ACUERDO CON EL FMI
Los datos claves que muestran que un ajuste parece inevitable
Sin ajuste, sin condicionamiento. Así definió el Gobierno nacional el acuerdo con el FMI que establece una reducción del déficit. La apuesta es al crecimiento, pero sin dólares la industria tiene un techo. El agro no espera un 2022 tan bueno y los em
El haber alcanzado un acuerdo con el FMI, que evitó que la Argentina entrara en default, es una noticia positiva porque despeja males mayores. Sin embargo, a partir de ahora, comienza lo más difícil: cumplirlo.
Desde el Gobierno nacional, tanto el presidente Alberto Fernández y, especialmente, el ministro Martín Guzmán, han tratado de dejar claro que lo pactado no implica ni ajuste ni condicionamientos para el país.
El jefe de la cartera económica detalló los distintos temas que se tuvieron en cuenta en la negociación, como inflación, emisión y otras variables. La más importante es la del déficit fiscal, el centro del mal argentino. Guzmán precisó que el gasto crecerá en “forma moderada” y que habrá una “corrección fiscal” en los próximos tres años. Del 3% del PBI 2021 (algunos economistas aseguran que fue mayor) se tendrá que pasar al 2,5% este año, al 1,9% en 2023 y al 0,9% en 2024.
La forma de reducir un desequilibrio fiscal es bajando el gasto o subiendo los ingresos. Según lo explicado por el funcionario, el primer factor está descartado.
Si por esa vía no va a haber reducción, lo que queda es subir los ingresos. Estos pueden incrementarse, por ejemplo, por un aumento de impuestos o mayor recaudación de los existentes. Teniendo en cuenta la presión fiscal actual y la situación financiera de los contribuyentes no parece haber margen para mejorar los ingresos de forma significativa por esa vía.
Otra posibilidad sería endeudándose. Esta alternativa no suena viable para un país que no puede pagar las deudas que ya tiene. El otro camino es por el crecimiento. Este es el punto que señaló Guzmán como el elegido.
“Se plantea que haya una reducción del déficit gradual del déficit fiscal sobre la base de una economía que se recupere” informó el ministro al detallar las bases del acuerdo.
Si la apuesta es al crecimiento, el escenario es complicado. Desde el Gobierno se viene remarcando la mejora de la actividad económica que se registró en 2021. La primera aclaración que hay que hacer es que la comparación se realiza contra un 2020, que registró un derrumbe de todos los indicadores debido a la cuarentena. Es por eso que, mientras funcionarios hablan de recuperación, muchos economista sugieren un efecto rebote. Difícil que pueda repetirse en 2022.
En la mayoría de los rubros, los niveles de actividad están iguales o por debajo del 2019, un año de por sí malo. Si se analizan las causas de la recuperación que alude el Gobierno, no todas son sólidas. Por ejemplo, se destaca el crecimiento del sector turístico. Gran parte de esa mejora se debió al fuerte subsidio estatal a través del sistema de PreViaje. Sostener esa política va a contramano de lógica de saneamiento fiscal.
Otro de los motivos que impulsaron el consumo es la brecha cambiaria. Sectores como el automotor o el de la construcción vieron aumentar la demanda por el beneficio de quienes vendían sus dólares en el mercado “blue” y pagaban bienes en pesos al valor del dólar oficial. Eso provocó una fuerte suba de precios. También, la forma de escapar a un peso que se devalúa es a través del consumo de cualquier bien.
Teniendo en claro que la recuperación hasta ahora estuvo basada en cuestiones que no se pueden sostener en el tiempo, lo que resta ahora es ver las posibilidades de que ese crecimiento se sostenga de forma genuina. En este punto es clave el dólar. La economía argentina puede crecer si hay disponibilidad de divisas ya que, gran parte de la producción, las industrias pesadas, requieren dólares para funcionar y muchos más para crecer.
