No es novedad que lo más aconsejable sea apagar el celular para dormir, pero cada día aparecen nuevos estudios que lo confirman con mayor rotundez. La luz afecta nuestro ritmo circadiano, es decir, el reloj natural del cuerpo; las luces de las pantallas alteran la transición fisiológica natural de la melatonina.

Los investigadores estadounidenses recientemente distinguidos con el premio Nobel de Medicina (Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young) descubrieron que los seres vivos adaptan su ritmo biológico y lo sincronizan con las revoluciones de la Tierra.

Ese reloj es responsable de muchas de las cosas con las que convivimos a diario sin darnos cuenta: la posibilidad de conciliar el sueño, el humor, el estado de alerta e incluso el mayor o menor riesgo de sufrir un para cardíaco.

Pero eso no es todo: la exposición a alguna fuente de luz azul durante la noche afecta también nuestro peso. En la oscuridad, el cuerpo experimenta un aumento de los niveles de leptina, la hormona que controla el hambre y contribuye a tener un ciclo de sueño más largo. En presencia de luz se activan mecanismos que se traducen en necesidad de comer durante la noche.



Jueves, 2 de julio de 2020