4 AVENTUREROS
Expedicionarios se lanzan a unir Mburucuyá y Goya para relevar naturaleza
En una travesía que durará como mínimo seis días, cuatro personas se lanzarán a navegar 200 kilómetros del río Santa Lucía, como parte de una investigación y relevamiento de la biodiversidad. “Conocer cada sitio y preservarlo permitirá desarrollarlo”, aseguró Juan Ramón Díaz Colodrero, reconocido a nivel internacional por sus imágenes del Iberá.
Su pasión nació en los 90, cuando aún vivía en Europa y dedicaba su tiempo libre a la pesca con mosca. Atraído por la curiosidad y por imitar a otros europeos, que ocupaban los tiempos de espera típicos de la pesca en fotografíar aves, se introdujo en un universo que todavía no deja de sorprenderlo. Desde 2008 regresó a su Goya natal, y lo que empezó siendo una tarea de pasatiempo se convirtió en su pasión y en su medio de vida. Juan Ramón Díaz Colodrero es autor de numerosos libros e imágenes famosas que retratan la fauna típica de la naturaleza correntina (entre ellos el libro del Iberá y los paneles fotográficos de los centros de interpretación de toda la provincia), y se define también como “expedicionario”. En sus travesías tienen lugar la observación, fotografía y relevamiento de especies, y con el tiempo convirtió las recorridas en un emprendimiento turístico como guía en safaris fotográficos, para quienes buscan un experto en la actividad, un conocedor de sitios y un ojo entrenado como pocos.
Junto a otros tres aventureros, emprenderán dentro de una semana una nueva travesía, que unirá por primera vez a Mburucuyá con Goya, en navegación por el cauce del río Santa Lucía. “Se trata de un trabajo de investigación a lo largo de unos 200 kilómetros, que involucra a varios actores. Entre ellos, el parque nacional Mburucuyá, que respalda la iniciativa, así como la intendencia de ese municipio y las comunas de San Roque, Gobernador Martínez y Goya”, explicó a este medio el fotógrafo. Parte de la tarea, será fotografiar y observar aves y la diversidad de especies que alberga la cuenca, así como tomar muestras de agua para su análisis y relevar el estado de los márgenes. “Luego daremos informe a cada municipio de lo que encontremos, para que esa información sea útil para el cuidado que corresponda a cada uno. Y que puedan ver qué espacios se podrían desarrollar para el turismo de naturaleza en esa región”, detalló. “Existen especies sensibles, como la garcita bueyera o la garza bruja, que son indicadores del estado del ecosistema. Cuando no las encontrás, podés inferir que ese hábitat tiene algún problema”, ejemplificó. A la vez, la travesía servirá para la pesca con devolución “para detectar el estado de los peces, en especial el dorado, en la zona. Y a futuro desarrollar proyectos de turismo sustentable orientado a la actividad”, apuntó.
La salida está prevista para el próximo jueves, desde el muelle de Paso Aguirre (Mburucuyá) y la travesía duraría una semana. “Se estipula un itinerario, pero es flexible. Muchas veces se acampa por más tiempo en busca de una especie en particular, o si surge algún cambio necesario”, detalló.
Relevar, cuidar, desarrollar Esta vez sus compañeros de aventura serán Abel Fleita, también fotógrafo y comunicador vinculado al parque nacional Mburucuyá; Walter Zabala, compañero de expediciones por el río Batel; y Julio Gómez, kayakista y deportista aficionado a la actividad. “Hacemos un buen equipo, con muchas ganas de trabajar. Y logramos involucrar en la iniciativa a los municipios, eso es muy interesante porque son actores fundamentales para la conservación y el desarrollo”, aseguró Díaz Colodrero, quien trabajó durante cinco años en vinculación con la fundación CLT, y en especial con Tompkins. Así, serán varios los organismos que aportarán para cubrir la logística del viaje, que incluye traslados, víveres y combustible, además de todo el equipamiento específico con que ya cuentan los expedicionarios para aportar al viaje. “Son al menos tres embarcaciones, dos son kayacs inflables y un tercero tiene espejo, para poder adaptarle un motor. En él llevamos los equipos de video, cámaras, comestibles y también las hamacas –con mosquitero y techos– que llevamos para dormir. Es lo que menos espacio ocupa y es muy práctico”, describió.
