ENTREVISTA
Cómo son los estudios con drogas psicodélicas en Argentina y por qué pueden ayudar a entender la conciencia
Enzo Tagliazucchi, científico que se dedica a la investigación con psicodélicos naturales en Argentina, nos cuenta las trabas con las que se encuentra al hacer estudios con este tipo de drogas y por qué pueden ayudar a entender la mente humana en profundidad.
Luego de la prohibición del LSD en 1973, no fue hasta fines de los años 90' que las drogas psicodélicas vuelven a manos de profesiones para estudiar sus interesante estados de conciencia que producen y continuar investigando sus posibles usos terapéuticos y medicinales. Aunque ahora sería a través de psicodélicos naturales como hongos de psilocibina, DMT, mezcalina, peyote y otras plantas consideradas sagradas por tribus de América.
El estudio de plantas psicodélicas ha interesado a muchos escritores como el antropólogo Terence McKenna y el micólogo Paul Stamets. Los estudios que se están realizando con hongos psilocibes arrojan resultados prometedores para tratar, principalmente, trastornos de depresión y se cree que también puede ayudar a tratar trastornos de ansiedad y adicciones como alcoholismo y tabaquismo.
En entrevista con MDZ, Enzo Tagliazucchi, físico y neurocientífico que actualmente se dedica a la investigación con psicodélicos naturales en Argentina nos cuenta cómo es estudiar drogas psicodélicas en Argentina y para qué pueden servir.
ENZO TAGLIAZUCCHI -¿Cuándo comenzaste a interesarte en los estudios con drogas psicodélicas?
-Ocurrió en 2014 cuando estaba viviendo en Europa y tuve la oportunidad de visitar el Imperial College de Londres donde había muchos científicos que estudiaban las drogas psicodélicas con neuroimagen. Yo ya venía trabajando con este método de neuroimagen para estudiar sueños y otros estados de conciencia. Al poco tiempo tuve una reunión para ver si yo podía aplicar algunos métodos que estábamos desarrollando al caso de las drogas psicodélicas, pude hacer trabajos en conjunto y empecé a leer papers e interesarme en el tema. En 2016, participé en el primer estudio con LSD contemporáneo que fue bastante publicitado. Ese mismo año regresé a Argentina después de estar 7 años en Europa. Cuando llegué acá al principio no lo había pensado como posible pero después me dí cuenta que estaban dadas algunas condiciones para hacer experimentos con drogas psicodélicas en Argentina. Eso fue lo que comenzamos a hacer y en 2019 publicamos un estudio bastante grande sobre los efectos del DMT, la molécula psicoactiva de la ayahuasca. Ahora todos los años venimos haciendo por lo menos 1 o 2 estudios empíricos.
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-No. Ahora estamos trabajando en estudiar grupos de personas de experiencias colectivas con hongos psilocibes y ciertas formas de meditación.
-¿Actualmente la psilocibina es lo que más se estudia entre las drogas psicodélicas?
-Sí, por varios motivos. Porque es de una fuente natural; los efectos duran menos que otras drogas como el LSD; y no tiene ese estigma que tiene el LSD, por ejemplo. Entonces hay varios motivos por los cuales la psilocibina es un buen punto de partida.
HONGOS PSILOCIBES -¿Cuáles eran esas condiciones que estaban dadas en Argentina para estudiar drogas psicodélicas?
-Condiciones que tienen que ver en general para hacer ciencia empírica. Acá en Argentina se tenía un grupo bastante grande de gente y estudiantes que trabajaban conmigo, entonces desde ese punto de vista las necesidades estaban más o menos cubiertas. Me dí cuenta también que el equipo era interdisciplinario como para hacerlo. Yo soy físico y neurocientífico pero estudiar drogas en humanos requiere de otro tipo de perfiles también, como psicólogos y psiquiatras. Por otro lado, fue darme cuenta que hay dos ejes que uno tiene que recorrer para hacer estudios así en Argentina o cualquier otro lugar. Uno es la aprobación ética, es decir, que un comité de ética juzgue lo que vas a hacer y se adecue a los estándares éticos de investigación en humanos. El otro es el aspecto regulatorio. Este aspecto hasta el día de hoy no está resuelto en Argentina y por lo tanto hay un montón de estudios que no se pueden hacer en nuestro país o es muy difícil hacerlos. Por ejemplo, uno en el cual se suministra una droga psicodélica a un paciente. Esto es difícil en Argentina porque cae dentro de un aparato burocrático que no tiene mucha idea de cómo avanzar. Son estructuras complicadas desde lo burocrático. Pero lo que sí podemos hacer por ahora son estudios donde reclutamos gente que usaron o que estén por usar drogas psicodélicas y estudiamos sus efectos en distintos entornos. Incluso con neuroimágenes y DMT. O sea, mientras nosotros no le estemos suministrando una droga psicodélica sintética a un paciente, estamos dentro de lo que nos permite hacer un comité de ética. Con esas condiciones dadas pudimos avanzar. No pudimos avanzar tanto como para hacer estudios en pacientes depresivos y ese tipo de estudios que proliferan en Europa y Estados Unidos. Todavía estamos intentando eso pero sí hacemos estudios con personas sanas.
-¿Cómo es el estudio de drogas psicodélicas en Argentina y las mayores dificultades que se encuentran?
