Las chicharras daban cuenta con su canto que la siesta no quería marcharse y que el calor de este 6 de enero seguiría latente. No obstante, en el corredor doña Gerónima y otros más, sentados en fila bajo el parral intentaban adueñarse de la brisa que de a ratos refrescaban cuerpo y alma.

No lejos de allí, en la sombra y a un costado de la capilla familiar, Ramón ocupó su lugar en la vieja silleta mientras José “nicho” Escobar hacía llegar un mate más, de esos que nos “enchamigan” e invitan al diálogo.

Así comenzó la charla con Ramón González (59 años), quien no pudo ocultar su nerviosismo ante la ocasión de testimoniar lo que se fue forjando hace más de 40 años en torno a san Baltazar, Melchor y Gaspar, aquellos magos de Oriente a quienes Dios se reveló en forma de niño en la navidad. Una tradición que “comenzó con mis viejos”, dice en relación a Gerónima Perichón y Claro González, sus padres.

“En la zona no se realiza otra fiesta en honor a los tres reyes o a san Baltazar”, me asegura. Sin embargo, es justo mencionar que los antecedentes de esta festividad en el paraje Ifrán (Goya) se remontan unos cuantos años antes, cuando en casa de una vecina, “creo que se llamaba María, de apellido Sosa”, se festejaba a un San Baltazar que esta tenía. “Ocurre que cuando se fue a otro lugar a vivir, lógicamente el santito se fue con la señora que, al fallecer, se les heredó a los hijos pero no siguieron la tradición”.

Ante este panorama, “como mis viejos eran fieles devotos de San Baltazar, papá tomó la decisión de empezar a festejar en casa; y para eso se fueron a Itaty a conseguir estos tres reyes que tenemos. Así comenzaron con la fiesta. Te estoy hablando de 40 años atrás por lo menos”.

Mientras piensa un momento, las chicharras candomberas se apoderan del silencio. “Los hijos de doña Sosa creo que están por el barrio Sarmiento, algunos. Son varios hermanos, uno está en Isabel Victoria. Por ahí debe estar el santo original que era acá de la zona”, especula en su afán de no olvidar detalles.

“Los abuelos ya eran de mucha edad cuando entonces papá comenzó con las primeras fiestas. A lo mejor tenía 10 años cuando veía esas fiestas que empezaban y terminaban en el día. Siempre fue muy concurrida por la gente, los promeseros… Recuerdo que cada 6 de enero, tipo 12 (del mediodía) ya estaban los músicos, y a esta hora de la tarde (17,30hs.) ya se estaba haciendo la fiesta”, sostiene en relación al baile en honor al santo más candombero, expresión que es de rigor en prácticamente toda fiesta patronal que se realice a lo largo y a lo ancho de la zona rural de la provincia de Corrientes. Y si se trata de san Baltazar, con más razón.

De abolengo afromestizo, san Baltazar incorpora prácticas musicales y religiosas, además del baile, que en los orígenes encuentra en el candombe y la charanda al canto, música y danza con que los kamba rendían tributo al llamado “rey negro”. El arraigo de esta fiesta en Corrientes provocó la fusión y hasta la sustitución de estos ritmos por el del chamame, expresión netamente correntina; que así como el candombe en Uruguay, son Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

En la ejecución musical está presente el bombo y una coreografía ceremonial específica que, en el caso de lo observado en casa de la familia González, los promeseros reproducen escenas picarescas, para lo cual deforman el timbre de voz.

Se los reconoce por su ropaje característico de color rojo con vivos amarillos, completando el atuendo una capa del mismo color, con detalles brillosos que semejan las piedras preciosas que ostentaría un rey. Algunas llevan inscripto el nombre del santo popular o el agradecimiento “por el favor recibido”. Completan los ornamentos, una máscara roja –algunas como las usadas en carnaval-, en el caso de los hombres; las mujeres, una corona.

Así, participan desde el momento de la procesión y hasta que se les pida, por lo general la medianoche, cuando ya el baile está comenzado y en el cual cumplen el rol de “bastonero/a”, así llamada desde antaño a la persona encargada de “formar pareja para el baile”.

Es oportuno destacar que cada intervención de los promeseros, por más jocosa que resulte, es asumida con respeto, y recibida con aceptación por parte de los demás.

Ramón González me explica que el promesero decide por cuántos años (por lo general 2 o 3) se vestirá “en agradecimiento a los favores que le hizo el santo” (…), y “tiene que venir a esta hora, y más tarde (por lo general para la procesión) ponerse la máscara hasta el horario que se les indique, 10 o 12 de la noche, o sea que tendrá que aguantar ese tiempo. Ese es el pago de la promesa”.

