FAMOSO PERIODISTA Y CONDUCTOR RADIAL HABLÓ DE LAS CONSECUENCIAS DE SU ADICCIÓN AL JUEGO
“Perdí el departamento que me dejó mi abuela”
El conductor radial estuvo de invitado en el ciclo de Gastón Pauls Seres Libres y habló de un tema que pocos conocían de él: su adicción al juego. Durante la nota, el conductor radial admitió que la ludopatía le generó consecuencias económicas, físicas y psicológicas. Uno de los momentos más duros de esa etapa de su vida fue cuando tuvo que entregar el departamento que le regaló su abuela para saldar una deuda.
El periodista de Metro explicó que su problema con el juego no apareció en su adultez, sino cuando era chico. “Me doy cuenta de que aposté siempre, desde la escuela primaria, a los 10, 11 años”, recordó. En ese sentido, explicó que él armaba torneos de ping pong durante los recreos y que cobraba un peso. “Me llevaba la mitad y el campeón se llevaba la otra. No era apostar, pero era una vinculación entre jugar y plata”, agregó.
La primera vez que jugó al blackjack y al póker fue durante unas vacaciones en Miramar, cuando sus padres se separaron. Con el tiempo, esa fascinación fue creciendo hasta que se apoderó de él. Según él mismo detalló, fue algo “paulatino”, aunque él era bastante consciente de que tenía un problema.
Su adrenalina por el juego estaba vinculada a “vivir en problemas”: “Me divertía apostar la cifra que me complicara la vida. Si había ganado 50 en el mes, apostar 10 no me divertía, me divertía apostar 60″.
A medida que su trabajo se volvió más popular, tuvo que cambiar su manera de manejarse para su entorno no se enterara: “Eso se había apoderado de mí, era mi plan de fin de semana ni salir con amigos ni con chicas ni familia. Dejé de jugar al fútbol, de ir a la cancha a ver a Atlanta, empezás a mentir. En los momentos de consciencia decía ‘pará esto está mal’ y después me decía ‘si es lo que te divierte, viví así’.
A este ritmo, no tardó mucho en contraer deudas. Por eso en un momento tuvo que desprenderse de algo muy preciado para él y su familia. “Soy nieto de una sobreviviente de Auschwitz y mi abuelo sobreviviente de la lista de Schindler, mi abuela me regaló un departamento en el 2002 antes de morir y yo años después viví ahí, un dos ambientes en Villa Crespo. Yo lo perdí jugando, no voy a decir la cifra, pero perdí mucha plata”, confesó sobre las consecuencias económicas que tuvo que afrontar.
Sin embargo, todo cambió cuando tocó fondo y decidió cambiar su estilo de vida. Fue un año a jugadores anónimos en una iglesia que se llamaba San Cayetano. “Yo siempre trabajé y ahí escuché cada historia durísima, de intento de suicidio, de quedar en la calle. Dije ‘tengo una oportunidad acá, soy el que mejor está’. Fui todo un año, me hizo muy bien, hice buena relación con algunas personas. Con mi familia y la psicóloga y ese grupo logré rescatarme”, concluyó orgulloso de su drástico giro.
Miércoles, 14 de julio de 2021
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