FRANCISCO
Un año de gestos de cambio y fuerte simbolismo para el católico
Jorge Mario Bergoglio cumple el primer año de un papado signado por la austeridad, la apertura interreligiosa y la comprensión del pecado.
Una iglesia pobre y transparente, que no condena al homosexual, de apertura interreligiosa, bochinchera, defensora de la vida, comprensiva del pecado y ubicada en la escena política mundial. Ese fue, o parece serlo, el mensaje que Jorge Mario Bergoglio, bautizado desde hace un año como Francisco, le imprimió a lo que va de su papado. Desde su primer día lo dejó en claro. Primero, con la elección del nombre que lo identifica como el sucesor de Pedro: Francisco, inspirado en el santo de Asís. Luego, fue directo y lo dijo ante los fieles: “Sueño con una Iglesia pobre y para las pobres”. También su idea de austeridad se mostró en gestos, que utilizaría a lo largo del año para expresar todo tipo de menajes, al igual que Jesús lo hizo con sus parábolas, según cuentan los textos bíblicos. No más anillo de oro (eligió de plata), ni zapatos rojo papal: negros y cómodos fue su elección, ni departamento privado. Hacia la Curia, el adentro de la Iglesia, su pronunciamiento fue de impacto. Primero, se sacó de encima al cardenal Tarcisio Bertone de la Secretaría de Estado, quien fuera, según los vaticanistas, el papa en las sombras de Benedicto XVI. En su puesto nombró a un hombre de la diplomacia eclesial: el italiano Pietro Parolin, de 58 años. Luego se metió con las cuentas. Creó una comisión investigadora para reformar el Instituto para las Obras de Religión (IOR), llamado banco Vaticano, envuelto desde la última década en escándalos financieros. Más tarde designó un cuerpo para reformar la estructura económica administrativa de la Santa Sede y con dos "Motu Proprio" (una especia de decreto papal) lanzó medidas para la prevención y lucha contra el blanqueo de capitales, la financiación del terrorismo y la proliferación de armas de destrucción masiva, por un lado, y creó una "Secretaría para la Economía", para gestionar todas las actividades económicas y administrativas de la Santa Sede y del Estado Vaticano. En cuanto al magisterio, el de Francisco se presentó como sencillo y mundano. En los papeles, publicó su primera y hasta hora única encíclica (una especie de carta a los fieles) “Lumen Fidei”, que se refiere a la fe y fue iniciada por su antecesor, Benedicto XVI (llegó a escribir tres). Pero la clave está en sus dichos y pronunciamientos. Allí es donde el Papa expresó su catecismo. Por un lado, continuó el conservadurismo de la Iglesia en tres temas en permanente discusión: condenó el aborto, el matrimonio ante Dios entre personas del mismo sexo y el sacerdocio femenino. “La Iglesia ha hablado y ha dicho no. "no es necesario volver" a hacerlo, dijo terminante. Sobre el tema aborto, puntualmente, utilizó su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium para afirmar: "No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana". No obstante, reconoció que "también es verdad que hemos hecho poco para acompañar a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución para sus profundas angustias”. Su austeridad, su crítica al capitalismo y la codicia, reafirmaron su deseo fundamental de una Iglesia pobre. Por ejemplo, un día sorprendió al asegurar que le molestaba ver a sacerdotes con autos último modelo. Otro punto del magisterio cotidiano de Francisco es el matrimonio. Desde hace tiempo, miles de católicos separados aguardan un “perdón eclesial”, si así puede decírselo, por su decisión de romper sus promesas matrimoniales ante Dios y su pueblo. Si bien no hubo un pronunciamiento oficial para eliminar esta especie de veda sacramental a los divorciados, el Papa envió un claro mensaje: pidió no condenar a los que fracasaron en el matrimonio, un mimo que marca lo que puede llegar a venir. En cuanto al mundo gay, si bien dejó en claro que no impulsará el matrimonio igualitario, sí dio un mensaje nítido: “Quién soy yo para condenar” a los homosexuales. Su frase fue otro signo de magisterio mundano, sobre todo, para los católicos gays, que durante años se sintieron como bichos raros dentro de la grey. Para ellos y para el resto de los fieles, hoy la Iglesia volvió a recibirlos. La pedofilia es otro de los temas que marcaron el primer año de Francisco. En los gestos, en sus primeras horas de papado echó de una iglesia romana a un cardenal que defendió a curas pederastas (la versión nunca fue confirmada por el Vaticano). Y ya afianzado como pastor, creó una comisión para prevenir los casos de abuso de niños en la Iglesia. A nivel político, Francisco recibió a líderes mundiales, como Angela Merkel y Vladimir Putin, y tiene planeado un encuentro con Barack Obama. Fueron fuertes sus llamados a la paz, sobre todo en Siria, donde directamente pidió al G20 no utilizar la fuerza militar. Su próximo viaje a Israel y las palabras a judíos y musulmanes marcaron su apertura ecuménica y por último debe destacarse su mensaje a los jóvenes, directo al corazón de toda la Iglesia: “Hagan lío”.
Jueves, 13 de marzo de 2014
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