INVESTIGACIÓN
Más que alimentación y ejercicio: cómo influyen las horas de sueño en la pérdida de peso
Aunque no siempre es fácil de llevar a la práctica -la epidemia de obesidad que afecta al mundo da cuenta de ello-, la receta más difundida para bajar de peso parece simple: comer mejor y moverse más. Sin embargo, hay un "ingrediente" que suele mencionarse menos pero que juega un rol importante: el buen descanso.
A los múltiples estudios que asocian la falta de sueño con un aumento o con una menor reducción de la grasa corporal, se le suma una investigación reciente que muestra que dormir lo suficiente ayuda reducir la ingesta de calórica.
Enfoques para tratar la obesidad Para Esra Tasali, Directora del Centro del Sueño de la Universidad de Medicina de Chicago (en Estados Unidos) y líder del trabajo publicado en la revista JAMA Internal Medicine, comprender las causas subyacentes de la obesidad y cómo prevenirla es la mejor manera de enfrentar el problema.
"La actual epidemia de obesidad, según los expertos, se explica principalmente por un aumento en la ingesta calórica, más que por la falta de ejercicio", indicó en ese sentido.
Por eso, junto a investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison, diseñaron un ensayo clínico aleatorizado del que participaron 80 adultos jóvenes a través del cual se propusieron evaluar si modificaciones en el sueño pueden repercutir en cambios en la ingesta de calorías.
En las personas que duermen menos de lo recomendado, sumar tiempo de sueño puede influir en su ingesta calórica. Foto Shutterstock. En las personas que duermen menos de lo recomendado, sumar tiempo de sueño puede influir en su ingesta calórica. Foto Shutterstock.
Sueño y apetito "A lo largo de los años, nosotros y otros hemos demostrado que la restricción del sueño tiene un efecto en la regulación del apetito que conduce a una mayor ingesta de alimentos y, por lo tanto, pone a las personas en riesgo de aumentar de peso con el tiempo", explicó Tasali.
"Más recientemente -añadió-, la pregunta que todos se hacían era: 'Bueno, si esto es lo que sucede con la pérdida de sueño, ¿podemos prolongar el sueño y revertir algunos de estos resultados adversos?"
A partir de esa pregunta, el equipo de investigadores se propuso intentar que los participantes que habitualmente dormían menos de 6,5 horas por noche aumenten la duración de su descanso nocturno, para lo cual les ofrecieron una sesión personalizada de asesoramiento sobre higiene del sueño. Esa intervención tenía por objetivo ayudarlos a extender el tiempo de sueño hasta las 8,5 horas diarias.
El nuevo estudio no solo examina los efectos de la extensión del sueño en la ingesta calórica, sino que -lo que es más importante, según sus autores-, lo hace en un entorno del mundo real, sin manipulación ni control sobre los hábitos alimentarios de los participantes, quienes durmieron en sus propias camas, registraron su sueño con dispositivos portátiles y siguieron su estilo de vida normal sin ninguna indicación sobre dieta o ejercicio.
"La mayoría de los otros estudios sobre este tema realizados en laboratorios son de corta duración, de un par de días, y la ingesta de alimentos se mide por la cantidad que consumen los participantes de una dieta preestablecida", diferenció Tasali.
"En nuestro estudio, solo manipulamos el sueño e hicimos que los participantes comieran lo que quisieran, sin registro de alimentos ni nada más para rastrear su nutrición por sí mismos."
En cambio, para realizar un seguimiento objetivo de la ingesta calórica de los participantes, los investigadores se basaron en el método del "agua doblemente etiquetada" y en el cambio en las reservas de energía.
¿De qué se trata? Los participantes beben agua en la que tanto los átomos de hidrógeno como los de oxígeno son reemplazados por isótopos estables menos comunes, pero de origen natural, que son fáciles de rastrear en la orina.
El autor principal del estudio, Dale A. Schoeller, profesor emérito de ciencias nutricionales en la UW-Madison, fue el pionero en el uso de esta técnica en humanos. "Esto se considera el estándar de oro para medir objetivamente el gasto de energía diario en un entorno del mundo real que no es de laboratorio y ha cambiado la forma en que se estudia la obesidad humana", afirmó.
Las pantallas en la cama son enemigas del buen dormir. Foto Shutterstock. Las pantallas en la cama son enemigas del buen dormir. Foto Shutterstock.
Más horas de sueño, menos calorías En general, las personas que aumentaron la duración del sueño pudieron reducir su ingesta calórica en un promedio de 270 kcal por día, lo que se traduciría en aproximadamente 12 kilos durante tres años si los efectos se mantuvieran a largo plazo.
Uno de los aspectos que más sorprendió a los autores del artículo "Efecto de la extensión del sueño sobre la ingesta de energía evaluada objetivamente entre adultos con sobrepeso en entornos de la vida real" fue el obtener resultados significativos con una intervención tan simple.
"Vimos que después de una sola sesión de asesoramiento sobre el sueño, los participantes podían cambiar sus hábitos a la hora de acostarse lo suficiente como para aumentar la duración del sueño", comentó Tasali.
Lo que hicieron fue indagar en el entorno del sueño de cada uno de los voluntarios y a partir de ahí darles consejos personalizados sobre cambios que podrían ayudar a mejorar su descanso.
Aunque en el marco de la investigación no se realizó una evaluación sistemática sobre los factores que pueden haber influido en la duración del sueño, según Tasali limitar el uso de dispositivos electrónicos (tablet, celular, televisión, computadora) antes de acostarse parece haber sido una intervención clave.
Después de una sola sesión de asesoramiento, los participantes aumentaron la duración promedio del sueño en más de una hora por noche. A pesar de que no se les indicó la realización de otros cambios en el estilo de vida, la mayoría de los participantes disminuyeron la cantidad de comida ingerida (algunos consumieron hasta 500 calorías menos por día).
El estudio se desarrolló en cuatro semanas: durante las dos primeras semanas se recopiló información de referencia sobre el sueño y la ingesta calórica y en las dos siguientes se monitorearon los efectos de la intervención en la higiene del sueño.
"Este no fue un estudio de pérdida de peso", aclaró Tasali. "Pero incluso en solo dos semanas, tenemos evidencia cuantificada que muestra una disminución en la ingesta calórica y un balance energético negativo (la ingesta calórica es menor que las calorías quemadas). Si los hábitos de sueño saludables se mantienen durante más tiempo, esto conduciría a una pérdida de peso clínicamente importante con el tiempo", dijo.
La investigadora y su equipo se plantean ahora examinar los mecanismos subyacentes que pueden explicar estos resultados y consideran que este trabajo debería impulsar nuevos estudios más amplios que ayuden a determinar si prolongar el sueño puede ayudar en la pérdida de peso y en la prevención y tratamiento de la obesidad.
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Jueves, 10 de febrero de 2022
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