Natalia Fernández Juárez Almaraz, madre del niño de 6 años muerto por la presunta falta de equipamiento en el hospital de Goya, dio su versión de los hechos. También recordó a su pequeño y se refirió a las motivaciones que tiene para hacer público el caso y seguir adelante, pese al dolor.

Nazareno Albariño hubiese cumplido siete años el 13 de enero, pero su vida se apagó repentinamente en la madrugada del 7 de diciembre de 2016 en el hospital Camilo Muniagurria, de la ciudad de Goya. La familia denuncia que su fallecimiento se debió a la falta de respiradores artificiales en el área de pediatría. También aseguran que en los días previos al fatal desenlace, los médicos actuaron de manera negligente y minimizaron el cuadro que lo llevó a la muerte.
Días atrás, EL LIBERTADOR se contactó con los abogados de la familia, quienes presentaron una denuncia penal por homicidio culposo contra las autoridades del Muniagurria. La causa recayó en el juez Darío Ortiz, del Juzgado de Instrucción N° 3 de Goya.
La madre de Nazareno, Natalia Fernández Juárez Almaraz, concedió una entrevista exclusiva a este medio en la que contó detalladamente los hechos ocurridos durante los primeros días de diciembre. Además, recordó a su pequeño, habló de los responsables y de sus motivaciones para hacer público el caso y seguir adelante.
-¿Qué pasó el 7 de diciembre de 2016?
-La historia no comienza el día 7, sino el 2 de diciembre cuando lo llevé a la guardia porque había estado con fiebre desde la noche. Le conté al médico que hacía un par de semanas había estado igual e hizo un tratamiento de antibióticos, con el que mejoró durante una semana. El diagnóstico que me dio fue gripe, y como tratamiento sólo me recetó un antifebril.
El sábado transcurrió normalmente, así como el domingo. Recuperado y con su medicamento reglado cada seis horas estaba bien. A la noche fuimos a la iglesia en donde jugó con sus amiguitos, tocó la pandereta y cantó como todos los domingos. Tarde, ya entrada la madrugada, empezó a toser.
El lunes continuó con tos, razón por la cual comencé a darle el paff que siempre le daba cuando comenzaba con esos cuadros, esto fue tarde. El martes trabajé hasta tarde, en el medio de la larga jornada llamé a mi hija que estaba con él y me dijo que había tenido un poco de fiebre y que después le bajó, razón por la cual le dije que lo prepararan, que apenas pudiera lo llevaría a la guardia nuevamente.
-¿Cómo fue la entrada al hospital?
-Cuando entramos en el hospital todo cambió. Entré por la guardia general con mi Naza caminando; fuimos por nuestros propios medios y para que me atendieran más rápido le dije que estaba respirando mal. En la guardia le dieron oxígeno y le sacaron placas. Después lo subieron a pediatría, en donde le pusieron nuevamente oxígeno y le sacaron sangre.
El resultado de los análisis de sangre arrojó que tenía una septicemia (infección) generalizada que le había colapsado los riñones y avanzaba rápidamente. Sólo podía salvarlo un respirador artificial, para poder tratar la sangre sin tener que estar peleando por oxigenarlo. "Ya pedimos la ambulancia. Hay que trasladarlo al Juan Pablo en Corrientes. Acá lo único que podemos hacer es darle oxígeno y ponerle suero", era lo único que nos decían a mí y al papá que ya había llegado, ya que trabaja de noche. Ya eran las 23, habíamos entrado alrededor de las diez de la noche.
A las tres de la mañana nos sacaron de la UTI (Unidad de Terapia Intensiva) y vimos al camillero de la ambulancia esperando a Naza, lo cual me hizo pensar que salíamos para que lo preparen para el traslado; no fue así, Nazareno había entrado en un paro. Luego de 35 minutos de tareas de RCP (reanimación cardiopulmonar), Nazareno fue declarado muerto. Entramos a verlo y estaba con la misma ropita intacta, detalle que nos indicaba no sólo que durante su breve atención hospitalaria no estuvo monitoreado, sino que tampoco le habrían realizado tareas de resucitación cardiorespiratoria con desfibrilador.
-¿Alguna vez Nazareno tuvo cuadros similares a los que hicieron que acudiera esa noche al hospital?
