IMPACTO ECONÓMICO
La tarea imposible que sumó Sergio Massa tras la acusación de Luciani a Cristina Fernández de Kirchner
El ministro debe demostrarle al mundo que el Gobierno está en control de la situación política del país. Esa tarea se complicó desde ayer. La primera víctima directa del pronunciamiento del fiscal contra Cristina quizás sean los planes de Massa para la economía. Se agrava la incertidumbre.
Sergio Massa viaja la semana que viene a Washington. La información indica que el ministro de Economía viajará a esa ciudad para mantener rees con el FMI y representantes del Tesoro de EE.UU. y de allí partirá a Houston. Esa escala tiene un objetivo central: acercar posiciones con inversores en petróleo y litio, este último la especialidad de la secretaria de Energía Flavia Royón. Se asegura en el Gobierno que Massa llegará a esa ciudad junto al presidente de YPF, Pablo González y el CEO de Pan American Energy, Marcos Bulgheroni.
Parte de este viaje comenzó a organizarse durante la visita que Eduardo "Wado" de Pedro y Massa hicieron a Neuquén el 11 de agosto pasado para la Exposición Argentina Oil & Gas Patagonia. Además de Bulgheroni estuvieron allí el director de Wintershall, Manfred Boeckmann y el director para el Cono Sur de Total Energies, Javier Rielo. Todos son esenciales para la estrategia de multiplicar producción en Vaca Muerta. De Houston, volverá a Washington. Nada asegura, por ahora, que pueda hablar una reunión con Kristalina Georgieva ya que la directora gerente del FMI está de vacaciones y para el organismo esos descansos de sus funcionarios son intocables. La agenda final, de todas formas, está sin terminar.
A todo esto estaba dedicado Massa en los últimos días, junto con la negociación para incorporar finalmente a Gabriel Rubinstein a su Gabinete, aclarar el sentido final de la quita de subsidios a la tarifas y batallar por las reservas del Banco Central. Desde anoche se sumó otra preocupación: en Estados Unidos deberá explicar, además, hasta donde llega la inestabilidad política que recrudeció después del pedido de 12 años de condena que el fiscal Diego Luciani solicitó para Cristina Fernández de Kirchner en la causa Vialidad.
A Washington hoy le importa más la estabilidad política del Gobierno que cualquier otro problema argentino. No es que la economía no sea un caos, todo lo contrario: pero le queda claro a cualquier analista de Wall Street o funcionario del FMI que ordenar la política en el país es un paso previo esencial para iniciar el camino para ordenar la economía. El estallido del kirchnerismo ayer, sumado a las adhesiones que recibió Cristina Fernández de Kirchner por parte de todo el Gobierno, los bloques del Congreso, movimientos sociales, la CGT y CTA, no ayudan para nada. Tampoco Alberto Fernández y su mensaje oficial desde la Casa Rosada rechazando en nombre del Gobierno (no el personal) el comportamiento de la Justicia.
"El Gobierno nacional condena la persecución judicial y mediática contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner que quedó expresada hoy, una vez más en el alegato final y pedido de pena en la denominada Causa Vialidad", dijo ayer el presidente en una violación innegable de la división de poderes en Argentina. Son gestos que el resto del mundo mira con preocupación cuando lo que se buscan son señales de estabilidad institucional. Ayer no las hubo.
Esta madrugada seguía aumentando la cantidad de militantes que manifestaban apoyo a la vicepresidente en la esquina de su casa en Juncal y Uruguay. Nada garantiza que esas manifestaciones no se repitan hoy. Hay serias dudas de hasta dónde pueden llegar esos movimientos y la incertidumbre crece. La frágil burbuja en la que Massa debe moverse para intentar frenar la crisis económica se volvió más inestable desde ayer. La incertidumbre no cesa.
Martes, 23 de agosto de 2022
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