¡MARCHE PRESO!
Francisco Delgado polémico sobre el caso Fede Bal y Barbie Velez: "el golpeador tiene que estar preso"
El ganador de la última edición de Gran Hermano inscribió en el registro civil, con su nueva identidad, al hijo que tuvo con Gisela Bernal. El nene ya no se apellida Diwan: ahora es Ian Delgado. Además, se metió en la polémica sobre violencia de género.
Con la reaparición de Gran Hermano en la pantalla chica y todo lo que moviliza, los recuerdos de las ediciones anteriores del reality afloran. El más inmediato, desarrollado el año pasado, fue uno de los más polémicos: terminó en manos de un participante que se incorporó sin pasar por el casting y que consiguió regresar a la Casa después de abandonarla por propia voluntad. Sin embargo, a la hora de la votación del público, la consagración de Francisco Delgado no dejó margen para la duda. El modelo, que abandonó la conducción de un programa televisivo en Ecuador y se integró al juego tras tomar estado público su posible paternidad del hijo de Gisela Bernal (confirmada cuando el reality ya había terminado), es una voz autorizada para hablar de lo que les espera a los nuevos hermanitos. “Van a vibrar. Les diría que lo disfruten, porque es algo mágico. A mí me cambió la vida”, afirmó el modelo, feliz por colaborar como coach (una de las novedades del concurso) y porque, en el terreno personal, ya logró darle su apellido a Ian, el bebé que tuvo con la bailarina jujeña. –Ya empezó a latir la casa de Gran Hermano nuevamente. A vos, como último ganador del reality, ¿qué te genera? –Por supuesto que a uno le genera muchas cosas saber que la casa de Gran Hermano otra vez abre sus puertas, y que dentro de unos meses va a haber un ganador que, al igual que los otros concursantes, va a tener la posibilidad de trabajar en los medios y de abrirse un camino, como me pasó a mí. A diferencia de lo que muchos creen, este reality es mucho más que un simple juego. A mí, como lo he dicho en varias oportunidades, me cambió la vida. Me tocó en un momento de mi vida un tanto particular y, a pesar de que creí que no iba a aguantar el encierro, finalmente lo terminé ganando gracias al apoyo de la gente. Eso no lo voy a olvidar nunca. –Varias veces remarcaste que no te arrepentís de haber abandonado tu trabajo en Ecuador para volver a Argentina, ¿hoy sostenés esa opinión? –Obvio que sí. La verdad es estoy muy bien, tanto en lo personal como en lo laboral. Como decía recién: desde que salí de la Casa todo es positivo en lo que tiene que ver con el trabajo. Además de presencias y de invitaciones que me llegan de diferentes partes del país, ya estoy metido a fondo con el teatro con la obra El champán las pone mimosas. Eso, aparte del gran presente familiar que estoy pasando, no lo digo por mi estado civil porque formalmente sigo solo, pero saber que a mis hijos no les falta nada, que tienen dos madrazas, me tranquiliza y me da ganas de dar todo por ellos. –¿Y con Gisela y Barby cómo hacen para convivir armónicamente? –La relación con Gisela es igual que la que tengo con Barby: excelente. Pese a que no tengo un vínculo de pareja con ninguna de las dos, nos llevamos bárbaro. No porque no tengamos nuestras personalidades, sino porque privilegiamos la crianza de Ian y de Elenita, que en definitiva son los más importantes en esta historia. Me parece que es la única forma de no detenerse en detalles menores y darles a los bebés la mejor crianza que se pueda. –¿Ya pudiste darle el apellido a Ian? –Sí, afortunadamente ese trámite ya está hecho. Nos presentamos con Gisela en el registro civil y pudimos anotar a Ian con el apellido Delgado. Es una alegría inmensa haberlo logrado después de tanto papelerío. Tengan en cuenta que no es sencillo para la ley y demás tener que cambiarle el apellido a un nene. Pero por suerte ya está. Hoy Ian ya es Delgado. –Con las dos te llevás bien y hay otros que no logran vivir sin conflictos con una sola, ¿qué opinás del incidente entre Federico Bal y Barbie Vélez? –Es un tema muy delicado que se está tratando con mucha liviandad. Escucho a veces justificaciones insólitas, explicaciones que no tienen nada que ver con la realidad, y mucho menos con las consecuencias que una agresión física de un hombre sobre una mujer puede ocasionar. Para mí no hay demasiado para discutir: creo que, por una cuestión de fuerza, el hombre no puede reaccionar con golpes o insultos ante una persona en inferioridad, como lo es una mujer. Directamente, el que pega y se comprueba que es un golpeador tiene que ir preso. La Justicia no debe dar tantas vueltas en eso. Preso y listo.
Lunes, 6 de junio de 2016
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