BAGDAD
Murió Ahmed Chalabi, el iraquí que conspiró para ayudar a que Estados Unidos invada su país
Murió en bagdad a los 71 años ahmed chalabi, el político iraquí de origen feudal y asociado a la cia que ofreció a los estados unidos las falsas pruebas de "armas de destrucción masiva" de las que washington se valió para fabular una falsa amenaza, invadir irak y derrocar el gobierno de saddam hussein.
"Estaba solo cuando murió", señaló un colaborador de Chalabi.
Un flash informativo de la TV pública iraquí señaló que el colaborador de la CIA había sufrido un ataque cardíaco en su mansión construida al estilo de Frank Lloyd Wright, donde solía congregar políticos iraquíes después de haber logrado destruir, con ayuda estadounidense, el gobierno heredero de la revolución de 1958.
Chalabi nació en 1944 en el seno de una rica familia feudal muy cercana al rey Faisal II que debió abandonar el país -donde su padre presidía el senado y aconsejaba al soberano- cuando la revolución nacionalista terminó con la monarquía y repartió las tierras a los campesinos.
Dirigido por el partido laico nacionalista árabe Baath, el nuevo gobierno despojó a los Chalabi de gran parte de su inmensa fortuna y de las fincas en las que campesinos sometidos a un régimen servil trabajaban para engrosarla.
Los Chalabi iniciaron un largo exilio, que para Ahmed duró 34 años y terminó en 1992. Lo vivió devorado por la obsesión de expulsar del poder a los militares y políticos de izquierda que habían puesto final a su vida de gran señor territorial y nacionalizaron el petróleo iraquí.
Este último elemento lo aproximó al interés nacional estadounidense en la zona del Golfo Pérsico, y Chalabi, que cursó estudios de matemáticas en la universidad de Chicago y el Massachussetts Institute of Technology (MIT), entró en una relación con la CIA que empezó a dar frutos en 1992.
A mediados de la década de 1970 inició una carrera turbulenta que incluyó entre otras cosas un juicio por la quiebra fraudulenta de un banco en Jordania, la evasión de 288 millones de dólares a cuentas propias en Suiza y otros cargos de corrupción, informó el diario parisino Libération.
En 1992, Chalabi, apoyado por la inteligencia estadounidense, logró reunir la dispersa oposición iraquí en el exilio en lo que se llamó el Congreso Nacional Iraquí (CNI). Incansable conspirador contra las autoridades iraquíes, se convirtió en el favorito de la Casa Blanca para sucederlas.
En 1993, tras el fracaso de la invasión de Kuwait por Irak, se instala en el Kurdistán iraquí que, desde esa época, disfruta de una amplia autonomía bajo el comando de Masud Barzani, otro político local (kurdo) que desde el fin de la Guerra Mundial se inclinaba hacia Occidente.
Desde ese santuario intentó una invasión a Irak que fracasa y le cuesta el apoyo de la CIA. Retornó a Estados Unidos, donde se vinculó estrechamente al vicepresidente Dick Cheney y los "neocons" del Pentágono.
Chalabi se ganó todo el favor de los neoconservadores en 2003, al ofrecerles documentación vieja que se refería a programas de industria para la defensa iraquí que ya habían sido discontinuados, pero que presentados como vigentes sirvieron de motivo para invadir Irak.
Washington lo impulsó a ministro de Petróleo de los primeros regímenes posteriores a la invasión, un puesto clave desde el que se encargó de desnacionalizar los hidrocarburos iraquíes a favor e las principales petroleras occidentales.
En esos tiempos, recuerda el New York Times, Chalabi gustaba pasear con sus guardaespaldas por la Bagdad ocupada y se vinculaba con figuras de la política y la religión.
Sin embargo, sus aspiraciones y las de los halcones que lo apoyaban, no se vieron cumplidas, pues Chalabi, "su" hombre para gobernar Irak, era un completo extraño irrepresentativo en un país que ya no podía retornar al pasado feudal que había producido a este político conocido como "el manipulador".
El gobierno transitorio que Chalabi dominó cayó rápidamente, y su lugar, en un Irak desangrado por guerras religiosas que el régimen autoritario de Saddam Hussein al menos lograba contener y encauzar, pasó a manos de grupos chiítas con simpatía en Irán.
Desde el poder, mientras distribuía la riqueza petrolera de Irak entre las empresas del país que lo había ayudado a llegar al gobierno, Chalabi ejecutó una "des-baathización", que se tradujo en que decenas de miles de funcionarios y militares quedaron en la calle.
Al Qaeda capitalizó el vacío de poder y desató una guerra civil religiosa iniciando ataques contra la mayoritaria población chiíta de Irak, mientras Estados Unidos reprimía a los bastiones baathistas que en el centro del país se alzaban contra el ocupante, ahora en nombre de la defensa de los sunnitas.
De ese modo, Chalabi proveyó la mano de obra de los actuales grupos yihadistas extremos que asuelan la región.
Miércoles, 4 de noviembre de 2015
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