CONSEJOS
Cómo limpiar anteojos: claves para no dañarlos y dejarlos como nuevos
Ni pañuelitos húmedos, ni la servilleta de papel que tenemos a mano, ni el borde de la remera 100% algodón. ¡Y mucho menos papel higiénico! Aunque muchas veces se suele recurrir a cualquiera de estos elementos para salir del paso cuando los anteojos de lectura o de sol se empañan o ensucian, ninguno de ellos es conveniente para garantizar que se mantengan impecables y tengan una larga vida útil.
El problema no es ni la tela en sí ni el papel -aunque ambos pueden dejar pelusa-, sino las partículas de polvo o los pequeñísimos granos de arena que en algunos casos están adheridos a los cristales y provocarán rayaduras irreparables, incluso en aquellos modelos que cuentan con tratamientos anti rayas o con cualquier otra tecnología moderna para extender su duración.
Tarea imprescindible más aún en estos tiempos de extremos cuidados higiénicos, lo cierto es que limpiar los anteojos no es ninguna ciencia, pero sí es importante tener en claro qué hacer y qué no y conocer las claves para no dañarlos y dejarlos como nuevos.
Los anteojos, se sabe, cuentan de dos instrumentos esenciales: los cristales y el armazón. Los dos deben cuidarse cotidianamente. Pero los cristales suelen ser los más perjudicados por su uso y mal uso. Estos son los pasos que recomienda la óptica técnica María Eugenia Villar, especialista en el tema:
Antes que nada, lavarse bien las manos para evitar trasladarle al anteojo cualquier suciedad, crema o grasa. Luego abrir apenas la canilla con agua tibia -no debe estar muy caliente para no dañar las capas más superficiales de los cristales- y colocarlos durante 30 a 40 segundos para que se mojen bien (de esta manera el líquido arrastrará cualquier partícula que se encuentre adherida). Aplicar sobre ambos lados de los cristales una cantidad pequeña de jabón -preferentemente neutro- y esparcirlo de manera suave por toda la superficie con las yemas de los dedos. Se aconseja evitar el detergente ya que es abrasivo y podría dañar tratamientos como el antireflex o el espejado.
Enjuagar ambos cristales también con agua tibia y sacudir con cuidado los anteojos para eliminar el exceso de agua. Finalmente, secarlos con un paño de microfibra limpio (lo ideal son los que vienen en el estuche al comprarlos).
El proceso de limpiar los anteojos bajo el agua es el más sencillo para incorporar como rutina, pero si no se cuenta con una canilla a mano también son muy prácticos los paños de microfibra y los limpiadores en aerosol que se venden en las ópticas, especialmente desarrollados para preservar los cristales y que además son sanitizantes, con lo cual reducen o eliminan los gérmenes y microbios.
La otra pieza a cuidar de los anteojos es el armazón. El método para limpiarlo es el mismo que con los cristales, es decir, con agua tibia y jabón neutro.
Según la especialista María Eugenia Villar, hay que ser muy cuidadoso al sostenerlo: no hacerlo nunca desde las patillas que son las partes más delicadas de los armazones.
Además, sujetarlo siempre desde el aro del lado que se está limpiando ya que si se sostiene desde el otro aro se ejerce presión sobre el puente -la unión entre ambos aros- y puede deformarse o incluso romperse si los anteojos son de un material muy frágil.
Por último, recomienda ser muy detallista al momento del secado ya que algunos tornillos, si quedan mojados, pueden oxidarse.
Cuidados cotidianos Más allá de la limpieza, para lograr una mayor duración de los anteojos es clave no dejarlos nunca en una zona de calor (en el asiento auto con sol a pleno, por ejemplo) ya que las temperaturas altas dilatan los materiales.
Tampoco es recomendable usarlos de vincha ya que pueden deformarse, estirarse o romperse. Esto no sólo por una cuestión estética: en el caso de los anteojos con aumento se puede afectar la graduación sin que lo percibamos a simple vista.
También se desaconseja apoyar la zona de los cristales sobre una mesa o cualquier otra superficie, porque se dañaran rápidamente. Si hay que apoyar los anteojos temporalmente en algún lugar, siempre con los cristales hacia arriba.
Cuando no se están utilizando, lo mejor es guardarlos en su estuche. Los más indicados son los estuches rígidos ya que las fundas flexibles los protegerán menos ante posibles caídas o golpes.
Miércoles, 14 de octubre de 2020
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