-Nazareno tuvo antecedentes de cuadros respiratorios severos y estuvo internado por neumonía, nunca por infecciones semejantes. Ese día nada nos anunciaba semejante final.
-¿Qué explicaciones dieron los médicos que lo atendieron cuando informaron de su muerte?
-Lo mismo que vengo escuchando siempre: malos padres, que tenía una infección que databa de veinte días, que nos dejamos estar, que lo llevamos tarde. De todas las veces que acudí a la guardia, nunca me mandaron a hacer un análisis de sangre que hubiera dado cuenta de que tenía una infección. Yo no estudié medicina, confío en los médicos y hago lo que me dicen. Si me dan antifebril y me mandan de nuevo a mi casa, ¿por qué tendría que hacer otra cosa?
-¿Cuál fue la causa de su fallecimiento según la historia clínica?
-Paro cardiorespiratorio, sepsis; neumonía bacteriana con componente obstructivo. Es lo único que tengo en el certificado. El resultado de los análisis jamás lo tuve en mis manos, lo conozco por las informaciones que me dieron.
-¿Qué la motivó a hacer público este caso?
-Tener la certeza de que mi bebé se fue sin los medios necesarios para defender su vida y pensar que así como él hubo muchos antes, y de no hacer nada habrá muchos después.
-¿Alguna autoridad hospitalaria o gubernamental se acercó a dar explicaciones o a ponerse a disposición?
-Jamás: el Director del hospital sacó un comunicado diciendo que eran rumores infundados, y que el hospital cuenta con los respiradores suficientes y medios para asistir a la población. El Ministro de Salud fue más allá, diciendo que una denunciante anónima levantó una bandera política usando una desgracia, que llevé a un niño moribundo y que lo tuve veinte días con tratamiento ambulatorio. El Gobernador sólo se limitó a decirles patoteros de la salud a los miembros del gremio de médicos que hizo mención del caso.
-¿Quiénes considerás que son los responsables directos de lo sucedido?
-Responsabilizo a quienes sean los encargados de proveer de medios para la correcta asistencia sanitaria de la población; tanto con los insumos hospitalarios y la aparatología. También a los responsables de colocar a los profesionales que se desempeñan dentro del sistema.
-¿Qué creés que hará la justicia?
-Espero que haga lo que corresponde: hacer justicia, velar por el bienestar de los habitantes de este suelo; como lo dicta la Constitución. No es mucho lo que pido: que podamos tener lo que por derecho nos corresponde, que es el derecho a la salud.
-¿Cómo recordás a Nazareno?
-Feliz, sonriente, amoroso, lleno de vida, ejemplo de fe; nuestro motorcito de todos los días, amigo de todos, pura generosidad. No hay quien no lo recuerde por alguno de estos atributos. No tengo un solo recuerdo de Nazareno triste o malhumorado.
-A pesar de este dolor, ¿qué te motiva a seguir?
-Dos cosas: una es la necesidad de que un hospital de la envergadura del hospital de Goya funcione como tiene que ser; ojalá algún día podamos tener en nuestra ciudad un hospital pediátrico, como debería ser hace rato. La otra es Nazareno mismo, ya que juré con mi vida defender siempre a mis hijos. Dos están conmigo, caminan a la par y estamos codo a codo todo el día luchando por ser felices más allá de la tristeza que invade toda nuestra vida y el otro (Nazareno), desde el cielo también camina con nosotros y su cruz no va a ser en vano: voy a defender su paso por este calvario.
Yo sé que nadie me va a devolver a Nazareno, es más, sé que ninguno de mis hijos va a necesitar más de un servicio pediátrico, pero no es justo tanto dolor. Mi marido, yo y mis hijos creemos profundamente en la voluntad de Dios, o en el destino como muchos le dicen, y si mi bebé tenía que irse porque era su hora, así tenía que ser, pero nos queda la amargura de que se fue sin los medios suficientes para pelear. No es nuestro interés el castigo a las personas responsables por el castigo en sí, sino que queremos que las cosas cambien para mejor. No queremos que otro niño que se vaya como se fue el nuestro. No queremos más familias tratando de juntar pedacitos de su corazón roto por una pérdida innecesaria.

Domingo, 12 de febrero de 2017