La invasión del Parlamento brasileño y los enfrentamientos en la Asamblea de Río de Janeiro eclipsaron la manifestación pacífica en Sao Paulo. Cerca de 250 mil personas participaron en las protestas por todo Brasil.

Las multitudinarias protestas que llevaron a más de 250 mil personas a las calles de 12 capitales de Brasil este lunes, 17 de junio, contra el alza de las tarifas de ómnibus y los gastos con el Mundial 2014, ya son consideradas “históricas” por la mayoría de los manifestantes.

Las protestas, en su mayoría pacíficas, sin embargo, terminaron con violencia en varias ciudades, sobre todo en Rio, y fueron dispersadas por la policía con gases lacrimógenos y balas de goma cuando hubo vandalismo, o cuando en Belo Horizonte los manifestantes intentaron acercarse al estadio Mineirao, donde se jugaba el partido Tahití-Nigeria.

Estas son las mayores protestas en Brasil desde las manifestaciones contra la corrupción del gobierno de Fernando Collor de Mello en 1992, que renunció durante su juicio político ante el Senado.

Los manifestantes, jóvenes con educación superior y sin afiliación política, son el grueso de las protestas. Según un sondeo de la firma Datafolha publicado este martes, un 84% de los jóvenes consultados en Sao Paulo declaró no tener preferencia por algún partido político. Un 77% tiene un nivel de educación superior y un 22% son estudiantes actualmente. Poco más de la mitad, un 53%, tiene menos de 25 años y un amplio 71% participó por primera vez de la ola de manifestaciones este lunes, la quinta jornada de protestas en Sao Paulo.

Brasilia

La imagen más simbólica de las manifestaciones este lunes, sin embargo, fue tomada en Brasilia. Mientras en Sao Paulo 65 mil personas de todas las edades salieron a la calle en un clima pacífico, la protesta en Brasilia, capital federal y sede del gobierno de Brasil, tomó una magnitud inesperada. Más de 5 mil personas participaron del acto que representó la mayor “hazaña” de los manifestantes de todo el país.

Tras marchar por la Explanada de los Ministerios y cercar el Congreso Nacional, la multitud logró subir al edificio del parlamento, por la lateral del edificio. La policía militar respondió con bombas de gas lacrimógeno, pero los manifestantes regresaron en mayor número y ocuparon el lugar donde están ubicadas las famosas bóvedas invertidas, gritando frases como “El Congreso es nuestro”. Los que no se subieron al techo, se quedaron en el césped, cantando el himno nacional, sujetando sus teléfonos móviles encendidos.

Río de Janeiro

Tras un inicio pacífico, la protesta en Río de Janeiro terminó en confusión. La policía y una pequeña parte de los más de 50 mil manifestantes se enfrentaron este lunes durante las protestas contra el aumento de la tarifa, en frente a la Asamblea de Río de Janeiro.

Algunos manifestantes hicieron hogueras cerca del edificio, intentaron invadir la Asamblea Legislativa estatal, prendieron fuego a dos coches y a la puerta del edificio legislativo, saquearon negocios, destrozaron mobiliario urbano e hirieron a 20 policías que se atrincheraron junto a otros compañeros dentro del predio. Al menos 15 fogatas fueron contadas por los periodistas de Terra. Según agencias, hubo tiroteos y al menos dos manifestantes fueron heridos de bala.

Desde las afueras, el escenario era de caos, con autos quemados y teléfonos públicos destrozados. En la calle de la Asamblea, la imagen era de destrucción. Además de los cristales rotos, las agencias bancarias fueron pintadas. Algunas tiendas del centro fueron saqueadas. Mientras registraba la acción de cuatro personas que rompían una agencia bancarias cerca de la Asamblea, el reportero de Terra, André Naddeo, fue agredido y robado.

"Ellos estaban destruyendo una agencia del banco Itaú y yo estaba tomando una foto con el teléfono móvil", dijo Naddeo. Tras ser consultado si estaba filmando la acción, recibió un golpe en el estómago. "Cuando intenté argumentar, me dieron un puñetazo en el estómago, el teléfono se cayó al piso y salieron corriendo con el aparato", dijo.

