ALIMENTACION
Más palta y menos carne roja: cómo influyen las diferentes grasas en el riesgo de ACV
Un estudio analiza el rol de la grasa vegetal y la animal en las chances de sufrir estos eventos.
Más palta y menos carne roja: cómo influyen las diferentes grasas en el riesgo de ACV Un mayor consumo de grasas vegetales y poliinsaturadas reduce las chances de derrame cerebral. Foto Shutterstock.
Las más leídas de Buena Vida 0 26/11/2021 12:18 Clarín.comBuena Vida Actualizado al 26/11/2021 12:19 Las bondades de incorporar vegetales a la dieta en detrimento de las carnes rojas es una recomendación nutricional en alza, que se da en paralelo con avances en investigaciones que estudian los efectos en la salud de los distintos tipos de alimentos.
Ahora, un nuevo estudio se propuso analizar por primera vez y exhaustivamente el impacto en el riesgo de accidente cerebrovascular (ACV) de la grasa derivada de fuentes animales, vegetales, lácteos y no lácteos. Sus resultados vinculan las mayores cantidades de carne roja (entera y procesada) y grasa animal no láctea con un aumento del riesgo de sufrir este tipo de eventos.
En tanto, consumir más grasa vegetal (como la que proviene de la palta o de los frutos secos) o grasa poliinsaturada (también llamadas “grasas saludables”, como las que encotramos en pescados como el salmón) lo redujo, según halló esta nueva investigación, que fue presentada en las sesiones científicas de la American Heart Association 2021.
La calidad en el detrimento de la cantidad "Nuestros hallazgos indican que el tipo de grasa y las diferentes fuentes alimenticias de grasa son más importantes que la cantidad total de la misma en la dieta, si hablamos de la prevención de enfermedades cardiovasculares, incluido el ACV", explica Fenglei Wang, autor principal del estudio y miembro del departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard, de Estados Unidos.
Para llegar a estas conclusiones, durante 27 años los investigadores analizaron y siguieron los datos de más de 117 mil participantes que formaban parte del Estudio de salud de enfermeras (1984-2016) y del de seguimiento de profesionales de la salud (1986-2016). Se trata de dos de los estudios más grandes para examinar los factores de riesgo de diversas enfermedades crónicas.
Los autores del estudio recomiendan reducir el consumo de carnes rojas. Foto Shutterstock. Los autores del estudio recomiendan reducir el consumo de carnes rojas. Foto Shutterstock.
Los participantes tenían 50 años en promedio y estaban libres de enfermedades cardíacas y cáncer en el momento de la inscripción. Al principio -y cada 4 años durante el estudio- se los instó a completar cuestionarios para dar cuenta de la frecuencia de los alimentos que consumieron, y poder así calcular la cantidad, la fuente y los tipos de grasa en sus dietas durante el año anterior.
Así, los investigadores calcularon el promedio acumulativo de los datos dietéticos durante el seguimiento para reflejar la ingesta a largo plazo. La cantidad de grasa ingerida se dividió en 5 grupos.
La carne roja total incluyó carne de vaca, cerdo o cordero como plato principal, en sándwiches o platos combinados y carnes rojas procesadas. Las carnes rojas procesadas incluían panceta, salchichas, mortadela y salame, entre otras.
Las grasas lácteas, con menor riesgo Durante el tiempo que duró el estudio, 6.189 participantes sufrieron un ACV, dentro de los cuales 2.967 fueron de tipo isquémicos (es decir, causados por un coágulo que corta el flujo sanguíneo a una parte del cerebro) y 814 fueron hemorrágicos, ocasionados por sangrado de vasos en el cerebro.
Quienes se encontraban en el quintil más alto de ingesta de grasas animales no lácteas tenían un 16% más de probabilidades de sufrir un derrame cerebral que los que comían menos (el quintil más bajo).
En tanto, la grasa láctea en productos como queso, manteca, leche, helado y nata no se asoció con un mayor riesgo de ACV.
Los perjuicios de "una porción más" Otro de los datos a resaltar está vinculado a la cantidad: los participantes que tuvieron mayor ingesta de grasa vegetal y de grasas poliinsaturadas tenían un 12% menos de probabilidades de sufrir un ACV en comparación con los que comieron menos.
Asimismo, aquellos que consumían una porción más de carne roja total todos los días tenían un 8% más de riesgo de accidente cerebrovascular, y aquellos que ingerían una porción más de carne roja procesada tenían un 12% más de riesgo de ACV.
La grasa láctea como el queso, la mateca, la leche y los helados no se asoció con un mayor riesgo de ACV. Foto Shutterstock. La grasa láctea como el queso, la mateca, la leche y los helados no se asoció con un mayor riesgo de ACV. Foto Shutterstock.
"Con base en nuestros hallazgos, recomendamos al público en general que reduzca el consumo de carne roja y procesada, minimice las partes grasas de la carne sin procesar y reemplace la manteca con aceites vegetales no tropicales como el aceite de oliva, aceites de maíz o soja en la cocina; para reducir el riesgo de ACV", aconseja Wang.
El autor del estudio también sugiere que profundizar las investigaciones en los subtipos de ingesta de grasas -como separar las grasas saturadas consumidas de las fuentes vegetales, lácteas o animales no lácteas- sería útil para comprender mejor la asociación entre su ingesta y el riesgo de ACV.
Menos carnes rojas y procesadas "Muchas carnes procesadas son ricas en sal y grasas saturadas, y bajas en grasas vegetales. La investigación muestra que reemplazar la carne procesada con otras fuentes de proteínas, particularmente fuentes vegetales, se asocia con tasas de mortalidad más bajas", agrega Alice Lichtenstein, profesora de ciencia y política de la nutrición en la Universidad de Tufts en Boston.
Lichtenstein es también autora principal de la declaración científica de 2021 de la American Heart Association, denominada “Guía dietética para mejorar la salud cardiovascular”.
“Las características de un patrón de dieta saludable para el corazón son equilibrar la ingesta de calorías con las necesidades calóricas para lograr y mantener un peso saludable", recomienda.
Y especifica: "Elegir granos integrales, proteínas magras y de origen vegetal y una variedad de frutas y verduras; limitar la sal, el azúcar, la grasa animal, los alimentos procesados y el alcohol; y aplicar esta guía independientemente de dónde se preparen o consuman los alimentos".
Para finalizar, los autores aclaran que una de las limitaciones es que se trata de un estudio observacional, por lo que los resultados no pueden establecer un vínculo de causa y efecto entre el consumo de grasas y el riesgo de accidente cerebrovascular.
Además, fueron los participantes quienes informaron sobre su ingesta dietética, lo que puede resultar en inexactitudes. Sin embargo, repetir las evaluaciones de la dieta cada cuatro años ayuda a reducir este error potencial y mejorar la precisión de los cálculos.
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