La comida se raciona, por paradas. Incluye algunas frutas, frutos secos, pan casero, algún fiambre. También llevan botas, linteras, equipo de pesca, repelente, algunos medicamentos de primeros auxilios, algunas herramientas y agua. “Las travesías las comencé en 2012, en el Impenetrable chaqueño, para poder relevar parte del Bermejo y Bermejito, a las orillas del Parque Nacional. De ahí fue convirtiéndose en propuesta turística. Y al conocer los sitios, después sabés dónde se puede acampar, dónde hay fauna y dónde no hay nada. Porque, a veces, no hay nada”, aseguró. Seis años antes, había conocido a Douglas Tompkins. “Le gustaron mis imágenes y le envíe algunas en CD. Ahí comenzamos a proyectar juntos lo que se convertiría en el libro del Iberá, mi trabajo mejor logrado. Creo que no he podido superar eso. A veces rechazo trabajos que me piden, porque sé que no podré hacer algo mejor que ese material del libro”, relata. Tomar todas esas imágenes le llevó más de 5 años. Finalmente se publicó en 2015. Entre sus publicaciones se cuentan otras relacionadas con el oso hormiguero, con el sistema de producción y desarrollo del Iberá, y también hay varias premiadas o distinguidas en el exterior.
“Aunque mi familia es gente de campo y crecí vinculado a eso y a la vida silvestre, nunca pensé que podría trascender de un pasatiempo a una pasión. De Tompkins aprendí esa visión de hacer uso responsable del recurso natural, que es un regalo, pero que también hay que cuidarlo. Y representa la tercera economía a nivel mundial”, destacó. Desde entonces, la fotografía y las expediciones lo condujeron al camino emprendedor. “Recibo a visitantes de observación, en especial europeos que ejercitan la observación de aves. Pero también a los visitantes normales. A aquellos que me buscan para aprender a fotografiar especies, que buscan que les enseñe dónde encontrarlas, cómo hay que apostarse, por ejemplo. En nuestro Iberá los animales son mansos. Y hay algunas especies que son, para el mundo, verdaderos hallazgos”, describió.
Paraísos ocultos y corredores al Sur Vinculado desde hace años con el desarrollo del Iberá como región de conservación y de turismo ecológico, Juan Díaz Colodrero celebró el impulso que toma la región a partir del Plan Maestro Iberá. Aunque, opinó, la zona norte “tiene un despegue más grande, hay más servicios y más infraestructura lista para recibir al turismo”, en comparación al sur de los Esteros. Destacó en ese sentido el trabajo de las comunidades de Loreto, San Miguel, Mburucuyá, Concepción y –por supuesto, a la pionera– Carlos Pellegrini. Sin embargo, “la parte media de Corrientes hacia el sur, recién comienza a empujar en el mismo sentido”, sostuvo. Por eso, celebró el respaldo de los municipios a la propuesta de relevamiento fluvial.
“En 2008, Concepción apenas tenía una estación de servicio y un hotel. A diez años de eso, se nota el impulso y la preparación de su gente”, subrayó. De hecho, son suyas las fotografías que se aportaron para construir allí el primer centro de interpretación del Iberá, inaugurado en 2012. También por entonces trabajó vinculado al municipio de Yatay Ti Calle. “En la zona queda mucho por hacer. Hay lugares estratégicos todavía desconocidos, que tienen gran potencial”, opinó. La provincia, con el Iberá como epicentro y con cientos de rincones ocultos todavía, alberga a unas 420 especies. Díaz Colodrero fotografió a todas. 378 de ellas se concentran en Iberá, de las cuales 298 están al sur de la provincia y 67 son mamíferos.
“No muchos saben dónde se concentran las especies. El sur es un paso migratorio, en especial la laguna Sirena, donde todavía se siguen relevando especies nuevas. Hace muy poco aparecieron pollonas celestes, un ave que viene de mucho más al norte. Y hay una gran población de monjitas dominicanas, una especie en peligro de extinción que tiene su mayor concentración allí. También cardenales amarillos, otra especie única y en peligro. Es un corredor de los Esteros y tiene un ecosistema muy interesante. También hay pumas, y aunque con pocos registros, algunos ocelotes. Y, por supuesto, también carpinchos, yacarés, y cientos de aves diversas. Para el experto, “otro paraíso es el Batel, en especial la parte norte, donde el agua es transparente y se pueden ver los cardúmenes de dorado. Allí se juntan tres cuencas: el Iberá con el río Corriente, la cuenca oeste del Batel y el Santa Lucía. Tienen ecosistemas muy parecidos, aunque no en todo su recorrido. Es un lugar muy especial”, aseguró. Ahora, munido de cámaras especiales, saldrá a relevar ese tramo de la provincia. Y mientras, prepara otro desafío aún mayor: “La próxima expedición la haremos en agosto, unirá Loreto con Esquina. Son 431 kilómetros de navegación, donde el paso más difícil será en Concepción, cerca de Capí Varí. Hay que andar por esteros, conocer los canales, llevar baqueanos. Una labor que estimamos en unos 12 días”, anticipó al final.
Lunes, 17 de junio de 2019
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