Desde su retorno a Boca, el Virrey jamás pudo encaminar al Xeneize rumbo al éxito conquistado antaño. Estudiantes le dio la última estocada a un ciclo moribundo.

Después de dos etapas gloriosas, Carlos Bianchi decidió despertarse de la siesta para volver a Boca tras el cabildo abierto que condenó a Julio César Falcioni sobre el final de 2012. Con la esperanza de revivir los viejos días de gloria desembarcó el Virrey.

Sin embargo, nada fue igual. El Xeneize naufragó de decepción en decepción con apenas un par de satisfacciones en un año y medio de un equipo sin reacción. Fallaron las tres patas de la mesa, con una dirigencia que reforzó al equipo con jugadores sin jerarquía y un plantel que jamás entendió la estirpe inherente a la camiseta azul y oro.

El balance es, por supuesto, negativo. Más allá del récord de 26 triunfos, 22 empates y 26 derrotas, el Virrey no pudo pelear ninguno de los torneos en los que participó. Si bien finalizó anteúltimo en su primer torneo, ilusionó con su gesta a nivel continental, donde cayó en los cuartos de final frente a Newell's, por penales.

La mejor producción del Xeneize con Bianchi fue el segundo puesto en el Torneo Final 2014, conseguido en las últimas fechas después de haber quedado sin chances casi desde el comienzo del torneo. Como otro dato positivo a rescatar quedará el superclásico que ganó con el gol del Puma Gigliotti en la cancha de River.

Jueves, 28 de agosto de 2014