EJEMPLO DE LUCHA
Las palabras del obrero que le regaló un rosario a la directora que vino a cerrar Massalin
Este martes a las 14:00 apagaron las máquinas y a las 16:00 se concentraron en el patio junto a los gerentes liderados por Nadia Piskulic, directora de producción de Massalin en Argentina. Juan Gamarra es uno de los obreros que se quedó sin trabajo. Al salir por última vez de la fábrica, contó lo que habló personalmente con ella y el gesto que realizó.
Sobre calle Ejército Argentino está la entrada principal de la planta goyana de Massalin Particulares. El mismo lugar por donde entró y salió cada empleado, desde hace 65 años (cuando la fábrica arrancó con un número aproximado de 3.000 trabajadores).
Desde el 21 de octubre de 2019, cuando la empresa anunció por primera vez su decisión de cerrar Goya, familiares y trabajadores montaron un «acampe del aguante» sobre calle Ejército Argentino. Improvisaron un altar con la imagen de Jesús de la Buena Esperanza (patrono de la capilla que está emplazada a la vuelta de la fábrica, en la esquina de 9 de Julio y San Martín), la Virgen de Itatí y otras más. Allí se reunieron todos los días a las 07:00, a las 15:00 y 21:00 para rezar el rosario.
Juan Gamarra es uno de los obreros que estuvo en cada rezo con familiares y ciudadanos que se acercaban para acompañar la lucha. Hoy salió por última vez de su trabajo y se encontró con toda esa gente que seguía haciendo el aguante. Tomó un micrófono y les contó lo que había hecho hace pocos minutos frente a la directora de Massalin.
«La empresa habló por boca de los directores, a pesar de las cosas que se intentaron, la empresa decidió cerrar. No queda en vano todo lo que hicimos. Creo que ahora estaremos más fuertes que nunca. Esta es una experiencia que nos va a ayudar a todos en los momentos difíciles.
»Hablé con la directora, la Sra. Nadia y le di mi solidaridad porque sé que es una persona como nosotros. Es la persona que anunció el cierre, pero dentro de ese anuncio hay una persona y para ella no fue fácil. No me gustaría estar en su lugar ni por casualidad, cerrar una planta con doscientos y pico de empleados… Le manifesté mi solidaridad y la de ustedes, y le regalé el rosario con el que rezamos todos los días.
»Le comenté que al principio era como el cuco que venía a cerrar la planta pero entendimos que también hay una persona ahí adentro, y un corazón que ahora está sufriendo. Nuestro testimonio tiene que ser ese, porque Jesús nos enseñó a orar por nuestros enemigos y a veces también por las personas que nos hacen daño, pero que también es una persona que recibe órdenes. Así que le prometí que vamos a seguir rezando por ella y que si en algún momento la Philip Morris decide volver, acá vamos a estar dispuestos a trabajar nuevamente».
Miércoles, 20 de noviembre de 2019
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