-La burocracia es la dificultad principal. Pero hoy por hoy, al estar las drogas psicodélicas en la lista de las más peligrosas, al administrarlas estarías rompiendo la ley básicamente. Entonces se necesita algún tipo de aprobación o excepción. El problema de la Argentina es que este procedimiento nadie entiende cómo hacerlo, ni las mismas agencias que regulan el tema. Por más que en el resto del mundo se está dando cierta tendencia a los estudios psicodélicos, en Argentina hay que hacer todo de cero. Supongo que tiene un motivo por lo cual es así acá pero obviamente es algo frustrante. No diría que el motivo por el cual es difícil es que hay una negativa para hacerlo o un prejuicio ético. Porque la gente con la que yo hablé de ANMAT está entusiasmada y les parece algo que vale la pena hacer, pero la superestructura burocrática hace que sea todo mucho más difícil y confuso. Ese es el problema que enfrentamos.
-¿Actualmente hay muchos profesionales argentinos trabajando con vos en los estudios con drogas psicodélicas?
-Somos un poco más de diez personas que trabajamos en la parte experimental. Hay gente que viene de las ciencias exactas, como yo, médicos, psicólogos, neurólogos y psiquiatras.
-Una vez dijiste que los psicodélicos son una llave a la conciencia… ¿Qué es la conciencia?
-El estado de conciencia que inducen las drogas psicodélicas es interesante, es distinto al usual. Es difícil hablar de la conciencia pero lo podemos resumir en las cosas subjetivas que reporta una persona sobre lo que le está pasando. Ese tipo de reportes suele tener características muy distintas cuando una persona está bajo la influencia de un psicodélico. Eso es interesante desde el punto de vista de la ciencia, uno lee un reporte de una persona bajo los efectos de 100 microgramos de LSD y como neurocientífico a mí me interpela, en el sentido de que me doy cuenta de que hay cosas interesantes para entender en ese estado. Por ejemplo, por qué ocurren, qué mecanismo hay detrás. Porque si entendemos qué mecanismos están detrás de todas esas alteraciones probablemente eso va a ser muy útil para entender también los mecanismos que están detrás de la conciencia ordinaria.
-¿Entonces la conciencia es un objeto de estudio muy reciente?
-Depende cómo lo mires porque las cosas que hoy parecen que son recientes es que en realidad son recientes de acuerdo a los métodos y estándares que se aplican hoy en día. Pero la gente estudia la conciencia desde hace siglos. De hecho, los primeros psicólogos del siglo XIX estudiaban la conciencia. Después lo que terminó pasando es que se consideró que los métodos que usaban, que era más que nada la introspección (pensar sobre sus propias sensaciones), esos métodos no eran fácilmente cuantificables y tampoco eran objetivos. Entonces hubo toda una movida en la psicología que se llamó Conductismo que básicamente rechazó el estudio de la conciencia como algo válido científicamente y se enfocó en cosas que se pueden medir y observar en el comportamiento físico de los organismos. Esto dominó en gran medida el siglo XX y la conciencia no se estudió. Yo diría que cuando vuelve la conciencia como un objeto de estudio válido para la ciencia es en comienzos de los 90’. Así que en este sentido es bastante reciente.
-Algunas personas reportan la pérdida del ego como un efecto de los psicodélicos ¿De qué se trata?
-Es un efecto que es reportado solo por algunas personas. No todas las personas que consumen algún psicodélico experimentan lo que llaman la ‘pérdida del ego’. Suele pasar con dosis altas y tiene que ver con la sensación en la cual la atención y el pensamiento deja de estar enfocada tanto en uno y de golpe tiene como la sensación de que su identidad personal y su yo ya no está más circunscrito a su propio cuerpo y existencia limitada. Muchos la describen como una sensación mística porque uno encuentra también en descripciones de ciertas experiencias en algunas religiones o en la meditación que es una sensación de comunión con el resto del universo. Puede ser para la persona que lo experimenta una sensación agradable o muy horrenda porque es una sensación muy ajena a lo que en general una persona está acostumbrada a experimentar. Esa sensación es una de los principales indicadores de lo que el grupo que investiga psicodélicos en Johns Hopkins llamó experiencia tipo mística. También cuando se usan drogas psicodélicas para tratar depresiones, adicciones y demás, aparentemente las personas que más entran en remisión son las personas que tuvieron esas experiencias. Esto es interesante porque es la experiencia misma lo que produce esto en las personas, al contrario de todas las otras drogas que usa la medicina en general.
-¿Qué es lo que induce a un “mal viaje”?
-Pueden ser muchas cosas. En mi experiencia de haberlo visto en gente y demás, primero hay ciertos tipos de personas que tienden más a tener un mal viaje, por ejemplo, de personalidad más controladora que necesitan entender y controlar lo que les pasa. También personas que tienden más a la preocupación y la ansiedad. Eso por el lado individual de cada uno. Pero después, puede haber en algún momento un disparador en la experiencia y se genera una especie de retroalimentación en la que la personas quiere que eso pare y eso no va a parar, la persona no puede lograr que la experiencia pare. Tu voluntad no importa mucho. Es muy recurrente que las personas se olviden que lo que están viviendo es algo temporal y empiezan a pensar que van a quedar así para siempre. Hablando se puede calmar a la persona sin necesidad de un ansiolítico.
Martes, 21 de junio de 2022
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