En los últimos meses se vio un estancamiento en la actividad porque el Banco Central, ante la caída de reservas y los compromisos de deuda, restringió la liberación de divisas. En la mayoría de los rubros, aún de bienes de capital, las trabas para importar son enormes por igual motivo: no hay dólares.
Es decir, si para los próximos meses hay mayor acceso de divisas, podría pensarse en crecimiento. De lo contrario, la actividad tendrá un techo.
La forma de tener mayor cantidad de dólares – más allá del endeudamiento – es mediante el aumento de las exportaciones. Si bien el superávit comercial creció en 2021, eso se produjo por el “cepo” a las importaciones y ventas externas que fueron récord. Así se llegó a un saldo favorable de u$s15.000 millones.
Por el lado del agro, por precios internacionales más altos hicieron que ingresaran más divisas de las esperadas. Por el lado de la industria, porque las empresas fueron “intimadas” por el Gobierno a generar sus propios dólares a través de las exportaciones. Muchas industrias extremaron los esfuerzos para vender más y conseguir nuevos mercados, pero esta estrategia no es elástica. Tiene un límite. Para poder vender tiene que haber alguien que quiera comprar. No es voluntad del vendedor, sino del comprador. Hay muchos países que quieren vender y la Argentina, pese al dólar alto, no es competitiva.
El escenario para las exportaciones argentinas en 2022 no es alentador. El “viento de cola” sopla con menos fuerza, los precios del agro están en baja y la sequía está haciendo perder cosechas. Por el lado de la industria, Brasil es uno de los principales destinos por volúmenes, por cercanía y porque es tan poco competitivo como la Argentina que hace que los precios no sean una traba, pero el país vecino no está creciendo al ritmo que se necesita para que lluevan dólares por esa vía. Desde la Fundación Mediterránea estiman que el superávit se podría reducir en u$s6.000 millones.
Otro tema a tener en cuenta es la demanda de energía. Las importaciones de gas para el próximo invierno requerirán más dólares que el año pasado .
Además, si la economía crece las importaciones también lo harán y con exportaciones que no mejoren a igual ritmo la balanza comercial sentirá el golpe. Todo este escenario es que el ven los empresarios y sobre esta realidad toman decisiones.
Esta semana se conoció una encuesta realizada a 600 empresarios industriales de la provincia de Buenos Aires, la más importante desde el punto de vista económico, que es una señal de alarma. Fue llevada a cabo por la Federación Económica de la provincia (FECOBA), la asociación de industriales (ADIBA) la Unión Industrial (UIPBA) y la confederación económica (CEPBA).
El 52,5% de los consultados cree que la situación económica general empeorará en 2022. El 75% respondió que no tomará personal, un 15% que sí lo hará y un 10% que reducirá la plantilla.
En cuanto a la inversión, la mitad de las empresas no planea invertir, mientras que de la otra mitad, el 54% hará una pequeña inversión.
En cuanto al principal problema de la Argentina, por amplia mayoría se impuso la carga impositiva. Esto es importante porque una forma de mejorar la actividad económica sería a través de la rebaja de impuestos que alivie a las empresas. Esta posibilidad está descartada en un contexto donde hay un cronograma de reducción de déficit con gasto igual o aumento “moderado”. No encaja en este acuerdo un alivio fiscal.
Esta encuesta sirve para mostrar que el crecimiento que espera el Gobierno no es acompañado por lo que piensan los empresarios y está condicionado, no sólo por la falta de dólares y los problemas macroeconómicos mencionados, sino porque los empresarios no apuestan a una clara recuperación. Las inversiones que se harán serán para mantener la estructura actual, no para expandirla.
La falta de perspectivas y la inexistencia de crédito no generan un clima de negocios para que las empresas se expandan, salvo excepciones. La idea es utilizar la capacidad instalada.
Con este escenario, el crecimiento que puede haber es limitado y no de la magnitud que se requiere para generar ingresos suficientes para reducir el déficit sin que se baje el gasto. Es por eso que para cumplir con las metas firmadas con el FMI, un ajuste parece inevitable.
Viernes, 28 de enero de 2022
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