SANTO TOME
Sobrevivió tras ser arrastrado 40 kilómetros por un camión
Un peón de estancia iba en moto sobre la Ruta Nacional 14. Lo pasó por arriba un transporte de carga y para no ser aplastado alcanzó a sujetarse a puro esfuerzo. Así, de noche a 80 kilómetros por hora, rozando contra el asfalto estuvo al filo de la muerte. Tremendo relato.
La realidad siempre supera a la ficción. Y en este caso, con creces. Ni la más fantasiosa mente hollywoodense podría haber imaginado lo que vivió un motociclista que luego de ser embestido por un camión viajó más de 40 kilómetros aferrado al acoplado del pesado vehículo, a centímetros del asfalto y a más de 80 kilómetros por hora.
La escena parece extraída de una película, pero sucedió. Y el protagonista vive para contarlo. Se llama Juan Rodríguez (30) y es de Santo Tomé, Corrientes. Rodríguez sufrió graves quemaduras producto del roce con el asfalto a alta velocidad y un corte en la cabeza que le dejó una sutura de 8 puntos.
Pero está vivo, ante la incredulidad de su mujer, familiares, amigos, vecinos, médicos y autoridades. Nadie puede creer lo que pasó. La “increíble” historia comenzó alrededor de las 5:30 del jueves en el Paraje Cuay Chico, departamento de Santo Tomé.
Rodríguez en realidad es oriundo de esa ciudad cabecera, pero pasa la mayor parte de su tiempo en el campo, donde se dedica a la cría de animales. Como todas las madrugadas, el hombre subió a su motocicleta Keller 150 y aceleró por los caminos vecinales hasta la Ruta Nacional 14. El recorrido, de unos 6 kilómetros hasta la estancia en la que trabaja, era parte de su rutina.
Sin embargo, ese día todo cambió. Rodríguez tomó la vía nacional y circulaba a unos 80 kilómetros cuando observó que desde atrás se le acercaba un camión que llevaba un container en el “semi”. Pensó que el pesado vehículo iba a pasarlo por la vía izquierda, pero eso no sucedió y el rodado literalmente “se lo tragó”. “Vi que venía el camión y supuse que me iba a pasar, pero directamente me chocó de atrás”, recuerda Juan sobre la tremenda colisión. Entonces sobrevino el milagro. Lo insólito. Lo increíble.
A raíz del choque la motocicleta de Rodríguez voló hacia la banquina, pero el hombre no siguió el mismo destino: pasó por debajo de la cabina del camión sin que lo toquen las ruedas y a la altura del acoplado logró aferrarse y evitar que los ejes traseros lo trituren.
“Me alcancé a prender por algo, no sé si era un hierro o un cable. No lo recuerdo. Sólo sé que quería treparme. Me agarré con una mano, mientras con los pies pateaba los hierros para sujetarme y con la otra mano buscaba donde aferrarme. Ahí fue donde pegué con el asfalto y me pelé todo”.
Rodríguez logró asegurarse a la parte inferior del acoplado. Tenía la espalda, el abdomen y los brazos en carne viva. “Cuando me prendí dije “no me largo más”, porque adonde me soltaba estaba seguro que las ruedas me pisaban o me pegaba con algún hierro de ahí abajo”, contó Juan, quien en ese momento tenía sus esperanzas puestas en algún control rutero.
Pero el destino no lo ayudó y así, a centímetros del asfalto y a más de 80 kilómetros por hora viajó cerca de 40 kilómetros. Toda una odisea. Juan contó que ese trayecto “habrá durado poco más de media hora” y reveló que, como buen correntino, “no dejaba de pedirle a la Virgen y al Gauchito Gil que me dieran fuerzas para no desprenderme”.
“No te vi”
Mientras tanto, sin imaginar lo que sucedía, el camionero oriundo de Misiones continuó conduciendo. Lo hizo hasta una gasolinera emplazada sobre uno de los accesos a Santo Tomé. Recién cuando se detuvo descubrió lo que sucedía.
“Cuando el camión paró en la estación de servicios, salí de abajo. Ahí el camionero me dijo ¡Eh! ¿Qué te pasó, compañero? Y le dije que me había chocado, pero él no lo creía y me decía que no podía ser. Ahí le conté lo que había pasado y dijo que no me había visto. “Pero yo no te vi”, me dijo”, recordó Rodríguez.
Tenía la piel hecha añicos y lesiones por todo el cuerpo, pero eso no fue un obstáculo para que le pidiera al camionero que lo lleve hasta la estancia, donde acomodó los animales. Recién después fue hasta el Hospital de Santo Tomé, en el automóvil de un amigo.
“Cuando llegué acá ya casi no podía respirar, me dolía el pecho. Los médicos no podían creerlo. Nadie me creía. Hasta ahora sigue llegando gente conocida que no puede creer lo que pasó. Me dicen que es una cosa de locos. Y que volví a nacer”, aseguró.
Martes, 18 de febrero de 2014
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