EL PRIMER MINISTRO BRITANICO TUVO QUE DAR MARCHA ATRAS CON SU POLITICA DE DESCONFINAMIENTO
Boris Johnson anunció restricciones por seis meses por el coronavirus
Desde Londres.El gobierno británico puso el freno y la marcha atrás de la desescalada del confinamiento. En un dramático mensaje a la nación a las ocho de la noche hora local, el primer ministro Boris Johnson señaló que el gobierno haría todo lo necesario para “combatir esta terrible amenaza que sufre la humanidad, la peor crisis que yo recuerde”.
Johnson elogió a la mayoría que respeta las reglas y lanzó un duro mensaje para los que no lo hacen: multas de hasta 10 mil libras y, en caso de ser necesario, la intervención del ejército. “A todos los que dicen que no son necesarias estas medidas y que deberíamos dejar que la gente tome sus decisiones, les digo que esto no es así. La trágica realidad es que la leve tos de uno es la muerte de otro.
"Y a los que dicen que hay que encerrar a los mayores y vulnerables con todo el sufrimiento que esto implica, les digo que esto no es realista. Si uno deja libre el virus por toda la población, inevitablemente este llegará a los mayores y vulnerables en una proporción mucho más devastadora”, dijo Johnson.
El primer ministro había anunciado por la tarde en el parlamento la mayoría de las medidas: el cierre de todos los lugares de entretenimiento a partir de las 10 de la noche, el trabajo desde casa salvo para los servicios esenciales, el tapabocas obligatorio en taxis y negocios, y la reducción del número de participantes en bodas (a 15) y funerales (a 30).
“Como España, Francia y muchos otros países hemos llegado a un momento decisivo. En las últimas dos semanas las internaciones hospitalarias se han duplicado. Si seguimos así habrá decenas de miles de infecciones en octubre que llevaran a cientos de muertos diarios en noviembre. Y si no actuamos esos números empeorarán. Como con otras enfermedades respiratorias el Covid se contagia más rápido a medida que nos acercamos al invierno”, explicó Johnson en el parlamento.
El primer ministro enfatizó que las medidas se extenderán durante seis meses. La realidad meteorológica británica es que el invierno en este país se apropia de parte del otoño y la primavera: no muestra mucho respeto por las estaciones.
Johnson intentó una nota de su proverbial optimismo al cierre de su alocución parlamentaria al señalar que, para cuando llegue la primavera, la situación estará mucho mejor. “La ciencia nos está ayudando. La Dexameesthone, que probamos en este país, está reduciendo el número de casos. Está la posibilidad de una vacuna. No voy a negar que las cosas serán difíciles en los próximos meses, pero vamos a superar este momento”, dijo el primer ministro.
El optimismo de Johnson contenía un probablemente inadvertido chorro de agua fría. La vacuna, que tantos miran con expectativa, es en sus palabras más una posibilidad (“a prospect”) que una certeza. Los períodos que maneja la nueva política gubernamental parecen prescindir de la idea de una cura mágica previa que evite los sacrificios. Y el éxito, resaltó el primer ministro, dependerá de que se cumplan las reglas.El anuncio de Johnson nacionaliza una situación que ya afectaba a más de 13 millones de personas, una quinta parte de la población. En las últimas dos semanas grandes ciudades del norte británico como Liverpool, Manchester y Glasgow en Escocia junto a algunas de las Midlands como Birmingham y Wolvershampton adoptaron distintas variantes del confinamiento con toques de queda y nuevas reglas para la interacción social.
La regla de seis que entró en vigor el lunes de la semana pasada en todo el país – no más de seis personas reunidas dentro o fuera de las casas – fue sobrepasada por los acontecimientos. Sigue siendo uno de los pilares del actual sistema, pero ahora con la amenaza de medidas punitivas en caso de violación de las reglas.En el mensaje televisado a la nación buscó explicar directamente a los británicos la necesidad y urgencia de estas medidas. Y resaltar con un tono dramático el peligro de no aplicarlas. “Soy profundamente reticente a limitar la libertad de nadie, pero a menos de que adoptemos estas medidas, tendremos que ir por otras mucho más duras cuando las muertes aumenten y volvamos al nivel de infecciones que tuvimos en la primavera. Si la gente no sigue las reglas, nos reservamos el derecho de ir más allá. Tenemos que actuar ahora si queremos mantener la economía y las escuelas abiertas mientras trabajamos para suprimir el virus”, dijo Johnson.
El más allá de las actuales medidas es lo que el mismo Johnson llamó la semana pasada la “opción nuclear”: un regreso al confinamiento absoluto que el primer ministro anunció el pasado 24 de marzo.
Los casos se vienen duplicando desde principios de mes: este martes rozaron los cinco mil casos, la cifra más alta desde mayo. El cálculo de los asesores gubernamentales es que si no se adoptan medidas urgentes habrá 50 mil casos diarios a mediados de octubre y más de 200 muertos por día en noviembre.
El tono usado por el primer ministro y el gobierno en los últimos días es un cambio radical del “laissez faire” que dominó el discurso oficial desde que comenzó la desescalada de la cuarentena. En mayo el gobierno instaba a que la gente fuera a su lugar de trabajo. En junio y julio liberó casi todas las actividades y buscó incentivar el consumo con precios subsidiados en restaurantes y bares.
El mismo Johnson llegó a profetizar con veraniego optimismo una navidad en la que todos estaríamos abrazándonos como de costumbre. El impacto de este lenguaje desaprensivo se siente ahora. El inicio de las clases en la primaria y secundaria a principios de septiembre puso más presión sobre el sistema. Según la ONS, organismo oficial de estadísticas, los contagios han aumentado en todas las edades, desde la niños hasta los grupos de riesgo, desde la reapertura de las aulas. Es, por el momento, una raya que el gobierno no quiere cruzar: las escuelas deben permanecer abiertas. Habrá que ver cómo sigue la película.
Miércoles, 23 de septiembre de 2020
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