GOBIERNO EN CRISIS
Sergio Massa, con dólar soja y todo, apenas recuperó el 40% de los depósitos en dólares que se le fugaron tras la ida de Martín Guzmán
El advenimiento del equipo timoneado por Massa y Rubinstein parecía que iba a ser suficiente para frenar el éxodo de los ahorristas de argendólares. Ni la bonanza del dólar soja logró, hasta el momento, recuperar a todos los fugados.
Si hay un termómetro para evaluar el humor de ahorristas e inversores locales son las colocaciones en dólares del sector privado, llamadas argendólares desde la época del uno a uno. El sainete Guzmán-Batakis implicó la pérdida de casi US$900 millones del stock de depósitos en dólares del sector privado. Luego sobrevino Massa a poner paños fríos. Sin embargo, la diáspora de argendólares continuó. Al cabo de su primer mes de gestión se había ido otro centenar.
Si hay que ponerle fecha de inicio fue el 5 de julio. Pero el clima ya venía enrarecido desde junio por el ruido político. Los argendólares que venían de crecer casi US$150 millones en mayo, en junio apenas aumentaron US$33 millones. Y fue a mediados de julio cuando se intensificó la salida de los argendólares. Ya en medio de la batahola de la renuncia de Martín Guzmán y la llegada de Silvina Batakis, se fueron cerca de US$870 millones (casi un 6% del stock total). Con la llegada de Sergio Massa se pensó en que la sangría se detendría, pero el torniquete de las expectativas no fue suficiente y se perdieron aproximadamente otros US$120 millones. O sea, en poco más de dos meses el stock de argendólares había caído unos US$990 millones.
Pero en septiembre empezó a reinar el dólar soja (un tipo de cambio promocional transitorio de $200 para las liquidaciones de exportaciones de soja) y el mercado cambiario parecía recuperarse de la mano de un retroceso de la brecha cambiaria. Así retrocedieron los dólares informales y el Banco Central (BCRA) recuperaba reservas.
Finalizado el programa promocional parece que todo volvió a la normalidad. El BCRA empezó de nuevo a vender reservas y los dólares informales volvieron a escalar. Las reservas brutas del BCRA así volvieron a caer por debajo de los US$40.000 millones. Vale recordar que el Fondo Monetario Internacional (FMI) giró un desembolso de US$3.854 millones, por la aprobación de la tercera revisión del programa vigente, sino la posición de reservas sería más desfavorable.
¿Qué pasó con los argendólares? Hubo una recuperación en septiembre. Pero que es difícil asignarla al dólar soja y/o a la mejora de las expectativas. Lo cierto es que, algunos volvieron. Al cabo de setiembre, el stock de argendólares acusó un aumento de casi US$395 millones. Es decir, del éxodo de julio-agosto, solo se recuperó un 40%. Y octubre no viene mucho mejor, en la primera quincena del mes, apenas se registra un incremento de US$31 millones.
De modo que, hasta ahora, los anuncios, medidas y demás tácticas lanzadas por el equipo económico no parecen surtir todo el efecto esperado, o más bien deseado oficialmente. ¿Es para prestarle tanta atención? En otro contexto, socioeconómico y político, el éxodo de unos US$1.000 millones en dos meses no sería tan alarmante, pero en el actual escenario es delicado. ¿Por qué?
Está claro que nunca es buena señal que se vayan los depósitos, menos los nominados en dólares. Todo lo contrario. Pero, en determinadas circunstancias, por diversos motivos, como ser impositivos o estacionales, el mercado puede hacer una lectura transitoria de la salida, ya que la propia dinámica económica prevé que volverán o vendrán otros nuevos.
Sin embargo, en las actuales circunstancias, la pérdida de argendólares no es para nada una buena noticia. Porque el tema tiene tres aristas. Por un lado, el tema hoy quizás más importante, es que los encajes de los argendólares, es decir, la porción de los depósitos que por normativa de BCRA los bancos deben guardar y no prestar, son computados como reservas brutas del propio ente monetario. De modo que, si la gente y/o las empresas retiran sus argendólares, los bancos van reduciendo los encajes correspondientes y por ende las reservas del BCRA bajan, y viceversa. En momentos de escasez de reservas, sin duda, que los encajes son muy valorados oficialmente.
Por otro lado, esa capacidad prestable que tienen los bancos de la mano de los argendólares es una oferta crediticia significativa para el financiamiento de exportaciones. Más aún, hoy en día que el país carece de acceso a los mercados de capitales internacionales y las líneas de crédito del exterior se han prácticamente diluido. Vale señalar que, a diferencia de lo ocurrido en otros tiempos, sobre todo de la mano de la experiencia de la convertibilidad, la normativa del BCRA es muy específica en cuanto a quienes pueden acceder al financiamiento de los argendólares, principalmente, empresas exportadoras, de modo que los bancos no se descalcen y le presten dólares a quienes tienen un flujo de facturación en dólares, como son los exportadores. Años atrás se flexibilizó, un poco, la normativa permitiendo el acceso a empresas vinculadas con exportadores. Por lo tanto, en la medida que caiga el stock de argendólares, también cae la disponibilidad de crédito en dólares a nivel local.
Y, por último, la tercera arista es la confianza. El comportamiento de los argendólares refleja no solo el ánimo sino la confianza de ahorristas e inversores. De modo que en la medida que los gobiernos generen confianza eso se traduce, a corto o mediano plazo, en un flujo positivo de argendólares. Hoy el stock de préstamos en dólares del sector privado no llega a US$3.600 millones. Cuando comenzó la actual administración de Fernández eran casi US$11.000 millones. El stock de argendólares rozaba los US$21.000 millones. Nada de lo que pasa es fortuito o antojadizo. Tarde o temprano los errores y/o desaciertos pasan factura.
Viernes, 21 de octubre de 2022
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