Escenas similares se repitieron en Belo Horizonte y en Porto Alegre, donde los manifestantes destrozaron un autobús y prendieron fuego a decenas de contenedores de basura en la principal avenida de la ciudad.

Sao Paulo

En la mayor ciudad de Brasil marcharon unos 65.000 manifestantes. Un grupo intentó invadir el Palacio dos Bandeirantes, sede del gobierno estatal, y derribar su puerta, pero fue dispersado por la policía.

Varias tiendas de la zona del Largo da Batata, en el centro de Sao Paulo, cerraron sobre las 17h (local), hora de inicio de la protesta, por temor a actos de vandalismo y represión de la policía.

Prohibida por el gobierno de usar balas de goma, la policía militar siguió a la distancia la marcha de los indignados, que tomaron las calles y se repartieron en grupo distintos, uno por la Avenida Paulista y otro para el Palacio de los Bandeirantes.

En la Avenida Ingeniero Luís Carlos Berrini, unos diez policías demostraron apoyo a las protestas al sentarse en la calle. Ellos fueron aplaudidos por los integrantes de la manifestación.

"Eso es una muestra de respeto de la policía militar hacia la voluntad política de la población”, dijo un manifestante. "Estamos viviendo una experiencia que nunca habíamos vivido. Estamos aprendiendo con esta caminata. Cuando uno no es reprimido, logra mantener el control de las personas y no hay vandalismo ni violencia", agregó el joven.

Sao Paulo enfrenta protestas contra el alza de la tarifa de ómnibus desde el 6 de junio. Manifestantes y policías se enfrentaron en varias ocasiones y las calles del centro se convirtieron en zonas de guerra. La policía usó bombas y balas de goma, y los manifestantes respondieron con piedras y petardos.

El 13 de junio, bombas de gas lacrimógeno lanzadas por la policía militar dieron inicio a otra secuela de brutalidad por parte de las fuerzas de seguridad que terminó con 232 detenidos y cientos de heridos. Numerosos manifestantes y periodistas denunciaron y mostraron con imágenes escenas de violencia de la policía, que reprimió con gases lacrimógenos y balas de goma la protesta, a la que acudieron unas 5.000 personas.

Roussef apoya las protestas

La presidente Dilma Rousseff aseguró este martes, 18 de junio, que su gobierno está escuchando la presión social en las calles, oriunda de la ola de protestas contra el aumento de las tarifas de ómnibus. La presidente habló hoy por primera vez sobre las manifestaciones que se han llevado a cabo en Brasil desde el 6 de junio y defendió el pueblo, afirmando que "esas voces necesitan ser escuchadas".

"Mi generación sabe cuánto eso nos costó y vi ayer un cartel muy interesante que decía ‘perdonen la molestia, estamos cambiando el país’. Quiero decir que mi gobierno está escuchando esas voces, está comprometido con la presión social", subrayó la mandataria, una exguerrillera que luchó contra la dictadura y pagó con cárcel y tortura.

Rousseff, abuca el sábado en el estadio de Brasilia, al inaugurar la Copa Confederaciones junto al presidente de la FIFA, Joseph Blatte, afirmó que "Brasil hoy se levantó más fuerte por las grandes manifestaciones".

“La grandeza de las manifestaciones de ayer (lunes) comprueba la energía de nuestra democracia. (…) Este mensaje en las calles es por más ciudadanía, por mejores escuelas, hospitales, puestos de salud, derecho a la participación". La presidente dijo que las acciones de violencia "no opacan el espíritu pacífico de las personas que fueron a las calles a pedir por sus derechos".

Nuevas manifestaciones están convocadas para este martes en Sao Paulo y para el jueves en varias ciudades del país, incluida Rio de Janeiro, una de las seis ciudades sede de la Copa Confederaciones, un ensayo general del Mundial entre ocho selecciones.

Las protestas podrían afectar a la Copa Confederaciones el jueves, cuando se juega en el Maracaná de Río el partido España-Tahití, y mientras en Salvador juegan ese día Nigeria y Uruguay.

Martes, 18 de junio de 2013