sus parientes de más edad, incluido Mohamed bin Nayef, de 57 años. Como jefe del ministerio del interior, Mohamed bin Nayef lideró el desmantelamiento de Al Qaeda en el reino después de una letal campaña de bombardeos hace una década. Si bien mantuvo un perfil público bajo, aun después de convertirse en el príncipe heredero en 2015, su trabajo le ganó aliados en Estados Unidos y otros países occidentales y árabes.

Aun cuando su remoción les pareció repentina a muchos, fue planeada. La noche del 20 de junio, un grupo de príncipes mayores y funcionarios de seguridad se reunieron en el palacio Safa en la Meca, después de que les informaron que el rey Salman quería verlos, según funcionarios estadounidenses y allegados a la familia real.

Se acercaba el final del Ramadán, el mes santo islámico, cuando los sauditas están preocupados por los deberes religiosos y muchos miembros de la familia real se habían reunido en la Meca antes de viajar al extranjero en la festividad de Eid al Fitr. Eso era ventajoso para un cambio, dijeron los analistas, como un golpe de Estado en Nochebuena.

Antes de la medianoche, se le dijo a Mohamed bin Nayef que iría a reunirse con el rey y lo llevaron a otra sala, donde funcionarios de la corte real le quitaron los teléfonos y lo presionaron para que renunciara a ser el príncipe heredero y ministro del interior, según funcionarios estadounidenses y un allegado a la familia real.

Se negó en un principio. Sin embargo, a medida que avanzó la noche, el príncipe, un diabético que sufre aún los efectos de un intento de asesinato en 2009 perpetrado por un terrorista suicida, cedió.

Entre tanto, funcionarios de la corte real llamaron a los integrantes del Consejo de la Lealtad, un organismo de príncipes que se supone que aprueban los cambios en la línea de sucesión. A algunos se les dijo que Mohamed bin Nayef tenía un problema de drogadicción y no era apto para ser el rey, según alguien cercano a la familia real.

En algún momento antes del amanecer, Mohamed bin Nayef estuvo de acuerdo en renunciar. En un video que se grabó después, aparece Mohamed bin Salman besándole la mano.

“Nunca prescindiremos de tus instrucciones y consejos”, dice el príncipe más joven.

“Buena suerte, Dios mediante”, responde el príncipe de más edad.

Mohamed bin Nayef regresó a su palacio en la ciudad portuaria de Jiddah en el mar Rojo, y se le prohibió abandonarlo.

También se confinó a su domicilio al general Abdulaziz al Huwairini, un colega de Mohamed bin Nayef que fue crucial en la relación de seguridad con Estados Unidos, según funcionarios estadounidenses anteriores y en funciones.

Días después, funcionarios de la CIA informaron a la Casa Blanca sobre su inquietud de que la destitución de Mohamed bin Nayef y la posible remoción de Huwairini y otros funcionarios de seguridad pudieran obstaculizar el intercambio de inteligencia, observaron los funcionarios estadounidenses.

El alto funcionario saudita dice en su declaración que Huwairini sigue en el cargo y había jurado lealtad a Mohamed bin Salman junto con altos funcionarios.

A Mohamed bin Nayef lo sustituyó en el cargo de ministro del interior, su sobrino de 33 años, el príncipe Abdulaziz bin Saúd bin Nayef, quien fue su asesor y se cree que es cercano a Mohamed bin Salman.

No está clara la magnitud del apoyo en la familia para la elevación de Mohamed bin Salman. Los medios de información del Estado saudita reportaron que 31 de los 34 miembros del Consejo de la Lealtad apoyaban el cambio, pero los analistas dijeron que muchos en la familia real dudan en votar en contra de los deseos del rey.

Algunos funcionarios estadounidenses y sauditas bien conectados dicen que hay rumores de descontento y los analistas han señalado indicios de ello.

Ni el rey Salman, ni su hijo asistieron a la reunión cumbre del Grupo de los 20 en Hamburgo, Alemania, aun cuando uno de los dos había participado en cada una de las tres anteriores rees. Los analistas dicen que es posible que las disputas familiares hayan hecho que los hombres se quedaran en su país o que no quisieran encarar las críticas por el aislamiento que, junto con otros tres Estados árabes, le impusieron a Qatar.

Domingo, 23 de julio de 2017