“Generalmente son chicos jóvenes (los promeseros) que piden por la vocación, por el estudio, la formación. La otra (motivación) es por salud. Como somos creyentes las personas, en un momento desesperado donde tiene algún problema de salud, o un familiar, por ahí hacen algunas promesas de que si sale todo bien me voy a poner a disposición de san Baltazar”, justifica.

El nerviosismo de mi interlocutor es cosa del pasado. Todos alrededor escuchan atentos sus relatos, que voy guardando en la memoria mientras observo que bajo un frondoso árbol una docena de promeseros buscan sombra y observan atentos mientras mitigan el calor de enero con una bebida fresca. Hoy la tecnología ofrece sus ventajas con la electricidad, por ejemplo, pero en los primeros tiempos de esta festividad “las bebidas, jugos de 5 litros preparados, se enfriaban dentro de tachos de agua”.

Aquel tiempo ymaguare, la fiesta se realizaba durante todo el día, “y a pesar de las temperaturas, 30° - 40°, igual la gente concurría, bailaba, y llegada la tardecita noche esto terminaba”. La rigurosidad del clima y seguramente otras conveniencias llevaron a que con el paso de los años el horario fuese cambiando.

Actualmente se realiza la novena, “a las 6 de la tarde, todo previo al 6 de enero; ese día del santo hay preparativos por la mañana porque esto es el fruto del trabajo de toda la semana. Al mediodía un almuerzo medio familiar, con todos los que venimos trabajando. A las 18 la procesión, a las 19 Misa, luego cena comunitaria y a partir de las 22 comienzan los conjuntos musicales, y de ahí no se para hasta que las velas no ardan”, aclara Ramón mientras el orgullo le brota desde el pecho. A tal punto que destaca: “Acá está muy enraizado san Baltazar, porque fíjese que el club que justamente está acá lleva el nombre de San Baltazar, y este club tendrá 25-30 años también, o sea que es bastante localista. Decir san Baltazar es (asociar) Ifrán, Batel”.

Agrega además: “Antes, con 200-300 personas era una linda fiesta, ahora ya hay que hablar de 2.000 personas”, hecho que se pudo comprobar a la hora del baile. “Se multiplicó demasiado. La gente viene de todos lados. Aquello que empezó con mis viejos tuvo mucha aceptación, nosotros sus hijos apoyamos siempre. Lo de hoy día es un poco lo que sembraron ellos, así que nosotros vamos a seguir defendiendo eso”, aseguró con cierta emoción.

El sonido vibrante de las chicharras marcó una pausa en la animada charla. El sol asumió un rojizo diferente, como de gala, y los músicos se aprestaron para lo que vendría. Guitarra, acordeón y bombo confluyeron en ritmo de chamame. Las banderas abrieron paso al santo moreno y a los otros dos magos, mientras la gente se ponía de pie y se encolumnaba tras ellos. Los promeseros, de a pie y a caballo, como guardia de honor abrían paso a la procesión que ganó el tape y continuó al regreso por el interior de la casa, cumpliendo un ritual en el que dan a conocer el nombre de los promeseros y el tiempo que asumieron como tales. Mientras tanto, el sacerdote disponía lo necesario para la misa.

Lo que siguió después estuvo a cargo de los conjuntos musicales que se sucedían en el rústico escenario. Mientras tanto, en la capilla familiar “los tres reyes” recolectaban rogativas y agradecimientos.

Esta y otras tradiciones culturales como la relacionada a Antonio Gil, amalgama es que difieren en esencia, como la devoción popular con lo que alguien llamó su “santoral profano” y la tradición cristiana.

Dicen que el trágico final del gauchillo desertor fue después de un san Baltazar, allá por campos de Mercedes. Pero esta es otra historia.

Por aquí, las velas coloradas se consumen muy lentamente. La noche es joven y aún falta para que estas se apaguen. La cultura en Corrientes se mantiene encendida.

Por: Javier Gauto

Nota: Ramón González es el tercero de 7 hermanos, a saber: Margarita, Clementino, Mateo, Elba, Gregoria y Ester.

Glosario de expresión guaraní

Advertencia: las palabras guaraníes que no llevan tilde se acentúan fonéticamente en la última vocal.

“Enchamigan”: expresión que combina los idiomas español y guaraní y se traduce como “que genera amistad”.

“Itaty”: pedregal. Nombre de ciudad, y de la Virgen cuyo santuario allí se encuentra.

“Kamba”: negro.

“Chamame”: Estar en la lluvia con el alma. Interpretación del estudioso y guaraní parlante “Pocho” Roch. Ritmo musical y baile del mismo nombre.

“Ymaguare”: de antes.

“Tape”: camino.

Martes, 10 de enero de 2023